Iron Maiden + The Raven Age – 18 de Julio 2023 – Palau Sant Jordi (Barcelona)
La enésima visita de Iron Maiden (la banda de heavy metal más grande del planeta Tierra) a la ciudad de Barcelona, coincidía con una jornada récord de altas temperaturas en el territorio, así que todo presagiaba que iba a ser una noche calurosa en el Palau Sant Jordi. Por de pronto, las entradas estaban agotadas, y había muchas ganas de ver esta nueva gira que, con la excusa de los viajes en el tiempo, prometía un extenso repaso tanto a los temas más actuales de la banda como a sus clásicos de tiempos pretéritos.
Abrieron la velada The Raven Age, banda joven formada en 2009 que cuenta con el gran aliciente, cómo no, de contar con George Harris (hijo de Steve, bajista y líder de Maiden) en sus filas. Con una iluminación algo tacaña y un sonido decente, los de Londres abrieron con cuatro temas seguidos de su último trabajo, «Blood Omen» (2023) ante un público que iba llenando el recinto a cada minuto que pasaba. The Raven Age son una banda con aptitudes sobre el escenario, pero sus sonidos limpios, pulidos y modernos no acaban de encajar con lo que representan Iron Maiden: tradición, errores, agresividad pura, lo cual se refleja en el tibio recibimiento por parte del respetable.
Es muy loable el hecho de que papá Harris proporcione esta oportunidad a la banda de su vástago (no es la primera, ya abrieron para la Doncella en la gira de «The Book of Souls» (2015)) y los chavales intentan sacar el máximo partido. Para los seguidores más veteranos, también hay (poco) tiempo para repasar alguna cosilla extra de su discografía, como «Fleur de Lis» o «Seventh Heaven» de «Conspiracy» (2019) e incluso un solo tema de su debut, «Darkness Will Rise» (2017). Un calentamiento de manual (si es que hacía falta en un día como este) para las verdaderas estrellas de la noche.
Dicho y hecho. Con las luces del Sant Jordi encendidas y «Doctor, Doctor» de UFO sonando a toda castaña, el show ya había empezado. De hecho, este tema ya forma parte esencial de la experiencia Maiden en directo, pues la banda sabe que el público sabe que después de eso ya viene el apogeo. El público ruge de aprobación y al acabar el tema, bajan las luces y empieza a sonar el delicioso tema de Vangelis que cerraba un clásico del cine como «Blade Runner» (Ridley Scott, 1982), une película que, como es bien sabido, inspiró a la banda a la hora de componer uno de sus discos más barrocos y excesivos: el maravilloso «Somewhere In Time» (1986).
Se nos decía que esto iba del pasado y el futuro, de los viajes en el tiempo, y la banda cumple desde el principio. Con una intro grabada que da paso a una explosión pirotécnica, Maiden avasallan a la audiencia con «Caught Somewhere in Time», y la reacción de la gente es de histeria colectiva. Maiden son una de las bandas más grandes del planeta. Se han labrado una reputación de banda de directo durante su larga trayectoria, y que me aspen si no la defienden a capa y espada esta noche. Lo que más sorprende es el estado de forma vocal de Bruce Dickinson (dejemos sus cuestionables criterios de vestimenta para otro día): el tipo sigue teniendo chorro y defiende los temas más que dignamente. El resto de la banda también se mantiene en forma: Steve Harris y sus bermudas siguen ametrallando al respetable con el Precision blanco del escudo del West Ham, y Janick Gers se come el escenario con sus saltos y bailecitos (no me jodas, esa guitarra tiene que estar desenchufada).
El otro dúo de guitarristas, los entrañables Dave Murray y Adrian Smith, se mantienen en un falso segundo plano: discretos y solventes, mientras que Nicko McBrain sigue parapetado tras su inmenso kit de batería, quizá simplificando algunas partes para seguir la mecha, ya que la edad no perdona. Y ese que esa es la sensación que uno tiene al ver a los Maiden de 2023: estamos hablando de tios que superan la sesentena con facilidad e, incluso, ya están en la setentena, y aquí sigue habiendo algo que les imbuye energía infinita: la pasión.
Pasión que demuestran interpretando tanto los clásicos incrustados en el imaginario colectivo como «Stranger in a Strange Land», «The Prisoner» (sorprendente única visita a el que probablemente sea su álbum más celebrado, «The Number of the Beast» (1982)), o una algo atropellada «Can I Play With Madness», como los temas de nuevo calado pertenecientes a su último álbum de 2021, «Senjutsu». Hasta cinco temas llegamos a escuchar de este último trabajo: «Writing on the Wall», «Days of Future Past», «Death of the Celts», «Hell on Earth» y «The Time Machine». Unos temas solventes y potentes, pero que no pueden evitar sonar algo derivativos del material al que Maiden ya nos tenía acostumbrados en los discos editados durante los 15 años anteriores.
El público, entregado, disfruta todo lo que le echen como si no hubiera un mañana entre mares de sudor y júbilo, pero no se puede negar que son los temas de toda la vida los que se llevan el gato al agua. No hay más que ver la entrega de todo el recinto coreando «Heaven Can Wait» mientras Dickinson y Eddie libran un combate a muerte en pleno escenario, o cómo más de 15.000 personas se dejan la garganta coreando el lololó un «Fear of the Dark» que, por derecho propio, se ha ganado el estatus de hit indiscutible en los directos de Maiden. Un tema perfectamente diseñado para que sea el punto álgido de los shows y que, de hecho, lo viene siendo desde que fue publicado en 1992.
En una frenética recta final suenan clásicos intemporales como «Iron Maiden» (con un Eddie empuñando una katana y dispuesto a degollar a Gers), «The Trooper» (con un tirón popular innegable, especialmente desde que Rock FM la pone a todas horas) y un caramelo que huele a regalo para Smith, «Wasted Years»: una maravilla de metal melódico bien hecho que, con los años, se ha ganado un puesto de honor en el corazón de muchos fans de la banda y que cierra el set por todo lo alto.
Este nuevo viaje al pasado de Iron Maiden es una delicia para cualquier fan de la época dorada. Cierto, la banda sigue creyendo en su material actual (no deja de ser curioso pero, que solo tiren del último disco e ignoren por completo a los anteriores), pero basa el repertorio en sus temas de siempre. No deja de sorprender que auténticos monstruos como «Killers» (1981) o «Powerslave» (1984) sean ninguneados, o que temas como «Hallowed be Thy Name», «Run to the Hills» o «The Number of the Beast» ya no estén en el set, pero, por otra parte, es de agradecer que rescaten otras perlas medio olvidadas que siempre hemos tenido ganas de escuchar en directo como, por supuesto, «Alexander the Great», esa epopeya maravillosa que cerraba «Somewhere in Time» y que, por fin, hemos podido corear con la banda. Que así siga por muchos años. Up the Irons!
Texto y Fotos: Edko Fuzz