Hola a todos, y gracias por la oportunidad que me dais para hablar sobre nuestro segundo álbum, «The Hall of Olden Dreams», un disco que creo cambió muchas cosas no solo para nosotros sino en la escena metálica en España.
Comenzaré hablando no de The Hall sino de «Shadowland», nuestro primer álbum ya que lo que ocurrió aquellos días fue fundamental en la posterior grabación de The Hall.
«Shadowland» salió en Octubre del 1999 y como ocurría en aquellos días con todos los discos de heavy o metal que se grababan en España el sonido era nefasto. En España no se sabía grabar metal, y lo que es peor a los propios músicos consagrados tampoco parecía importarles demasiado, como me declaró alguno en privado, me decía «a la gente le da igual, no se enteran», y seguramente tenía razón, no en que a la gente le diera igual sino en que a muchos con tal de que le dieran buenas canciones en castellano dejaban a un lado el tema sonido o no le daban tanta importancia como en el resto de Europa. Esto lógicamente suponía una barrera infranqueable para cruzar pirineos para las bandas nacionales, aunque siempre se achacó al idioma, lo cierto es que como tuve ocasión de comprobar más adelante, la impresión de la gente en Europa es que en España salían discos con sonido «cutre». Ojo que nadie me malinterprete, en España se hacía muy buena música, pero desgraciadamente no quedaba bien plasmada.
Eso nos ocurrió también a nosotros con «Shadowland», y cuando escuchamos el disco en casa la decepción de toda la banda y la compañía fue grande, ya que lo que perseguíamos era poder traspasar la frontera infranqueable hasta el momento de pirineos y llegar a Europa y el mundo. Pero no había manera de arreglarlo en mezcla, como te garantizaban todos los técnicos de entonces, «eso ya en mezcla lo arreglamos» era la frase que todos escuchamos una y otra vez. Así que tras varios intentos el disco tenía que salir ya que estaba previsto su lanzamiento para Otoño y de esta manera salió al mercado.
Como digo, la banda estaba decepcionada y baja de moral y entonces contra todo pronóstico recibo una llamada del sello. Nunca lo olvidaré. En una semana «Shadowland» había vendido más que todos los discos de todos los grupos que tenía el sello en su aparición unos años antes… Nunca entenderé por que tuvimos esa fortuna, porque el público nos aceptó por encima de otras bandas, pero fue así. El sello me dijo literalmente: «empezad a componer otro disco que en Agosto os vais a grabar a Italia a un estudio de verdad».
Y entonces nos enfrentamos ante un reto por el que pasan todas las bandas para su segundo disco, y es que tienes toda una vida para componer el primero, mimando y cambiando cada detalle hasta la saciedad en local, etc, etc. y solo unos pocos meses para componer el segundo.
Nos pusimos inmediatamente a ello sin saber muy bien como iban a salir las cosas, pero con una inyección de moral importante. Nos queríamos comer el mundo y yo tenía claro que no iba a dejar pasar la oportunidad.
La primera canción que hicimos fue «Bells of Notredame». Cuando le puse la pre-maqueta que hicimos en midi al sello se quedaron muy contentos y me dijeron que ya teníamos single…. no sabían lo que quedaba por llegar…
Creo que tanto yo como Alberto Maroto que llevamos el peso de la composición estuvimos muy inspirados. Yo presenté las ideas para Somewhere in Dreams, Mortal Sin, Hand in Hand, The Sound of the Blade, y Alberto trajo Silver Lake, Beyond the Fire y Quest for the Eternal Fame. Juntos trabajamos en «The Fall of Melnibone» que luego quedaría como extra y con Elisa trabajé en los arreglos de la cover «Halloween» que saldría en un disco homenaje a los Keeper y que grabamos también junto a The Hall.
Pero de alguna manera en mi interior, aunque teníamos muy buenas canciones, algo me decía que faltaba una más, un single de verdad, un tema estrella. Entonces una tarde me vino una idea y en menos de una hora tenía «Maid of Orleans». En cuanto la presenté, todos, incluida la compañía sabíamos que ese iba a ser el single del disco, y así fue finalmente. Elisa le hizo una letra estupenda, basada en Juana de Arco con la que creo se identificaba como mujer luchadora que era y es.
Así que llegó Agosto y partimos hacia Italia con todas las ilusiones del mundo en la mochila y dispuestos a hacer historia. El viaje fue en tren, ya que el sello no tenía billetes de avión, en aquellos años aun no existían las compañías low cost, y tardamos un par de días en llegar a nuestro destino, Castelfranco Venetto donde nos alojaríamos en un apartamento en una buhardilla. Aquello parecía Gran Hermano, porque según íbamos grabando nos mandaban para casa hasta que nos quedamos solo Yo, Alberto y Elisa.
Por fin llegamos al estudio y conocimos al gran Luigi Stefanini que iba a ser el productor del disco. Estábamos un poco acojonados todos, la verdad, porque el Sello nos dijo que si Mr. Stefanini consideraba que alguno no tenía el nivel lo mandaba para casa y grabaría un músico de sesión en su lugar… pero desde el minuto uno Luigi demostró que no era un ogro, sino más bien un genio, capaz de sacar lo mejor de cada uno. A lo largo de los años he tenido la suerte de entablar una gran amistad con él y he aprendido muchísimo a su lado, y cada vez que voy para allá me siento como en casa.
En cuanto empezamos a grabar y a escuchar como sonaba aquello nos quedamos absolutamente estupefactos. Era increíble. Que sonidazo sacaba de las guitarras, la batería, el bajo… la voz. Yo no daba crédito, y una cosa me quedo clara: no teníamos ni idea de como se grababa un disco y si me fuerzas ni de tocar nuestros instrumentos… Yo personalmente aprendí las posibilidades que tenía con la guitarra, que hasta entonces no había hecho más que aporrear, básicamente, jajaja.
La compañía consideró oportuno que ninguno de nosotros asistiera a la mezcla, e hizo bien porque no hubiéramos hecho más que estorbar, así que nos volvimos para casa y esperamos ansiosos que nos mandaran el master para escuchar el resultado final.
Cuando finalmente llegó, recuerdo que quedamos toda la banda en mi casa para escucharlo. Lo pusimos y a mi personalmente se me saltaron las lágrimas. Las guitarras sonaban sublimes, la batería y bajo con una potencia increíble pero en su sitio, los teclados envolviendo todo, pero sobre todo cuando entra Elisa a cantar la primera frase nos quedamos literalmente con la boca abierta… como sonaba aquello. Lo habíamos conseguido, sonábamos como una banda europea. Fue una auténtica fiesta, todos nos abrazábamos y ya no teníamos ninguna duda de que íbamos a dar el salto, que todo el mundo y la prensa especializada iba a caer rendida ante nuestra música…
Que inocentes éramos y que equivocados estábamos….
El disco funcionó muy bien, claro está y consiguió licenciarse en toda Europa y Japón. Pero en la prensa nacional pasó sin pena ni gloria. Ningún periodista de la época lo valoró como esperábamos. Pero es que las cosas no funcionaba así. Efectivamente para que hablaran maravillas de tu disco no se trataba de los bien que lo hicieras, sino del capital que invirtiera en publicidad en esos mismos medios tu sello….
El baño de realidad fue demoledor en el seno de la banda y quizás empezó a germinar entonces la semilla que finalmente fue la separación de aquella primera formación.
Sin embargo, sin saberlo nosotros hubo otra «prensa» que si valoró el disco como esperábamos. La «prensa» de la calle, la gente y muchos fans jóvenes como nosotros que si vieron una banda que había conseguido llegar a sonar como una banda de fuera.
Los estudios empezaron a mejorar, las bandas nuevas ya no se conformaban con un sonido «cutre» y las consagradas…. tampoco. Algo había cambiado, pero no lo vimos hasta muchos años después cuando muchísimos fans de todo el planeta tienen a «The Hall of Olden Dreams» como un disco de culto, un disco que cambió muchas cosas.
Para nosotros con este disco pretendíamos entrar en la antesala de un viejo sueño, que las bandas españolas fueran reconocidas fuera del mundo latino, como iguales, que no fueran nunca más catalogadas de «cutres».
Por eso le pusimos ese nombre al disco y creo humildemente que sin saberlo, lo conseguimos.
Enrik García