Este disco es la consolidación de los suecos en su rock progresivo de sonido retro setentero; los guturales ya son historia, no sabemos si algún día pudieran tener la motivación de recuperarlos, pero evidentemente para Mikael ya es un recurso olvidado. El disco de la “Hechicera” (Sorceress) ya es para la posteridad “el disco del Pavo Real de Opeth” gracias a la fantástica portada de Travis Smith y profundiza en recursos que la banda ya venía cosechando en sus anteriores discos, aunque nos ofrece algunas cosas nuevas que a más de uno sorprenderá.

Toni Marchante

Exquisito sería una palabra certera si tuviéramos que definir de forma rápida el disco; y desde el primer momento lo percibimos, con la preciosa intro de guitarra clásica que nos introduce en el álbum.“Persephone” que es como se llama, es una absoluta contradicción a los comienzos de la banda una corta delicatesen acústica. “Sorceress” ya desde el principio nos muestra algo que será denominador común durante todo el disco, el extraordinario trabajo a la batería de Martin Axenrot. La intro de “Sorceress” es muy setentera, con los teclados muy de primeros de esa época hasta llegar a los riffs y es aquí cuando el tema cobra una nueva dimensión, el sonido ensamblado de bajo-riff de guitarra y batería dotan al tema de una textura impresionante marcando el tempo mientras Mikael Akerfeldt comienza a hacer gala de su señorial voz navegando por la cadente métrica que se va modificando conforme avanza dando oportunidad a los solos y a variaciones rítmicas. Sin duda uno de los grandes temas del disco, repleto de detalles marca de la casa.”Sorceress” fue el primer adelanto del disco y ya nos motivó desde la primera escucha.

“The Wilde Flowers” es un corte que sigue la línea marcada en los últimos discos, convencional en su estilo en la primera parte, con un precioso momento intimista de melodía de guitarra y un potente final. “Will O The Wisp” fue el segundo adelanto, un tema de tintes folk, puramente acústico donde la guitarra y la voz de Mikael son los protagonistas, además de presentar simples pero acertados arreglos de bajo, teclado y coros, con entrada de la batería hacia la mitad de la canción. En una primera escucha puede que no convencer, pero se va haciendo adictiva poco a poco. “Chrysalis” es puro rock setentero con fondo Hammond, nos recuerda a Bigelf mucho en la producción. Impresionantes todos los músicos y los instrumentos, magistrales los solos, toda una joya del rock.

Con “Sorceress 2” retomamos la guitarra española para junto con la voz de Mikael escuchar una balada digna de los mismísimos Pink Floyd. Un tema bello, plácido y lleno de psicodelia. “The Seventh Sojourn” es una canción instrumental de melodías y percusiones orientales, incluso me atrevería a afirmar que por los oídos de Mikael pudiera haber entrado en algún momento alguna pieza nuestra de música sefardí. El trabajo de Martín Méndez al bajo es digno de reseñar, en la parte final se vuelve lento y ambiental, bajo las voces que actúan como un instrumento más.

“Strange Brew” es uno de los grandes retos de este disco, la canción más progresiva, la que más escenarios visita, la que transcurre desde los momentos lentos, a los virtuosismos, pasando por partes muy rockeras, cambios inesperados… todo estructurado con una creatividad sostenible que hay que aprender, no es un tema que guste a la primera, pero los que amamos el progresivo detectamos en esa primera escucha que una vez aprendido es uno de los indispensables del disco. Dicho y hecho, un tema impresionante. En “A fleeting Glance” nos ofrecen una peculiar entonación en la voz de Mikael a la voz, claros arreglos de teclados, aportes acústicos y reconocibles riffs de guitarra que nos recuerda a recientes álbumes anteriores.

Y llegamos a “Era” un tema que se sale de la línea general del disco, incluso de lo hecho hasta ahora por Opeth y que me ha sorprendido gratamente, hasta el punto de que posiblemente sea el tema que más me ha gustado. Un delicado comienzo de melodía a piano es el preludio de un comienzo arrollador que convence sin condiciones, una potente base rítmica acolchada por unos maravillosos teclados que en segunda ronda nos regalan un sonido human voice setentero que hace venirse arriba a cualquier fan del rock sinfónico. El corte es muy dinámico, de fácil seguimiento, la voz de Mikael gobierna en todo momento y en lo instrumental los teclados y el bajo de nuevo son una maravilla, pero lo de la batería no tiene nombre, absolutamente genial. De forma continua viene el cierre “Persephone (slight return)” a modo de epílogo instrumental con la misma melodía introductoria de “Era”.

El duodécimo disco de Opeth es otra gran aportación al rock progresivo del siglo XXI rescatando los efluvios de los 70. Los fieles a la época pre-Heritage se sentirán frustrados si buscan los gruñidos del sueco. Los que han “levitado” con los dos anteriores discos volverán a hacerlo con este. Las prestaciones de Joakim Svalberg a los teclados le dan un estilo peculiar a todo el disco y Fredric Akesson transmite muchas emociones a las seis cuerdas. Mikael Akerfeldt lo ha vuelto a conseguir con su banda, han elaborado un gran trabajo, un eslabón más en la cadena de su sobresaliente trayectoria, donde se muestra una gran evolución, si juntamos los dos extremos “Orchid”-“Sorceress” encontramos el Ying y el yang, 21 años los separan y entre medias una sucesión de magnas obras.

Temas:

1. Persephone
2. Sorceress
3. The Wilde Flowers
4. Will O The Wisp
5. Chrysalis
6. Sorceress 2
7. The Seventh Sojourn
8. Strange Brew
9. A Fleeting Glance
10. Era
11. Persephone (Slight Return)

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