Por aquel entonces deslumbraron de lo lindo al personal con su inconfundible
música llegando a realizar sold out en Madrid; en esta ocasión las circunstancias
no eran las idóneas para que se repitiera el llenazo, si bien el hecho de que
estuvieran el año pasado por estas fechas sumado a la presencia del puente de
Diciembre frenaron un poco la afluencia de personal y finalmente el lleno no
se dio, pero eso sí, la Sala Heineken registró una entrada excepcional, casi
completa. Sin mayor excusa que la reedición de «Ghost Reveries» en edición limitada
+ DVD, volvían Mikael Âkerfeldt y los suyos a la capital, y lo hacían acompañados
por Amplifier, banda que practica un stoner bastante curioso…No defraudaron.
Ya en la puerta de la sala pudimos comprobar que pese a que previsiblemente
el emplazaminento no se llenaría al igual que ocurriera el año pasado, la asistencia
rozaría el lleno, y es que dos largas colas se abrían a ambos lados de la puerta
y se extendían avenida abajo y avenida arriba. Fue ahí donde nos enteramos por
unos carteles que Opeth ampliarían su set list previsto ya que Amplifier no
tocarían esa noche. Sin más explicaciones nadie sabía nada y sería el propio
vocalista / guitarrista de Opeth el que nos explicara sobre las tablas más tarde
el incidente. Ya sobre aviso recogíamos nuestro pases de prensa y nos encaminábamos
a las profundidades de la Sala Heineken que para entonces ya registraba una
entrada bastante considerable.
21:35, hora exacta del arranque del show de los suecos. Fuera luces, ambientación,
intro…y uno a uno fueron entrando los miembros de la banda para situarse junto
a sus instrumentos con poses descaradamente pasivas. La gente enloqueció cuando
con toda la parsimonia del mundo hacía su aparición sobre el escenario Mikael
Âkerfeldt. Instantes después sonaban las primeras notas de «Ghost of Perdition»,
tema de apertura de «Ghost Reveries», como decimos último trabajo de estudio
de la banda. Hay que decir que durante este primer tema el sonido no fue todo
lo bueno que uno pudiera desear. Al parecer la ausencia de Amplifier en las
labores de teloneo se notó sobre todo al principio, ya que la acústica estaba
demasiado saturada y sobre todo la guitarra de Peter Lindaren se oía con bastantes
dificultades.
Contratiempos aparte el tema nos dejó ver desde el principio cómo se las gastan
Opeth en acción. Podría decirse que 80% de protagonismo para el indiscutible
frontman de la banda y el otro 20 repartido entre Peter a la guitarra, Martín
Mendez al bajo, Martin «Axe» Axenrot a las cajas y Per Wiberg a los teclados
y a las segundas voces desde su posición prácticamente oculta (de hecho servidor
pensó que tanto teclados como segundas voces estaban grabados hasta que atisbo
tras Peter un esbozo de lo que imaginó que era un tío con un teclado…) Tranquilidad
desbordante, sobrio cómo él solo Mikael enamoraba a su público con cada punteo,
con cada acorde, cada riff…Un auténtico lujo poder disfrutar de su música en
directo.
Tras los más de 10 minutos que el tema dura, Mikael se dirigía a nosotros
para decirnos aquello de: «We are Opeth» y explicarnos (tras preguntarnos si
había algún fan de Amplifier en la sala) el motivo exacto de la ausencia de
Amplifier en la velada. Al parecer la banda tuvo algún tipo de problema con
una de las ruedas del autobús que tenía que transportarles a la capital…mala
suerte, en otra ocasión será.
Tras el saludo y las explicaciones pertinentes, continuaba la noche con una
de los temas más «sorpresivos» a la vez que aclamados. Sonaba «When», contenido
en su magnífico «My Arms, Your Hearse», del 98′. Entonces fue cuando pudimos
ver como el sonido milagrosamente mejoraba, se aclaraba y de repente la guitarra
de Peter pudo escucharse con total claridad durante el resto del show. Coreada
de principio a fín se nota que el «My Arms…» es uno de los discos favoritos
de sus fans. Sin darnos tregua el tema fue magistralmente enlazado con los 9
minutos 16 segundos que dura «Bleak», incluído en «Blackwater Park» y se produjo
uno de los momentos más intensos de toda la noche.
En relación a la actitud de la banda sobre el escenario simplemente decir…son
Opeth. Es decir, a nadie sorprende que ellos sean una de las bandas más frías
sobre el escenario, menos comunicativas con su público. Cualquier tipo de objeción
es contrarrestada con la extraordinaria profesionalidad y precisión con la que
Mikael y los suyos ejecutan todos y cada uno de sus cometidos sobre las tablas.
Poses casi «orgásmicas» continuamente, se nota que los suecos disfrutan enormemente
tocando como pocos…Sencillos movimientos laterales de cabeza y dignas poses
era lo máximo que nos ofrecia Martín al bajo, que ya era más que lo observado
en Peter, sin duda el más pasivo de todos sin contar batería y teclado que se
encuentran estáticos. Dicha pasividad y tranquilidad es, como es lógico, transmitida
al público, que observaba con atención el evento casi con la boca abierta (constatable
en ciertos casos…). De esta manera el de Opeth se convertía en uno de los conciertos
menos movidos que servidor había tenido ocasión de presenciar en los últimos
meses, pero no por ello peor, cuidado…
Tras el enlace de temas anterior volvía a dirigirse a nosotros Mikael y tras
unos minutos de bromeo, que nos recordó el peculiar, irónico e inteligente humor
del sueco (digno de presenciarse…) nos sorprendía a casi todos con «Face of
Melinda», grandísimo corte incluído en su aclamado «Still Life» del 99′. Sin
duda este fue uno de los temas menos esperados y que más satisfizo al gran público,
y es que si anteriormente decíamos que «My Arms, Your Hearse» suponía uno de
los álbumes de mayor éxito de la banda sueca, «Still Life» es, posiblemente,
el más destacado.
Tras este continuaba el bromeo de Mikael sobre todo con cierto sector del
público que parecía obcecado en imitar e incluso superar los graves de Miakel,
para su asombro. Sonaba «The Night and the Silent Water» localizable en su segundo
trabajo de estudio, «Morningrise» del 96′. 11 minutos de canción que en contra
de lo que mucha gente pueda pensar para nada se hicieron largos, y es que esa
es una de las virtudes que han hecho de Opeth una banda de las grandes, que
pese a su sonido «selectivo», pese a la duración de los temas y con todo ello
para nada resulta aburrida o somnolienta en directa, sino más bien todo lo contrario.
Otras bandas con sonidos más rápidos y agresivos debieran tomar buena nota.
A continuación una de las esperadas, Mikael nos presentaba el segundo tema de
la noche contenido en «Ghost Reveries», sonaba «The Grand Conjuration», una
de las habituales en el último año para la banda y empleada en todos sus conciertos,
en alguno de ellos (como en el de Wacken 2006) para abrir fuego. Hay que decir
que durante este tema pudimos presenciar por vez única durante todo el show
cómo Mikael, Peter y Martín se acercaban al público y le animaban con agresivas
poses y aspavientos.
He de confesar que cuando Mikael nos anunciaba la interpretación de un tema
de «Damnation» y comenzaban a sonar las primeras notas de «Windowpane», un servidor
casi sufre un chungo. Primer y desgraciadamente único tema en caer del «Damnation»
y suspiros y satisfacción generalizadas (no a todo el mundo le dejó demasiado
satisfecho el disco). Estábamos llegando al final y aún faltaba alguna de las
«clásicas» por sonar…Tras la pertinente presentación caía el segundo tema de
la noche del «Blackwater Park», precisamente «Blackwater Park», que fue acogida
como lo que es, uno de los mejores temas contenidos en toda la discografía de
Opeth. 12 minutazos de canción que ponían punto y aparte a un show al que aún
le echábamos en falta por lo menos un tema más…
Tras una breve despedida y unos minutos de descanso, merecidos, para la banda,
Mikael Âkerfeldt volvía a escena sigilosamente para juguetear un poco con el
teclado de Per, momentos antes de que el resto de componentes regresaran al
escenario. En ese momento el vocalista / guitarrista nos sorprendía a todos
con una arrancada del clásico «Superstitious» de los Europe, la gente no salía
de su asombro…Cuando el momento hard roquero dio fin Mikael pasó a presentar
al público a su banda, presentación claro está no exenta de todo tipo de bromas
hacia los miembros de la formación y hacia él mismo. Finalmente el evento tocaba
a su fin cómo no con «Deliverance», tema incluído en el disco de igual nombre
y con el que vienen cerrando sus conciertos habitualmente en el los últimos
meses. Aquí si que no quedaba tiempo para más y por ello la gente echó el resto
para hacer ver a los suecos que por muchas veces que vengan ellos seguirán viéndoles
con el mismo entusiasmo.
Dos horas casi exactas de elegancia hecha música, toda una lección de clase,
técnica y buen gusto, una correcta elección de repertorio fueron las claves
del triunfo de Opeth sobre la noche madrileña y su frío. Pese a que algunos
dicen que Opeth no es una banda hecha para el directo gran imagen la que dieron
y sonrisas más que generalizadas al final. Decíamos en Metal Symphony en verano
que tras su concierto en Wacken solo deseabamos poder disfrutar de ellos plenamente
en una sala a oscuras como mandan los cánones para una banda de estas características….pues
bien la experiencia no pudo ser más gratificante. Sobresaliente.
Texto: Raúl del Amo
Fotos: Alberto Bravo
Set list:
Ghost of Perdition
When / Bleak
Face of Melinda
The Night and the Silent Water
The Grand Conjuration
Windowpane
Blackwater Park
Bis
Deliverance
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