Tras una larga ristra de fechas en directo por España, el grupo con más expectación del panorama nacional llegaba a Madrid, los mirlos de Delalma habían llegado.
Siempre nos sorprendemos cuando surge un «supergrupo» internacional y aquí tenemos uno de tomo y lomo: Manu Seoane a las guitarras, Dave Lane a la batería, Manuel Ramil a los teclados, Jesús Cámara al bajo y el retorno de Ramón Lage a las voces hacen de este grupo una propuesta singular y exclusiva que genera la expectación que provoca y se merece.
Y el primer ejemplo lo tenemos en la sala que eligieron para Madrid, nada acorde a lo que se merecían ya que si no eres de los más madrugadores en la cola de espera te quedas sin ver nada por la disposición del escenario, y como decimos poco le faltó a la sala para el sold Out, así que mucha gente no pudo ver en condiciones el show… o ni siquiera eso. Queremos pensar que por la alta demanda cultural en la ciudad quedaban pocas opciones donde tocar.
Cinco minutos después de la hora marcada el grupo comenzó a salir al escenario para desgranar por completo su debut discográfico (cambiando el orden del disco), así que poca sorpresa tuvimos en el setlist salvo ese Wicked Game y el curioso solo de guitarra de Seoane junto a Ramil haciendo guiños al fantasma de la ópera y alguna otra pieza sinfónica. Así que ahí estuvieron x, x o x entre otras para el disfrute del respetable, que cantaron, corearon y se emocionaron e incluso se vieron móviles arriba todo el concierto aunque fuera para tener vídeos saturados y con mala imagen…. Y un dolor considerable de brazos… todo por la banda, todo por tener algo de la banda, que levanta una pasión que hacía mucho que no veíamos por un grupo que empieza.
Empezar tampoco es la palabra, porque como hemos dicho sus integrantes llevan la tira de años en esto… pero quizá si diríamos que la propuesta que ofrecen si es nueva… Pero está tan bien hecha que ya al primer disco suena diferente, exclusiva y personal así que ya tienen todo ganado. Seoane salió ilusionado y tocando de una forma magistral, Jesús implicado en la base rítmica y ayudando en coros y guturales para que rematase un Ramil más sinfónico y con más detalle que en Avalanch. Ramón como frontman se le vio emocionado y agradecido, por lo que estaba viviendo y por el apoyo que estaba recibiendo a su vuelta… sobre él decir que no se notó su inactividad y clavó cada una de las notas del disco con intensidad y sentimiento, haciendo una interpretación perfecta. Para completar decir que tuvieron un sonido perfecto, ayudando así el nivel de show haciéndolo más que interesante, felicidades a su técnica de sonido.
¿Qué queda por decir? Que editen pronto un segundo disco para que hagan repertorios más largos y vuelvan de gira.
Texto y fotos: David Aresté