Es un axioma ya en el metal, que todo el mundo es muy auténtico y muy ‘true’ y si no lo eres, a la calle. Es por eso que cada vez que sale una banda que rompe los moldes o, peor aún, gusta a gente y medios ajenos al mundillo (pecado imperdonable), la jauría metalera guardiana de los valores más puros desata toda su ira sobre la banda en cuestión. En el caso que nos ocupa, las víctimas son Deafheaven. ¿Su crimen? Mezclar el black metal con shoegaze, post-hardcore, llevar el pelo corto y gafas. Sencillamente eso. Y con esa fórmula no solo han llegado a mucha más gente de lo que podían imaginar, si no que han acumulado menciones a mejor disco de metal de 2015 con "New Bermuda" en bastantes publicaciones, muchas veces compartiendo honores con Ghost (otros que han tragado mierda por un tubo, por cierto). Llegado el momento de enfrentarse al disco, sinceramente, la pregunta que preocupa es: ¿valen la pena las canciones?

Edko Fuzz

"New Bermuda", el tercer álbum de los de San Francisco, no es un disco de fácil digestión que digamos. Siguiendo las pautas que ya apuntaran en su anterior "Sunbather", en este nuevo intento, Deafheaven depuran aún más su estilo y consiguen mezclar de manera admirable todo ese cóctel de influencias, hecho ante el cual uno solo puede arquear las cejas y preguntarse "¿cómo demonios lo consiguen?". Porque sí, el que suscribe es otra víctima de Deafheaven; otro oyente que ha quedado atrapado por "New Bermuda", así de simple.

El inicio de "Brought to the Water" no da tregua. Blast beats de batería, riffs de guitarra afilados, voces guturales enterradas en la mezcla… cómo alguien puede decir que esto no es metal es algo que, sinceramente, me deja atónito. Imagino que el problema empieza cuando la canción comienza a cobrar una nueva vida harmónica que va creando paisajes sonoros hasta que, a mitad de la canción, no sabes cómo, estás imbuido en una atmósfera que es puro post-hardcore. Es en ese momento cuando el tema vuelve a explotar en pura rabia black metalera apoyada en momentos dignos de Thursday o At The Drive-in que se diluyen en un fade-out que da paso a un minuto de piano que finiquita el tema. Todo ello grabado en directo en el estudio, amigos. Y tan panchos que se quedan.

"Luna" tampoco se queda atrás, con furiosos ritmos de batería que sustentan a un precioso paisaje sónico que es difícil de describir. Puede que ese sea el pecado capital de Deafheaven: el tener la habilidad de crear increíbles atmósferas capaces de gustar al profano, dentro de un género tan extremo. Por si fuera poco, el tema ahonda aún más en la progresión hasta llevarnos a territorios que podrían perfectamente ser Jimmy Eat World o Bullet for My Valentine y que resultan extrañamente poderosos cuando ven la gutural voz de George Clarke darles las pinceladas justas y necesarias. Todo un universo sonoro comprimido y plasmado brillantemente en una sola canción de poco más de diez minutos. Simplemente apabullante.

"Baby Blue", el tercer tema del álbum, empieza directamente en territorio hostil y se queda ahí un buen rato, buscando colores sonoros e instrumentales durante tres minutos antes de que vuelva a estallar la tormenta. Para "Come Back" y "Gifts for the Earth" la banda sigue explorando los mismos territorios, jugando con su habilidad para construir canciones recordables, quizá como compensación a la falta de virtuosismo técnico que sí suelen mostrar otras bandas más al uso del género.

Y eso es todo, ni más ni menos. Un gran disco compuesto de cinco grandes canciones y dispuesto a expandir los límites del metal más allá de lo que dicta el inamovible canon. Como todo lo diferente y todo lo que atufe a atisbo de cambio, no será del agrado de todos, pero es no es lo que importa. Lo verdaderamente importante es que Deafheaven se reivindican con un pedazo de disco que conecta con la gente y eso es grande. Los colores, las atmósferas que emana este elegante y excitante "New Bermuda" no están al alcance de cualquiera.

Edko Fuzz

Temas:
1. Brought to the Water
2. Luna
3. Baby Blue
4. Come Back
5. Gifts for the Earth