Barcelona Rock Fest 2022. – 1 de Julio 2022 – Parc de Can Zam. Sant Coloma de Gramenet. Barcelona.
Crisix y Alestorm convierten el Barcelona Rock Fest en una fiesta, Alice Cooper sale victorioso ofreciendo la mejor actuación de la jornada y Mercyful Fate revalida la reconquista de sus seguidores.
ORANGE GOBLIN
En un cartel como el del RockFest, plagado mayoritariamente de cuero y tachas, uno siempre agradece ver a algún nombre que represente al sonido del desierto perdido entre tanto tótem metálico. En esta ocasión los representantes del Stoner Rock fueron Orange Goblin, la veterana banda británica capitaneada por el gigante Ben Ward.
Desde 1995, ha habido pocos cambios en la formación, ya que Joe Hoare y Chris Turner siguen a la guitarra y la batería respectivamente, mientras que Harry Armstrong se encarga de las cuatro cuerdas desde el año pasado. Ni cortos ni perezosos, Orange Goblin tomaron las tablas de la carpa. Una pena, ya que gozarían de uno de los peores sonidos del festival.
Empezó el set con «Scorpionica» del álbum «The Big Black» (2000) y siguió un corto pero exhaustivo repaso a toda su discografía. «Sons of Salem» y «Renegade» fueron los dos representantes del último álbum de la banda hasta la fecha, «The Wolf Bites Back» (2018), pero hubo picoteo de casi todo su catálogo con «The Fog», «Acid Trial» o «Red Tide Rising», que cerró un apabullante set. Ward domina el escenario con su imponente presencia, y la banda suena como una auténtica apisonadora.
Lástima que la PA de la carpa no diera la talla para reproducir con cierta calidad la densidad de los riffs desérticos de Orange Goblin, que, a pesar de la hora y el sonido, se ganaron a la moderada audiencia que se acercó a verlos.
EVIL INVADERS
Según lo previsto, esta joven banda belga se subió a la Rock Tent para sacudir a todos los allí presentes con su mezcla de thrash, speed y heavy clásico en modo old school de los ochenta sin más, a lo bestia. Verlos en escena es como cerrar los ojos y ver esas actuaciones de los vídeos de los programs Headbangers Balls de la MTV de los salvajes conciertos thrash americanos. Si uno es capaz de rememorar eso será capaz de imaginarse a los EVIL INVADERS en directo.
Cuero, tachuelas, actitud, agresividad y mucha rabia. ¿Técnica depurada? Ninguna. ¿Calidad vocal? Bastante cuestionable. Esto es otra cosa. Esto es caña al 300%, directo en vena, si te gusta bien y sino te vas a otro escenario. No hay más. “In Deepest Black” es, digamos, el único momento de respiro que te nos dieron a modo de medio tiempo y “Slegehammer Justice” podría tratarse del otro extremo de la balanza con una banda absolutamente enfurecida. Concierto sin tregua.
CRISIX
Los de Igualada salieron, literalmente, a comerse el escenario. Su vocalista, Juli Baz, disfrazado como el protagonista de su videoclip “Macarena Mosh” y el resto de la banda, Marc Busqué (guitarra), Albert Requena (guitarra), Javi Carrión (batería) y Pla Vinseiro (bajo), con su nuevo disco bajo en brazo “Full HD”(2022), empezaron la descarga el referido single y a partir de ahí la fiesta ya no paró ni un segundo.
Estos catalanes fueron una de las bandas de sustitución del festival. Recordemos así que SYMPHONY X y ANTHEM cayeron del cartel para lamento de muchos, así que CRISIX tenía la difícil labor, no solo de hacerlo bien sino de consolar a aquellos que, como yo, se quedaron con las ganas de ver a algunas de estas grandes bandas.
Me quito el sombrero ante estos jóvenes que aprobaron con nota semejante examen. El concierto que dieron fue un auténtico festival de “ultra thrash”. Ahí tuvimos de todo, moshpit, circle pit, death wall e incluso intercambio de instrumentos entre los músicos para hacer una mezcla de versiones con “Hit de Lights”, “Walk” y “Antisocial”.
Del concierto de CRISIX no se puede poner ni un pero. Desde el primer compás lo dieron absolutamente todo y el gran escenario STAGE FEST ardió por completo, el público se entregó y se produjo la comunión total entre músico y espectador. Tanto es así que incluso al final del show los dos guitarristas, Marc y Albert, se bajaron al foso para ser rodeados por el circle pit con la intención de seguir tocando la guitarra.
Un regalo de concierto.
ALESTORM
Personalmente nunca he sido muy partidario de que grupos que se dedican a la parodia ocupen grandes escenarios en los festivales porque para hacer bromas creo que con escenarios más reducidos es suficiente. En un festival de rock los músicos que se lo toman en serio merecen poder exponer su esfuerzo en el mayor espacio posible y con los mejores recursos posibles y ver a cinco tipos, con un enorme pato de goma hinchable ocupando más de medio escenario, con el logo emulando las letras de Manowar vestidos de mamarracho y cantando memeces pues, a priori, sorprende un poco.
Ahora bien, cuando resulta que uno gira la cabeza y se encuentra a todo el público del festival saltando como locos, disfrutando de la fiesta que están montando Christopher Bowes (voz), Gareth Murdock (bajo), Peter Alcorn (batería), Elliot Vernon (teclado) y Máté Bodor (guitarra) entonces, querido lector, a uno solamente le queda dejarse contagiar de la alegría del momento y disfrutar de lo que realmente es el espíritu de un festival que no es otro que el de disfrutar de la música, pasarlo bien y reír y eso, los ALESTORM, lo saben hacer a la perfección. Es por eso que creo que esta banda de folk metal que casi llevan dos décadas en esto fueron una de las triunfadoras de la jornada, porque supieron convertir el drama en alegría y recordaron a base de ironía que no todo se acaba con Manowar.
Bravo ALESTORM por hacernos pasar un rato tan divertido.
UFO
Había cierta expectación en el festival para ver a UFO, una de las bandas decanas del hard n’heavy de toda la vida. Estamos hablando de un nombre legendario que publicó discos que son auténtica dinamita sonora, y el que, posiblemente, sea uno de los mejores discos dobles en directo de la historia del rock: «Strangers in the Night» (1979). Por supuesto, de una banda formada en 1968 no podemos esperar que nos visite su formación original, ni siquiera su formación más clásica, pero lo importante era que el vocalista Phil Mogg y el batería Andy Parker, ambos miembros fundadores, siguen al pie del cañón y nos visitarían en Can Zam.
Y dicho y hecho. Empezando el set con «Fighting Man», la banda ya metió la directa en el segundo tema, «Only you can Rock Me» y aquello se convirtió en una fiesta. Hay que reconocer que había mucha nostalgia en el ambiente y un poco de «yo pude a ver a Mogg cantando esos temas» pero también es de justicia reconocer que la banda SUENA. Vinnie Moore se encarga de la guitarra solista, solo con el buen hacer que tienen los guitarras de pata negra de hace dos o tres décadas (quizá incluso se pasa un poco), Rob de Luca apoya al bajo con solvencia y actitud y un viejo conocido como Neil Carter hace un poco de todo y todo bien.
El repertorio pronto se convirtió en un mini «Strangers in the Night», ya que la banda nos obsequió con tameazos del calibre de «Love to Love», «Lights Out» o «Too Hot to Handle». La vozz de Mogg no tiene la potencia de antaño, por supuestísimo, pero sigue conservando ese sonido y esa personalidad tan característicos. Cierto es que Moore no es Michael Schenkerm y quizá se regala demasiado en un tipo de material que probablemente agradecería una ejecución algo más práctica y menos pirotécnica. Aun así, clásicos básicos del hard n’heavy como «Rock Bottom» (11 minutazos) o «Doctor Doctor» sonaron a gloria hasta que la banda se despidió con «Shoot Shoot» dejando a la gente con ganas de más. A ver si la próxima vez (la habrá, claro que sí) me tocan «Natural Thing». Bolazo.
ALICE COOPER
Era el momento de uno de los pesos pesadísimos del cartel de este año, The Coop. Durante los años he conseguido ver a Alice Cooper y su banda un puñado de veces y, aunque suene a tópico, nunca fallan. Y esta vez no iba a ser menos. La expectación que rodeaba al concierto era máxima y cuando el set dio arranque con «Feed my Frankenstein» Santako se vino abajo. No olvidemos que Alice Cooper es uno de los pioneros del rock teatral (o ‘shock rock’) y se trajo el show completo, y ya al primer tema nos saca el Frankenstein. OK, el tipo no se va a dejar nada en la chistera.
Lejos ya de su clásica banda de los setenta, los músicos que suelen rodear al amigo Fournier son de primera categoría y se sigue cumpliendo el axioma, con el añadido que estamos hablando de una formación que viene siendo estable desde hace ya un porrón de años. Y se nota. El ‘flash’ escénico es cosa de dos guitarristas tan diferentes como complementarios como son Nita Strauss y Ryan Roxie. La primera es la guitar hero por antonomasia: tiene presencia, actitud y toca como los ángeles. El segundo es más rock and roll gypsy y se queda en un falso segundo plano, pero también toca tela. ‘La Bestia’ Chuck Garric se viene ocupando del bajo desde 2002 y Tommy Henriksen es el tercer guitarrista de la banda desde 2011 y todo el conjunto se completa con Glen Sobel a la batería, también desde 2011. Una banda con galones y pedigrí a diestro y siniestro.
Si a eso le sumamos el aspecto teatral del show de Alice Cooper, te quedas embobado: tenemos bebés monstruosos gigantes, enfermeras maníacas, guillotinas, camisas de fuerza, Jason Vorhees, floretes… Un poco de todo para amenizar la velada. Algunos números son más nuevos que otros, pero la profesionalidad y saber hacer de Alice Cooper hacen que siempre te lo creas todo. Y lo que es más importante, que lo disfrutes como ingrediente esencial en su propuesta.
Una propuesta que quedaría en el olvido si no estuviera debidamente apoyada por un setlist sólido. Y que me aspen si el setlist que presnetó Alice Cooper esta noche no era a prueba de bombas: «Bed of Nails», «No More Mr. Nice Guy», «Be My Lover», «I’m Eighteen»… es que joder, estamos hablando de auténticos clásicos del hard rock americano. Por supuesto, no faltan los megahits como «Poison» (locura total), «Hey Stoopid» o «Billion Dolar Babies», que se combinan también con temas un poco menos conocidos, pero igual de potentes como «He’s Back (The Man Behind the Mask)», «Go to Hell» o una conmovedora «Steven». Todo en el show funciona a la perfección.
Mención aparte merece la calidad del sonido que, por fin, fue suprema y se disfrutó especialmente en temazos como «Roses on White Lace», «I Love the Dead» o «School’s Out», que cierra el set por todo lo alto. Esto es como todo: Alice Cooper te puede gustar más, te puede gustar menos. Pero honestamente creo que cualquier persona con cierta sensibilidad hacia el rock and roll en general tiene que saber apreciar que el show de The Coop es algo que ya no abunda en la actualidad, y que se puede (y se debe) disfrutar mientras esté entre nosotros. Enorme.
NASHVILLE PUSSY
Se veía venir. Es que se veía venir.
Las coincidencias y solapes con el concierto de Mercyful Fate, hizo que me perdiera más de 20 minutos del show de los de Atlanta. Y me jode. ¿Por qué? Pues porque cuando llegué literalmente corriendo a la carpa desde el foso de fotógrafos de los cabezas de cartel daneses, me encontré que la fiesta ya estaba por todo lo alto y la susodicha carpa ardiendo ya convertida en un auténtico tugurio del sur de los Estados Unidos.
Y es que el feliz matrimonio de Blaine Cartwright y Ruyter Suys no lo saben hacer de otra manera. Decibelios a tutiplén, guitarrazos a destajo, actitud sureña por encima de todo, Jack Daniel’s y cerveza. ¿Qué más se necesita para disfrutar de la fiesta del rock and roll? Nada, por supuesto.
Al llegar en pleno pollo ya estaba Blaine vaciando una lata entera de cerveza en su sombrero de cowboy para hacer su clásico número de beber directamente de él, y pasar directamente a bailar como un poseso mientras Ruyter viola repetidamente a su Gibson SG. Bonnie Buitrago y Ben Thomas forman una base rítmica simple y poderosa. Sin florituras. Justo lo que el sonido de Nashville Pussy pide a gritos. Sinceramente, se me hace muy difícil escribir esta crónica ya que tuve la sensación de ser lanzado a los leones cuando el público ya estaba en harina desde hacía mucho tiempo.
La banda alargaba un tema sin piedad para que la música no parara nunca y que la fiesta fuera eterna hasta que, después de una necesaria pausa, si pude disfrutar al completo de «Go Motherfucker Go», un torpedo sónico imprescindible en la discografía de la banda que, lamentablemente, puso el final a su actuación. Una actuación ampliamente vitoreada por el público a quien no podía importarle menos lo que estaban haciendo Mercyful Fate en el escenario grande ya que solo buscaba una fiesta de rock and roll para divertirse un rato. Mierda, justo cuando empezaba a entrar en calor….
MERCYFUL FATE
Se hacía complicado, por no decir prácticamente imposible, superar la actuación de ALICE COOPER pero creo que la actuación de MERCYFUL FATE iba destinada a un público más concreto y, por tanto, seguramente el fan auténtico de King Diamond dará ganadora a su banda.
Cabe recordar que “El Rey” ya visitó este festival como KING DIAMOND en sus ediciones 2016 y 2019, es decir, en su última edición, así que estábamos ante un nuevo repetidor. No obstante, esta vez nos visitaba con un formato más “selecto” ya que, si bien es cierto que seguramente hoy en día quedemos pocos de los que hayamos seguido la carrera de King Diamond en solitario, no menos cierto es que MERCYFUL FATE aún se ha convertido en una banda de auténtico culto porque su actividad discográfica ha sido discreta y realmente espaciada en el tiempo. Prueba de ello es que su set-list, a excepción del tema nuevo “The Jackal of Salzburg”, se basó íntegramente en material publicado entre los años 1982 – 1984, es decir, temas de hace cuarenta años.
Teniendo en cuenta que, fruto de reuniones posteriores, han existido discos como “In The Shadows”(1993), “Time”(1994), “Into The Unknown”(1996), “Dead Again”(1998) y “9”(1999), uno puede deducir el interés que han podido despertar entre la audiencia.
Otro aspecto para tener en cuenta es que de la formación original de MERCYFUL FATE solamente están King Diamond y el guitarrista Hank Shermann, con lo cual, volvemos al debate de hasta que punto hablamos de una reunión o un auto tributo. En cualquier caso, debates al margen, de lo que no queda duda alguna es de que el público respondió y de que el montaje de la banda mostró el suficiente respeto como para que así fuera.
Precisamente porque el público era exquisito, de culto y exigente esperaba de King y los suyos una actuación a la altura y la tuvo. Solemne, elegante, terrorífica, con efectivos juegos visuales y un gran montaje en el escenario. Añadido a esto Diamond ejecutó su papel de manera sublime, tal y como nos tiene acostumbrados, con sus guiños, sus muecas y sus tenebrosos movimientos. Y qué decir tiene que, pese a sus 65 y los problemas de salud que haya podido pasar, vocalmente realizó su labor perfectamente. En cuanto a su equipo de músicos no hay nada que se pueda cuestionar ya que tanto Shermann (guitarrista original), como Wead (guitarrista también presente en KING DIAMOND), Joey Vera (bajo) y Bjarne T.Holm cumplen su labor como auténticos profesionales.
En su conjunto, por tanto, la actuación fue excelente. Dirigida a un sector del festival, eso sí, pero de una ejecución y una puesta en escena exquisita y, además, complementada con un sonido, que, esta vez si, fue intachable.
BLIND GUARDIAN
La noche seguía y cada vez se complicaba más para las bandas que se iban sucediendo. Las dos formaciones que acababan de sonar habían dejado el listón muy alto para los alemanes BLIND GUARDIAN y esta vez no se pudo superar.
El primer motivo fue puramente objetivo. La formación alemana venía coja porque su guitarrista Marcus tuvo que quedarse en casa por culpa del dichoso COVID. Un aplauso, eso si, porque al menos tuvieron la valentía de venir a tocar, pero, claro, se complica la cosa para una banda del nivel técnico de BLIND GUARDIAN cuando les dejas solamente con seis cuerdas.
El segundo motivo fue sencillamente estético. Veníamos de un concierto de ALICE COOPER y otro de MERCYFUL FATE en los que se había puesto toda la carne en el asador. ¿Qué traían BLIND GUARDIAN? Nada. Un telón de fondo y luces. ¿No se supone que estamos celebrando los 30 años del Somewhere far Beyond? ¿Tantos años de fidelidad no merecen un poco más de esfuerzo de producción? No es de recibo que una banda de este nivel muestre este grado de austeridad.
También hubo cosas buenas y hay que decirlas. Lógicamente la primera fue el set-list. Tocaron casi de forma íntegra el referido disco y le añadieron las píldoras esperadas como “Into the storm”, “Mirror, mirror”, “Wellcome to Dying” y como no, el tema de cierre “Valhalla”. A destacar el sorprendente estado vocal de Hansi. En todos estos años no han sido las pocas que le hemos visto en directo y su recorrido ha sido algo irregular. Ahora lo está haciendo bien, pero lo estropea con su puesta en escena. Lamentablemente creo que esto ya no va a tener arreglo a estas alturas de la película.
Aunque el resto de la banda trata de compensar la actitud algo apática de Hansi, en líneas generales se podría decir que la banda triunfó gracias al set-list y las ganas del público por cantarlos con Hansi.
ROSS THE BOSS
Llegaba la recta final del viernes con una de las sustituciones más polémicas del festival. Tras la anulación de MANOWAR se anunciaba como una de las nuevas incorporaciones a ROSS THE BOSS, es decir, el que fuera el guitarrista de MANOWAR desde 1979 hasta 1988, o lo que es lo mismo, el que participó en los discos considerados como más significativos de la banda y que son Battle Hymns (1982), Into Glory Ride (1983), Hail To England (1984), Sign Of The Hammer (1984), Fighting The World (1987) y Kings of Metal (1988).
Por lo tanto, el que quería temas de MANOWAR tuvo temas de MANOWAR de los añejos. Así fue como el bueno de Ross y los suyos nos regalaron 13 versiones de la referida banda. Ni más ni menos, trece joyas sin florituras, sin discursos, sin saturaciones de sonido ni excentricidades de ningún tipo. Claro, conciso y directo. Sin más. Buen sonido, buena entrega y participación total de un público que iba viendo como tenía la posibilidad de ir cantando, uno tras otro, himnos extraídos de cada uno de los referidos discos tan emblemáticos como “Blood of the kings”, “Sign of the hammer”, “Thor (The Powerhead)”, “Wheels of fire”, “Blood of my enemies”, “Black, wind, fire and steel”, “Kill with power” o “Fighting the world”.
Evidentemente, con una puesta en escena acorde al nivel mucho más humilde que el de la banda originaria del guitarrista, el efectivo cantante Marc Lopes, el bajista Dirk Schlächter (GAMMA RAY, AVALANCH) y el batería Sean Elg, junto a Ross, se encargaron, como digo, de dar un recital al nivel de lo esperado y con “Hail and Kill”, brazos en alto, despedimos a la banda por todo lo alto.
Texto: Marcel·lí Dreamevil
Texto Orange Goblin, UFO, Alice Cooper, Nashville Pussy: Edko Fuzz