Los amantes del rock americano y de los sonidos más sureños estamos de enhorabuena ya que la banda de Nueva Orleans saca a la luz su tercer disco, tras las buenas, y sin lugar a dudas merecidas, críticas que recibieron tras su disco homónimo y el más reciente Folkore and Superstition.
En aquellos dos trabajos sentaron las bases de lo que muchos aventuraron (y me incluyo) sería una banda que daría mucho que hablar, y poco a poco lo van consiguiendo. Lástima que en España apenas se les conozca y se prodiguen poco, quedando ya lejano esa gira de 2009 y espero que con este nuevo trabajo se vuelvan a acordar de pasar por la península.
Por lo tanto, el listón que tenía que superar o, al que por lo menos acercarse este “Between The Devil and the Deep Blue Sea”, estaba bastante alto y lo sabían, por lo que se han metido al estudio y han conseguido sacar otro gran disco, con un puñado de buenas canciones que no defraudará a casi nadie. Bien es verdad que a medida que ha ido pasando el tiempo, las guitarras se han modernizado, y en este disco aún más, sonando más contundentes y quizás menos sureños, pero las raíces y la esencia de la banda siguen presentes y mucho.
También es verdad, que los estribillos cada vez son más pegadizos, por lo que alguno se pensará que van a cambiar o van a perder su horizonte hacia la comercialidad, pero, a mi juicio, el disco rebosa rock and roll por los cuatro costados, y destila muy buen rollo, sin perder en casi ningún momento las esencias setenteras, macarras, clásicas que les viene caracterizando desde sus inicios.
Comparándolo con los anteriores discos, quizás me quede con su primera entrega, que suena setentera, especialmente porque su propuesta me supo fresca y sorprendente. Y bien es verdad que era difícil repetir ese standart de calidad sin caer en la repetición, por lo que este giro (que no es tanto o tan pronunciado) les favorece ya que cada disco tiene un toque especial que le hace diferente al anterior.
Si bien, de los tres quizás se quede a un paso, corto, pero en definitiva ligeramente por detrás de los dos anteriores, aún siendo para mí de los mejores discos de lo que van de año, sin duda.
En esta entrega como digo, la contundencia de las guitarras gana mucho peso, en cierto modo en la línea que propuso Zakk Wylde en sus Black Label Society, con lo que las guitarras suenan menos setenteras, menos cercanas a sonidos como los de la banda Estadounidense Black Crowes.
El nivel vocal de Chris en este trabajo es excepcional, sonando añejo, vintage, setentero, con rollo pero sin perder fuerza y rabia, además de unos coros especialmente cuidados y trabajados que hacen que los estribillos y las voces suenen aún mejor. Y es que este disco destaca por las grandes melodías que han conseguido parir. Realmente había inspiración a la hora de afrontar este disco.
La banda suena sólida, redonda, como una máquina en un disco largo, (15 temas) del cual no descartaría apenas ninguno ya que todos tienen un algo, un punto que te atrapa y te engancha. El único corte que no me cuadra “Blame it on the boom boom” con un estribillo más rollo popero comercial que, por suerte, poco tiene que ver con el resto del trabajo.
El disco empieza muy contundente, con los temas más cercanos a Black Label Society como White Trash Millionaire y Killing Floor, en las cuales Chris y Ben Wells demuestran la gran compenetración a la hora de componer. El solo de White Trash Millionaire posee mucho feeling y sobre todo energía, me ha dejado en shock, gran solazo.
Killing Floor tiene un estribillo de pura inspiración, de esos cortes mágicos que no salen más que unos pocos. Genial tema. Pero no se olvidan de las raíces setenteras y de las influencias reconocidas por Black Crowes en otra de las canciones que más me ha emocionado como es In my blood, con un Chris emanando sentimiento y fuerza por doquier.
“Such a Same” es la que tiene el ritmo y el enfoque más modernoso. Aún así es un tema que con las escuchas gana y donde la base rítmica Lawhon al bajo y John a la batería se erigen como una base muy sólida, especialmente John con una pegada y una variedad rítmica dentro muy sorprendente.
Otra de las pistas más recomendables es Like I Roll con un enfoque muy folk en un corte más relajado pero con una línea melódica impresionante y que demuestra la calidad y compenetración de los cuatro a la hora de componer. En definitiva una banda maravillosa que se entienden entre ellos a las mil maravillas.
Can’t you see viene de las propias raíces de los Zeppelin con uno de esos riffs que en parte se los debemos a los londinenses y su legado o Stay en un medio tiempo muy americano, bastante comercial pero que suena genial y que en directo funcionará muy bien.
All I’m Dreamin’ of es la más sententera, una canción con guitarras acústicas y guitarras countrys de fondo para una de esas baladas que a los americanos se les da tan bien crear. Grandísimo tema, que sirve para que nadie se olvide de donde viene la banda. Enlazan con Starring at the mirror, que empieza también muy country para derivar en un corte contundente, con una estrofa muy en la línea Creed a la voz y un estribillo que hará votar a cualquiera en el concierto. Un temazo sin duda.
En fin, que podría destacar todos y cada uno de los cortes que aparecen en el disco. Esta banda tiene calidad, tiene canciones y a muchos nos tiene emocionados porque posibilidades de dar la campanada tiene.
Para los amantes del rock and roll más clásico, más sureño es de obligada escucha, además de los dos primeros trabajos ya que es una de las bandas más prometedoras que han salido. Lo único espero que Blame it on the boom boom sea solo un desliz y un coqueteo residual con la comercialidad y no vayan por esa dirección sus futuros trabajos.
Belch
Temas
01 – White Trash Millionaire
02 – Killing Floor
03 – In My Blood
04 – Such A Shame
05 – Won’t Let Go
06 – Blame It On The Boom Boom
07 – Like I Roll
08 – Can’t You See
09 – Let Me See You Shake
10 – Stay
11 – Change
12 – All I’m Dreamin’ Of
13 – Staring At The Mirror
14 – Fade Away
15 – Die For You