Un día no laborable y víspera de festivo parece a priori el día perfecto para
acudir a un concierto, pero, tal vez, la coincidencia con un puente tan largo
en Madrid y la celebración del Viña Rock, hayan supuesto un impedimento para
que se acercara más gente a la sala. Pocos fans pero entregados ya que aplausos
bastante prolongados siguieron a cada una de sus canciones.

A tenor de lo realizado en estudio se adivinaba un buen concierto, emotivo
y cargado de calidad. Y así fue. Pero antes de eso tuvimos la oportunidad de
disfrutar del dúo instrumental Angel Ontalva (guitarra) y Amanda Pazos (bajo),
dos de los componentes del grupo October Equus, y que al final de su actuación
se autodenominaron, supongo que en otro alarde de improvisación, como "Electrohausen
Dúo". Con un repertorio que ellos mismos admitieron "cogido con pinzas para
la ocasión", guitarra y bajo se dieron cita en una especie de jam session, ofreciendo
un rock/jazz algo psicodélico y experimental y haciéndonos pasar un rato entretenido,
sin que se hiciera excesivamente pesado. Subió solo Angel al escenario para
crear una lenta y pausada intro para, al terminar, unírsele Amanda dotando al
resto de canciones de un ritmo más ágil. Así, tocaron cinco canciones más, con
nombres que lograron arrancarnos una sonrisa y tan divertidos como "Contra el
vicio de pedir, la virtud de no dar", "Solo quiero usar el baño 5 minutos" o
"Ya sé que piensas que soy un vago", y que como dijo Angel son el fruto de cinco
años de convivencia. Cerraron con "Head of the winner", una de las canciones
del grupo al que pertenecen, October Equus.

Como ya comenté al principio, actuación intimista y entrañable donde las haya.
A las 22:50, tras unos quince o veinte minutos de espera amenizados con unos
videos de The flower kings, Stream of passion o Lana Lane, aparecieron sobre
el escenario, sin alardes de ningún tipo, los cuatro componentes de Riverside.

Comenzaron con una intro instrumental (que después me enteré que contenía fragmentos
de "Shine on you crazy diamond" de Pink Floyd), para seguir con mi canción preferida,
la emotiva "Conceiving you", que al principio he de reconocer que me sonó un
poco extraña, más fría que en disco, pero que se arregló en cuanto entró la
melodía de guitarra. No obstante, me hubiera gustado que hubiesen esperado un
poco más hasta entrar en calor antes de tocarla. Es esta una de las canciones
en las que personalmente eché en falta una segunda guitarra, pero Michal Lapaj
hizo un excelente trabajo con los teclados durante toda la noche supliendo esas
mínimas carencias. Así, un maravilloso teclado ejerció en muchas ocasiones de
segunda guitarra, destacando muy por encima de lo que se puede llegar a percibir
en los discos.

Siguieron "Out of myself" y la instrumental "Reality Dream I", sonando mejor
que en el disco, con una gran base rítmica y una guitarra igual de limpia que
en estudio. El gran momento de la noche llegó con "Second Life Syndrome", la
canción que da título a su último disco, de 15 minutos de duración y que, sencilla
y llanamente, clavaron de principio a fin, y encima sonando mucho más potente.
Nada más que decir. Genialidad pura y dura. Basta con escuchar la canción en
estudio y tratar de imaginar algo así llevado al directo, casi como si de un
playback se tratará, para entender lo que digo.

El corte que sigue a Second Life Syndrome en el disco es "Artificial Smile"
y es ésta, precisamente, la canción con la que continuaron para despertarnos
del evocador sueño al que nos habían transportado y traernos de vuelta a la
realidad con su potente inicio. Otra vez se me pasó por la cabeza la idea de
que faltaba una segunda guitarra en las partes agresivas para darle más fuerza
a la canción, aún cuando ni siquiera la incluyen en sus discos, pero en este
caso fue la increíble presencia del bajo de Mariusz Duda la que me hizo desechar
tal pensamiento. Y después de la tempestad llega la calma; con "I believe" vuelve
la emotividad. Una canción que en estudio no termina de gustarme y me parece
algo aburrida se convierte por arte de magia en una bonita balada, sustituyendo
la guitarra acústica original por una eléctrica, creando esas melodías y solos
llenos de feeling a los que ya nos ha acostumbrado Piotr Grudzinski, acompañada
esta vez por un hermoso teclado (es la misma versión en directo que se incluyó
en el desapercibido EP "Voices in my head").

Otro guiño a ese mencionado "Voices in my head" fue "Acronym Love", de nuevo
una balada que finaliza de una forma muy rockera, con un buen solo de guitarra.
Tras este inciso para recordar su EP, vuelven a su primer disco para tocar la
instrumental "Reality dream II", otra de mis preferidas en estudio por la increible
labor de Piotr a la guitarra. En esta ocasión, sin embargo, al menos desde mi
posición, la guitarra quedó tapada en algunos momentos por la enorme presencia
del teclado.Y no lo digo como algo negativo, sino todo lo contrario, ya que
salí realmente impresionada con el trabajo de Michal, que en estudio tal vez
se me había pasado por alto.

En este punto ya habíamos alcanzado una hora de concierto (momento en el que
últimamente muchos grupos ya se retiran para volver con el bis), y los polacos
se atrevían con los 11 minutos de "Dance of the shadow", donde Mariusz demostró,
si es que no lo había hecho ya suficientemente, que lo realizado en disco no
es un engaño y que su voz es igualmente evocadora en directo, especialmente
con ese inicio prácticamente a capella que salvó a la perfección. Parece que
las canciones largas se les dan bien a estos chicos, porque al igual que Second
Life Syndrome clavaron este "Dance of the shadow", en el que por momentos la
batería sonó muy poderosa.

Vuelta a su primer disco con "The curtain falls", de nuevo con un Mariusz espléndido,
y una guitarra y bateria sonando muy potentes en la parte dura. Eran las 12:10
y cuando aún están tocando el final de la canción, Piotr Grudzinski deja su
guitarra y sale por por un lado del escenario mientras sus compañeros siguen
tocando; a los pocos segundos le toca el turno a Mariusz, le sigue Piotr Kozieradazki
(bateria) y, por último, Michal. Sutil y elegante forma de dejar el escenario.

En apenas un minuto reaparecen y nos obsequian con otro de los cortes largos
que tan bien les lucen en directo: "The same river", que ejecutaron, como no
podía ser de otra forma, a la perfección. Especialmente brillantes fueron las
partes más duras en las que la bateria sonó mucho más potente que en el disco,
con los platillos atronando en nuestras cabezas, y con un teclado más atmósferico
y tétrico.

Ya iba siendo hora de cerrar la trilogía y este fue el momento elegido para
tocar "Reality Dream III", que sonó impresionante al final, con un poderoso
teclado. Tras ello anunciaron "Loose heart" como último tema de la noche, otra
canción que en estudio no termina de engacharme pero que gana en directo. Faltaban
diez minutos para alcanzar las dos horas de concierto cuando salieron a hacer
la despedida de rigor y se marcharon del escenario. Y, cuando una servidora
estaba convencida de que ese había sido el final, volvieron a aparecer al minuto
para tocar un nuevo bis. El tema que cierra su último album, "Before", fue también
el tema elegido para terminar este concierto; inicio lento e incremento del
ritmo al final destacando, en mi opinión, bajo y teclado. Buen cierre, aunque
personalmente yo hubiera preferido algún tema más agresivo. Y de nuevo despedida
de rigor, con reverencia al público, y salida del escenario para esta vez no
volver. Después de dos horas ¿quién da más?

Creo que es prácticamente imposible destacar a uno solo de los componentes
ya que todos ellos derrochan calidad a raudales. Como ya comenté, y tal vez
porque me posicioné justo enfrente, me gustó mucho la labor de Michal con los
teclados, con más fuerza y presencia que en estudio, y otro tanto de lo mismo
ocurrió con el bajo de Mariusz. La guitarra limpia de Piotr y la emotiva voz
de Mariusz sonaron básicamente calcadas a los discos. Y en este sentido, si
hay que ponerle algún "pero" al concierto (y no estoy siendo objetiva, es solo
una impresión personal), sería precisamente la falta de improvisación. Eso y
que me quedé sin escuchar Volte-Face o In two minds (que yo hubiera sustituido
por Loose heart o I believe).

En resumen, un grandísimo concierto de dos horas de duración,
lo que a estas alturas supone casi un verdadero lujo, con buen sonido en general
(aunque en este asunto algunos comentarios discrepan del mio, con lo que podría
concluirse que, aunque bueno, podría haber sido mejor), y rebosante de calidad,
emotividad y humildad, algo de lo que carecen muchos grupos. Un concierto digno
y a la altura de bandas como Dream Theater u Opeth, que ya es decir. Excepcional
banda que esperemos en un futuro obtengan el reconocimiento que se merecen.

Texto y Fotos: Laura Martín