A finales de los años 80 del siglo pasado, surge una pequeña moda dentro del metal, una corriente ─si quieren llamarla así─ que consistía en la creación de bandas a base de figuras procedentes de grupos consagrados. Algo parecido, si bien se mira, a lo que sucedió hace pocos años con grupos como Black Country Communion o Chickenfoot. Emilio Morote Esquivel |
En aquellos tiempos y en ese contexto, surgió un grupo que arrasó en las listas: Mr Big; otro que apenas tuvo repercusión: Badlans (la banda del hoy casi olvidado Jake E Lee, que parece que va a volver con un nuevo proyecto); y los mejores de todos, la formación que nos ocupa: Blue Murder, una agrupación que se formó en torno al señor John Sykes y que, al parecer, pretendía reflotar el sonido de los grupos de los años setenta y dar al hard rock un vuelco menos comercial y menos ortopédico que el que blandían las formaciones de hard melódico de Los Angeles y tal.
John Sykes no eran ningún desconocido. Había grabado el último disco en estudio de Thin Lizzy, el tremendo “Thunder and Lightning”, un cedé que fue el más que digno canto de cisne de los irlandeses. También había sido el músico que grabó todas las pistas de guitarra de “1987”, el mayor éxito jamás obtenido por Whitesnake y uno de los discos de hard rock más vendidos de la década de los ochenta, lo cual, en aquellos tiempos en que no existían las descargas de Internet, es mucho decir.
John reclutó a dos músicos de altísimo nivel para la base rítmica. Carmine Appice, conocido por mil proyectos, entre otros el por entonces reciente de King Kobra, con quienes grabó un primer disco meritorio y con los que no se comió un colín por su posterior y excesiva orientación AOR, era el batería ideal para un grupo que nacía con la vocación de rendir homenaje a las grandes bandas hard de los setenta: Led Zeppelin, Cactus, Mountain. El bajo lo ocupaba el señor Toni Franklin, quien había grabado, nada menos, con el señor Jimmy Page en su breve y poco conocida carrera en solitario.
Se había hablado, al parecer, de dotar a la formación de un cantante solista. Se dice que fue el señor Ray Gillen quien recibió la oferta más apetitosa, pero este finalmente optó por unirse a los mentados Badlans del señor Jake E Lee, así que fue el propio John Sykes quien se arrogó la función de vocalista.
El resultado es formidable. El disco debut de Blue Murder, titulado igual que la banda, es una de esas joyas irrepetibles que uno se encuentra muy de vez en cuando. Debería ocupar, en el panteón del metal y el rock duro, un lugar al lado de las grandes obras de los ochenta de combos como Judas Priest, ACDC, Iron Maiden, Def Leppard y Metallica, por nombrar solo unos pocos.
¿Las pruebas? A puñados las tenemos. El corte de apertura, “Riot”, deja ya sentado lo que se va a encontrar en el disco: influencias de Thin Lizzy y de la etapa ochentera/AOR de Whitesnake, una guitarra que no hace prisioneros, la voz acariciante de John Sykes que, como se demostró mucho después en una de esas reuniones espurias de Thin Lizzy, no le tiene nada que envidiar, como clon, a la de Phil Lynnot; y la base rítmica, como era de prever, resulta demoledora. El señor Carmine Appice reparte estopa con sus tambores como no lo había hecho nunca antes en toda su vida.
“Sex Child” tiene una intervención competente de teclados a cargo de un músico casi de sesión; además, acaricia un aire funk que recuerda de cerca lo que luego haría otro ilustre de la saga Purple en sus discos en solitario, el señor Glen Hughes. Además, “Sex Child” contiene un más que evidente homenaje a “Still of the night” del disco de Whitesnake que había sido, a medias, creación entre David Coverdale y John Sykes. “Valley of the kings” dio para un vídeoclip de los que se rodaban en aquellos años: mostraba a la banda con los pelos crepados en una imagen que no les hacía ningún favor, pero qué le vamos a hacer, la canción es una especie de experimento progresivo mezclado con hard rock de alta escuela. Una joya.
El trabajo no trae ningún tema de relleno. Si acaso, hay que reconocer, siquiera a regañadientes, que la balada “Out of love” (que también va del asunto de resucitar el espíritu de los Whitesnake de aquellos años) queda un poco desentonada con respecto a un trabajo lleno de caña de la buena. Por lo demás, el plástico exuda carácter, talento y buen hacer.
¿Por qué, entonces, Blue Murder no conoció el éxito masivo? La respuesta está en las nuevas modas que iban a salir ya dos años después en Estados Unidos. El asunto del grunge sepultó la carrera de la mayor parte de los músicos hard de aquellos entonces. Blue Murder grabaron un segundo disco en estudio y un directo que no les ayudaron en nada. Su segundo redondo, siendo digno, no llegaba a los estratosféricos niveles de este que comentamos aquí. Eso, sumado a que el sello Geffen ya empezaba a apostar por unos chavales llamados Nirvana que iban a cambiar el universo del rock, hizo que la carrera de Blue Murder, como banda de directo dispuesta a comerse los escenarios, quedase en nada. El grupo se disvolvió en poco tiempo, y Sykes inició una carrera en solitario centrada en el Japón que poco o nada aporta ya al legado de una agrupación que, ay, nació para ser olvidada.
En todo caso, obvio es, recomendamos la escucha a todo trapo de esta gema casi secreta de los lejanos (y, para algunos, gloriosos) años ochenta.
Emilio Morote Esquivel
Lista de canciones (todas compuestas por John Sykes excepto las indicadas):
Cara uno:
1."Riot" – 6:22
2."Sex Child" – 5:51
3."Valley of the Kings" (Sykes, Tony Martin) – 7:51
4."Jelly Roll" – 4:44
Cara dos:
1."Blue Murder" (Carmine Appice, Sykes, Tony Franklin) – 4:54
2."Out of Love" – 6:44
3."Billy" – 4:12
4."Ptolemy" – 6:30
5."Black-Hearted Woman" (Appice, Franklin, Sykes) – 4:48
Formación:
John Sykes – Guitarra y vocal solista
Nik Green – Teclados
Tony Franklin – Bajo y coros
Carmine Appice – Batería y coros
Web de John Sykes: https://www.johnsykes.com/