Tras varios años de espera, ayer pude salir de la incertidumbre y visionar la temida y deseada película de Queen o el biopic de Freddie Mercury. He de confesar que no espero gran cosa del género y que me remito al cine documental, como auténtico vehículo de interés. Las visiones ofrecidas por cintas comerciales sobre mitos musicales, han resultado más decepcionantes que otra cosa y tan sólo la excepción de la mano de Clint Eastwood con “Bird”, ha marcado una nota de calidad.
Mención especial, si cabe, para Walk The Line, biopic de Johnny Cash, algo edulcorado pero interesante a todas luces.
José Luis Martín
No hace falta señalar que el rock es un género vilipendiado por el cine comercial y los engendros de cintas como por ejemplo The Doors, The Rose o la fácilmente olvidada Elvis, son un testimonio perdurable. Fuera del rock y del estricto biopic es donde encontramos más material interesante, así están las aportaciones de Cadillac Records, Crossroads, Ray o Nina, como exponentes de la música afroamericana, títulos a los que podemos añadir The Blues Brothers como clásico entre los clásicos. Volviendo al rock, tan sólo salvaría la caótica Sid & Nancy con un grandioso Gary Oldman, más la maravillosa Almost Famous, autobiografía encubierta de Cameron Crowe, el director, durante sus años de reportero de Rolling Stone.
Todo esto lo trasladamos al universo Queen, donde nada se mueve, respira o suspira sin el beneplácito de Brian May y Roger Taylor, añadimos los avances del film en formato trailer, y la experiencia no prometía ser muy halagüeña. Por qué no decirlo, me esperaba un film lacrimógeno, sentimentalista y nada vital, pero me equivoqué.
La cinta pasa sin apenas darte cuenta que has estado 135 minutos con el culo pegado a la butaca, que has disfrutado durante más de dos horas de una buena cinta, que en ocasiones llega a emocionar. Sales satisfecho y feliz, te haces la foto de turno en el plafón publicitario y te sientas en una terraza delante de unas cervezas, a debatir con tu compañía (en mi caso numerosa), el cómo, cuándo y por qué de cada situación, hecho o fotograma visionado.
Ahí comienzan las fluctuaciones de valoración, si bien el grado medio aceptado es que la cinta supera con creces las expectativas y es buena.
Están primero los fans de Queen o mejor dicho de Freddie Mercury. Son los más entusiastas, salen encantados y emocionados porque lo que han visto es maravilloso para ellos. De entrada, todos sus miedos depositados en Rami Malek han desaparecido, pues borda el papel a la perfección y se transforma en Mercury a los pocos minutos de la película. Virtualmente les ha robado el corazón y el resto del visionado es un paseo fantasioso por la grandiosidad de su ídolo, sus dudas, sus temores, sus inseguridades y sus errores. Los fans encuentran en Mary Austin el complemento ideal del héroe y como contrapartida, al horrible amante sarnoso que fue Paul Prenter, como enemigo público número 1, traidor, semi asesino y manipulador que casi destruye la banda, la familia, Queen. Lloran de emoción, en alguna ocasión de nostalgia confundida con pena, pero pocas, siempre es emoción, porque el guión resulta una máquina de fabricar serotonina emocional. May y compañía se han encargado de expulsar de la historia cualquier tipo de sustancia parecida el cortisol, por lo que el fan no padece estrés, ni ansiedad, todo lo contrario, está en constante subida, galopando hacia un éxtasis que llega con el que está considerado “El mejor concierto de rock de la historia”, que se dice pronto. Por último, y en perfecta comunión con la banda, la felicidad es completa, e incluso pueden llegar a catalogarla de obra maestra o genialidad, algo que se les pasará con el tiempo o la experiencia, pues el sector más entusiasta suele pertenecer a quienes descubrieron a Mercury una vez muerto y más adelante a Queen.
En segundo lugar, al menos en mi parroquia de visionado, están los que fueron acompañando, porque la verdad es que Queen está bien, pero no mata. Estos salen del cine de la misma forma que con la última de Marvel, es decir, se lo han pasado bien. Es una gran película, quizás demasiada música, pero la historia es muy buena. Además Mercury era un tipo excelente, que perdió el norte pero eso nos puede pasar a todos. Para más complicidad, todas las canciones las conocen, aunque algunas quizás no sabían que eran de Mercury, perdón, Queen. Posiblemente no le harían ascos a comprarse la banda sonora y a volver a acompañar a alguien a un concierto de Queen + quien sea. Jugada perfecta para el emporio Queen, que verá más acrecentada la leyenda de Mercury y por lo tanto los beneficios, con la adquisición de nuevos adeptos, que seguro aporta el film y de forma espectacular.
Vamos a tercer sector, la minoría de resabiados, casi todos conocieron a Mercury con vida y algunos llegaron a verle en directo con Queen y en playback con Montserrat Caballé en Montjuic. En este sector de los tocapelotas criticones me incluyo yo, fan de Queen en los 70, desengañado con su deriva comercial y discotequera, que me obligó a olvidarlos, para rescatarlos tras el Live Aid y no abandonarles más, pero con sus más y sus menos.
No sólo me gusta Queen, me gusta la música y por elección adoro el rock, pero como un paquete donde entra todo, música, cultura, historia, leyendas, rumores, memorabilia, es decir un melómano empedernido.
Aquí la película abarca una disyuntiva diferente. Primero destacar por encima de todo el trabajo de Malek, que me parece soberbio, eclipsando todo lo que pasa a su alrededor, como parece ser que ocurrió en vida con el propio Mercury. También cabe destacar las interpretaciones de Gwilym Lee como Brian May y Joseph Mazzello como John Deacon, que pasan por encima de un gris Ben Hardy como Roger Taylor. El resto del elenco no destacan en demasía, porque ni incluso Lucy Boynton como Mary Austin, puede lucirse, ya que el personaje cuenta con una gran carga emocional, pero es emanada por el personaje de Mercury más que por su interpretación. La cinta es muy entretenida con momentos muy buenos, algunos marcados por la constante introducción de hits a modo de crescendo, la ambientación está muy lograda, salvo puntos que no comentaremos para no hacer spoiler. En definitiva, estamos de acuerdo que es una película muy entretenida pero, hay muchas cosas que fallan para que se pueda catalogar de una gran película o simplemente de un buen biopic.
La cronología está modificada de forma grotesca y los hechos y situaciones cambian de espacio tiempo en pro del guión, pero de forma totalmente innecesaria, confundiendo al publico que se ha preocupado de conocer su historia, en un relato que Brian May y Roger Taylor han contado hasta la saciedad en numerosos documentales. Hay situaciones de auténtica ficción que no vienen a cuento, se ignoran personajes claves en su historia como los hermanos Seffield, dueños de Trident, explotadores de la banda al mismo tiempo que descubridores. Por otro lado se inventan el personaje de Ray Foster, interpretado por Mike Meyers, ejecutivo que EMI nunca tuvo y que parece más una imagen paranoica de Norman Sheffield que otra cosa. John Deacon no aparece en los primeros bolos de Queen, porque no fue su primer bajista, y mucho menos cuando se supone que todavía actuaban como Smile, igual que Mercury no conoce a Smile cuando se les marcha el cantante, ya que entre otras cosas les diseñó el logotipo…
Así podríamos estar un largo periodo de tiempo, pero destacaremos tan sólo lo más aberrante. El tratamiento que se ofrece de Paul Prenter no es necesidad del guión, es una venganza en toda regla a su memoria. Todos los que conocemos la historia de Queen, podemos llegar a comprender que fue un personaje funesto para Mercury, pero nada parecido a lo mostrado en el film, donde es el peor villano de la historia y culpable de todos los males. Un ejemplo, Paul Prenter no ocultó a Mercury la existencia de una invitación al Live Aid, es más, Prenter era pareja de Mercury cuando se celebró el macroconcierto benéfico y no Jim Hutton, como muestra la película. Todo esto y mucho más es posible perdonarlo si se ha hecho en aras del guión, para dramatizar más la historia, pero lo que resulta imperdonable es que Mercury les comunique a sus compañeros que ha sido infectado por el virus VIH en 1985, cuando ni siquiera se había sometido a las pruebas.
Para finalizar, se agradece que la historia acaba donde lo hace, en un momento álgido, ahorrándonos un buen tramo de sufrimiento colectivo, que viendo el tratamiento que se ha dado al resto de la historia, podría haber resultado muy doloroso.
Buena película, pero mal biopic. Gran interpretación de Malik, pero horrendo guión. Una prueba más de que el universo Queen es grandioso la tenemos que ha recaudado más 50 millones de dólares en su primer fin de semana en Estados Unidos, para una producción de 52 millones, es algo que no pensaban ni en los mejores sueños; pero en el resto del planeta consiguió superar los 70 millones de recaudación. Al igual que sucedió con la vilipendiada obra de teatro We Will Rock You, Bohemian Rhapsody es un éxito desde su primer fin de semana de estreno. Tendremos película para rato, porque ya se sabe que la banda de actores, grabó el concierto del Live Aid al completo, con lo que podemos contar con una versión extendida en DVD y Blu Ray, cargada de contenidos extras.
Tan sólo una sugerencia, si te decides por ir a ver la película, te aconsejo la versión original…
José Luis Martín