Baroness + Cobra – 8 de Marzo’16 – Sala Apolo (Barcelona)
No son pocas las bandas que han recibido un duro revés de la vida en plena trayectoria ascendente. A veces ese golpe resulta fatal; quizá no fulminante, pero sí que planta la semilla de la desaparición. Cuando Baroness tuvieron un espantoso accidente en plena gira y su sección rítmica decidió abandonar por culpa del trauma, la carrera de la banda de Savannah parecía que pendía de un hilo. Probablemente John Baizley ya sabía que de eso nada. El líder indiscutible de la banda es un tipo con las ideas muy claras y con un tesón envidiable. De esta manera, volvió a arrancar la banda junto al guitarrista Peter Adams y se sacaron "Purple" (2015) de la manga tras tres años en la sombra. Y gracias a la gira de presentación de este disco, Baroness disfrutaron un triunfal regreso a Barcelona, donde casi llenaron la sala grande de Apolo.
Texto y fotos: Edko Fuzz
Los vascos Cobra (gran nombre en honor del inigualable Marion Cobretti) fueron los encargados de abrir la velada con puntualidad intachable. Por si fuera poco, se trataba del primer concierto de presentación de "Riffyard" el tercer trabajo de la banda con lo que Lete, Josu, David y Ekain salieron especialmente motivados a pesar del escaso público, debido al poco tiempo transcurrido desde la apertura de puertas. Con un sonido e imagen contundentes, Cobra no negocian con psicópatas, ellos se los cargan. Desde el minuto uno, la apisonadora de riffs arranca y no para hasta el acople final.
Y es que si algo tiene "Riffyard" son, por supuesto, riffs. Ya sea en "Skull & Bones", "’70 Challenger" o "Red Tops", la banda es una máquina de escupir riffs con energía y un punto de mala leche hardcore. Se nota que estamos ante cuatro músicos veteranos que saben lo que hacen, y lo hacen bien. Poco a poco la sala se fue llenando al ritmo de "General Lee" y "Life Is Too Short", los temas que pusieron punto y final a un inicio de gira de presentación que pinta muy bien para Cobra en este 2016.
A la hora señalada bajaron las luces y Baroness tomaron el escenario de Apolo ante una tremenda ovación. Como cabía esperar, Baizley y Adams son los que mandan en el escenario. Las nuevas incorporaciones son una mezcla de sensaciones encontradas. El nuevo bajista, Nick Jost, viene del mundo del jazz y, desde luego, sus pintas lo delatan. Su imagen dista mucho de lo que entenderíamos por un miembro de una banda de metal, pero cuando se calza el bajo de cinco cuerdas demuestra el por qué Baizley lo escogió para Baroness. El nuevo batería, Sebastian Thomson, desde luego encaja mejor a nivel visual, y tampoco es manco en el dominio de su instrumento, así que cuando empiezan a sonar temas como "Kerosene" o "Morningstar", la banda ya funciona desde el primer momento.
Cuando se desgranan temas de "Yellow and Green" como "March to the Sea" o "Board Up the House", tanto Jost como Thomson demuestran que se adaptan perfectamente a lo que les echen. Baroness suenan perfectos, elegantes e incluso me atrevería a decir que un pelín demasiado controlados. En una banda de estas características es lógico pensar que buscan esa limpieza para que todos los matices y texturas de su música luzcan como es debido, pero una marcha más no hubiera ido nada mal. Baizley ejerce de perfecto maestro de ceremonias con sus convulsiones sobre el escenario, pero esta noche no anda muy fino de voz y a ratos sufre, aunque eso no le amedrenta y sigue adelante como si no pasara nada.
El setlist se basa, como es normal, en temas de "Purple", y las mejor recibidas son "Shock Me", "Try To Disappear", "Chlorine & Wine" y "If I Have To Wake Up (Would You Stop The Rain?)" que suena magnífica. Todo sería fantástico si no fuera porque entre tema y tema, Baroness sienten la necesidad de deleitarnos con interludios instrumentales que no aportan demasiado aparte de cargarse por completo el ritmo del show. Es cierto que Baroness no son una banda al uso y gustan mucho de las piezas instrumentales y atmosféricas, como el propio "Green Theme", que también suena esta noche, pero estos interludios son, a todas luces, excesivos e incluso me atrevería a decir molestos.
El público reacciona tras otra de estas piezas instrumentales con "The Gnashing", la única visita que habría en toda la noche al "Blue Album", tiñendo de azul el escenario de Apolo. Y es que gracias a que todos los discos de la banda llevan por título un color, Baroness se sirven de un efecto lumínico tan simple como efectivo como es el iluminar cada canción con el color del disco al que pertenecen, y es por eso que esta noche nos vemos sumidos en atmósferas violetas y púrpuras la mayor parte del tiempo. No así, sin embargo, con "Eula", una maravilla de canción que nos baña en amarillo dorado con su cadencia ascendente y sus maravillosas harmonías tanto vocales como guitarreras, que si bien han sonado de lujo toda la noche, es en este tema donde brillan con la intensidad de una supernova.
Para el esperado bis (que por cierto, no llegó a darse en Madrid por incomprensibles problemas de tiempo), no podía faltar un tema como "Isak" que tiñera el escenario de rojo sangre, mientras que para cerrar el set, Baroness nos regalan lo más parecido que tienen a un hit, la coreadísima "Take My Bones Away" que, ahora sí, arranca algunos pogos en la olla de las primeras filas. Es éste el punto final de un show un poco más corto que el resto de los del tour, quizá debido a los problemas vocales de Baizley. Se han quedado en el tintero temas que venían siendo fijos como "The Iron Bell", "A Horse Called Golgotha" o incluso "Cocainium".
La impresión general es de que hemos vivido un concierto sólido por parte de una banda muy capaz, pero que de la sensación de que no se acaba de soltar del todo. Con el setlist basado en sus dos últimos discos, nos da la idea de por dónde irán los tiros de la carrera de Baroness en un futuro. Eso gustará a unos más y a otros menos, pero lo que nadie podrá negar es que la entidad de esta banda hace que jueguen en otra liga, a años luz de la mayoría de bandas de metal cortadas por patrón. Quizá hoy no ha sido su mejor noche, pero el nivel ha sido satisfactoriamente alto. Que me cuenten para repetir.
Texto y fotos: Edko Fuzz