Amorphis + Soilwork + Jinjer + Nailed To Obscurity – Viernes 08 de Febrero ’19 – Sala Black Box, Palacio de Vistalegre, Madrid

Desde que se anunció esta gira, para muchos era una fecha remarcada en rojo en el calendario. Cuatro bandas que aunaban de lo mejor del presente y el futuro no era para dejarlo escapar. Tal fue la demanda de entradas que a semanas del evento ya estaba colgado el cartel de “No hay billetes” para el recinto en el que en un principio se iba a celebrar: la Sala Mon. Así pues, la organización decidió trasladarlo a la Sala Black Box del Palacio de Vistalegre y sacar más entradas a la venta. Pocas horas antes de la apertura de puertas quedaban muy pocas a la venta, así que prácticamente podemos hablar de lleno absoluto.

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López

Y llegó el día del concierto, con el anuncio de que todo se retrasaba media hora. Finalmente, el retraso se alargó casi hasta la hora en la apertura de puertas, aunque durante el transcurso de la tarde/noche se fue corrigiendo. Los encargados de romper el hielo fueron Nailed To Obscurity, desde Alemania. Con su cuarto disco recién salido del horno, tenían una ardua tarea por delante, ya que un día laborable en la capital es complicado que a las 18 horas puedas tener una audiencia medianamente decente. Sin demasiada fanfarria salieron a escena sin complejo alguno ante no demasiada gente, abriendo el concierto con “Black Frost”, tema que da título a su más reciente lanzamiento, el cual fue casi el único disco que tuvo representación.

  

Con su estilo a caballo entre el Death y el Doom Metal, continuaron ofreciéndonos nuevos temas como “Feardom” y “The Aberrant Host”. Pese a que no estaban causando mucha sensación entre los pocos asistentes, si es cierto que poseen ciertas virtudes que merecen ser más exploradas. Quizá para comenzar la tarde, su propuesta pesada, oscura y tortuosa, no fuese lo más apetecible, pero si es cierto que tienen detalles, que recuerdan a otras bandas como Opeth, Katatonia o Paradise Lost, muy interesantes. “Tears Of The Eyeless”, también de “Black Frost”, fue la siguiente en caer, ya con algo más de público.Para terminar, echaron mano del tema más destacado de su anterior álbum: “Desolate Ruin”.

Sin más, tal como llegaron se marcharon. Concierto correcto para una banda que seguramente tenga más que ofrecer de lo que pudimos presenciar este día.

Tras el consabido cambio de escenario les tocaba el turno a los ucranianos Jinjer, una banda que ha experimentado un crecimiento brutal a base de tocar y tocar, de recorrerse Europa de arriba a abajo con su furgoneta y no desfallecer tras más de año y medio de trajín. En este último año y medio han visitado España cuatro veces, y aún les podremos ver este verano en el Rock The Coast Festival de Fuengirola. Se notó una barbaridad que ésta si era una banda que interesaba, aumentando notoriamente el número de personas frente al escenario, expectantes ante la salida de Tatiana y compañía. Y lo hicieron de manera totalmente efectiva con “Words Of Wisdom”, demostrando enseguida que habían venido a comerse el escenario y refrendar con creces el estatus que ahora mismo poseen. “Ape”, de su reciente E.P. “Micro”, enardeció aún más al público que tímidamente coreó la pegadiza melodía de su estribillo.

  

“I Speak Astronomy”, “Dreadful Moments” o “Teacher, Teacher” dejaron más que patente la calidad que atesora cada uno de los miembros de Jinjer. Tatiana Shmaylyuk es un auténtico portento vocal, que maneja a la perfección tanto los guturales como las voces limpias. Además no para sobre el escenario, animando en todo momento. Las guitarras de Roman Ibramkhalilov derrochan fuerza y contundencia además de gusto y clase. Por no hablar de la base rítmica, un auténtico espectáculo el que nos regalan a cada compás Eugene Abdiukhanov y Vlad Ulasevich. ¡Qué barbaridad! Groove Metal, Djent, Metal Progresivo… les da igual, mezclan un poco de aquí y de allá con un resultado sorprendente. La gran pega es que sus temas quizá pasan por fases demasiado complejas que al público generalista pueden atragantárseles un poco. El día que Jinjer de con la tecla de mezclar bien esa complejidad y calidad con buenas partes melódicas no habrá quien los pare.

Lo mejor del concierto llegó con “Who’s Gonna Be The One”, “Pisces” y “Perennial” donde la audiencia ya era considerable, ya que no paraba de entrar gente, y se notó en el ambiente general. Por momentos la sensación era de incredulidad ante las virguerías que llegaban desde el escenario, para instantes después recobrar el movimiento.

  

Cerraron una gran actuación con “Sit Stay Roll Over”, dejando muy buen sabor de boca. Mucho futuro por delante tienen estos ucranianos.

Poco tiempo después el telón de Soilwork, que había estado presente desde que entramos a la sala, quedaba ya libre de obstáculos mientras los técnicos terminaban de chequear las líneas y el público se amontonaba frente al escenario.

Pronto se apagaron las luces y los integrantes de la banda fueron subiendo a las tablas mientras sonaba la intro y rápidamente comenzaron con “Arrival”, uno de los cinco cortes que tocarían de su nuevo trabajo “Verkligheten”. El gran comienzo quedó un poco empañado por el hecho de que estuviesen tocando casi a oscuras. Y es que lo que en un principio pensamos que fue un error resultó ser un absurdo torpedeo a los fotógrafos, ya que durante los temas que estuvieron en el foso no hubo prácticamente iluminación, haciéndose la luz en el momento exacto en que estos abandonaban el foso. Comentándolo con otros compañeros todos coincidimos en que fue algo absurdo y anacrónico. De esta manera vieron afectado el comienzo de su concierto, ya que el público quedó un tanto desconcertado con el tema lumínico.

  

Tras “Arrival” llegó “The Crestfallen”, todavía medio a oscuras, que fue gratamente acogida por el respetable. Estaban sonando muy bien, con la contundencia y limpieza que les caracteriza, algo que se hizo aún más patente con “Nerve”, uno de los mejores temas de toda su carrera, que fue coreado en su estribillo hasta la saciedad y que nos volvió a mostrar a un Bjorn en plena forma, ya fuese en las partes más desgarradas o en las más limpias.

“Full Moon Shoals”, otro de los nuevos temas, relajó un poco el ambiente con su cadencia más pausada y melódica, enlazando bien con “Death In General”. “Like The Average Stalker” retomó la senda más cañera de manera muy aplaudida, echando así la vista atrás hasta aquel lejano “A Predator’s Portrait”.

  

A partir de aquí quizá la elección del set list les jugó una mala pasada de la que no se recuperaron hasta casi el final. Y es que, entre temas nuevos y elecciones de cortes antiguos algo discutibles, enfriaron algo el ambiente. Con esto no digo que lo hiciesen mal, ni muchísimo menos, de hecho dieron un muy buen concierto, pero la sensación no fue la de otras veces.

Del “Living Infinite” escogieron “Drowning The Silence” y “The Living Infinite II”, cuando un “This Momentary Bliss” o un “Tongue” habrían sido más obvias, pero también el resultado habría sido otro. Por otro lado, 3 temas del “The Ride Majestic” quizá fueron excesivos y en su lugar una mirada al “The Chainheart Machine” no habría estado de más. Está claro que cada uno podríamos hacer un set list diferente a nuestro gusto, pero en cuanto a términos objetivos, lo cierto es que la parte central de su show quedó un poco fría, salvando la excepción de una brutal “Bastard Chain”. El final fue otro cantar. “Witan” funciona muy bien en directo y recalentó algo el ambiente, que terminó de encenderse con la insuperable “Stabbing The Drama”, que puso otra vez a toda la sala a cantar como una sola voz. ¡Brutal!

  

Y para cerrar “Stålfågel”, la cual, a pesar de casi parecer de The Night Flight Orchestra, el otro grupo de Bjorn, obtuvo también una gran respuesta por parte de la audiencia. Quizá yo la habría intercambiado en el orden con “Stabbing The Drama”. En resumen, Soilwork dieron un gran concierto, a ellos técnica y musicalmente no hay nada que reprocharles, pero seguramente con un set list más ajustado el resultado habría sido todavía mejor.

Casi sin darnos cuenta, entre salir a refrescarnos un poco y ver como subían sendos martillos de Thor para adornar los lados del escenario, llegó la hora de Amorphis.

Había muchas ganas de los finlandeses en el ambiente, ya que nada más comenzar a sonar los primeros acordes de “The Bee” la sala ya era un mar de puños en alto que jaleaban a Tomi Joutsen y compañía. Su nuevo single fue seguido de otro de los cortes de su reciente lanzamiento, “The Golden Ek”. Ambos temas, ante la reacción del público, podrían pasar ya por clásicos de la banda. “Sky Is Mine” y “Sacrifice” sirvieron para echar la vista a atrás, tras lo que volvieron a su reciente “Queen Of Time” con “Message In The Amber”.

  

Lo suyo fue una monotonía triunfadora, ya que no se salieron del guion ni un momento, interpretando los temas, todos de factura similar, con precisa frialdad. Únicamente Tomi animaba y agitaba un poco el avispero. Pero no deja de ser una fórmula que les funciona, y les funciona realmente bien. Poco importó que los cortes siguiesen todos la misma línea, porque la ejecución fue perfecta y Tomi nos destrozaba con sus guturales en unos momentos, para acto seguido llevarnos por la senda de la melodía con su profunda y melancólica voz.

Alternaron muy bien las canciones con toques folk con otras de tinte más progresivo, aunque todas ellas con el sello que ahora tienen Amorphis, con partes muy coreables que conjuraron una perfecta comunión con el público. Así pues, “Silver Bride”, “Bad Blood” y “Wrong Direction”, fueron las siguientes en caer. Como ya he dicho, sin mucho más artificio. Una. Y otra. Y otra. Algo que hizo que la música fuese realmente lo único importante y que se crease un ambiente que hacía tiempo que no sentía. Curioso lo que en algunos es un defecto en otros termina por ser una virtud. Con “Wrong Direction” comenzó una trilogía de su último lanzamiento, que se completó con “Daughter Of Hate” y “Heart Of The Giant” y que sonó especialmente bien, aunque nada comparado con lo poco que quedaba por delante. “Hopeless Day” y “Black Winter Day”, canción que cumple los 25 años ya, que se dice pronto, pusieron la sala patas arriba antes de que la banda se retirara momentáneamente.

  

Poco después llegaron los bises, “Death Of A King” y “House Of Sleep”. Casi nada. Aquello llegó al punto de ebullición, cerrando un concierto magnífico por parte de Amorphis, quienes parecen haber dado un salto cualitativo con el lanzamiento de “Queen Of Time” tras muchos años dejándose la piel en los escenarios.

Gran velada a la que asistimos, con cuatro grupos que sin ser de primerísima línea consiguieron un meritorio lleno que justificaron con actuaciones de nivel.

  

Texto: Alberto López
Fotos: Mario López