Con la salida de Haiku II se completa el último proyecto musical de los madrileños Deriva. Haiku, que salía a la venta el pasado 12 de marzo en vinilo y CD, contiene, en su totalidad, los seis temas de los dos EP previos engarzados por un corte añadido, «Verso libre», que hace honor a su nombre. Ambos suponen la fusión del concepto literario con la música, y junto a la portada excepcional de Álvaro Cubero se convierten en una experiencia estética que sobrepasa con creces los dos elementos artísticos sobre los que se sustenta.
Sara J. Trigueros
Probablemente a estas alturas no sea necesario recordar que el haiku es esa forma poética japonesa construida con tres versos y cuyo tema suele consistir en la contemplación de un escenario natural o cotidiano. Su traslación al mundo occidental suele ser irregular, y en este caso la originalidad recae en que no se pretende hacer que cada pista del disco sea un haiku, sino que el haiku está formado por tres canciones. Pero esto, claro, ya lo sabíamos, pues es la premisa sobre la que ya se construía Haiku I, EP del que Quim Torres rindió buena cuenta en 2019.
Deriva – Viven en la memoria
Si Haiku I se basaba en un concepto estacional, la llegada de la primavera (con sus lluvias y el despertar de la naturaleza), aquí encontramos un tema más abstracto: la mirada retrospectiva hacia el tiempo. No deja de llamarme la atención que, de hecho, este EP se nos haya dado a conocer hacia atrás, a través de singles que han planteado el haiku como si pudiera leerse de forma reversible, primero con el último tema, después con el corte central y dejando el verso inicial a nuestra disposición solo cuando hemos conocido ya los otros dos. Intencionadamente o no, lo cierto es que el refuerzo del acto de echar la vista atrás es notable.
Así, con «Horas pasadas» da comienzo una punzada de nostalgia. Después de ver el resultado final, me produce cierta tristeza pensar en que hace unos meses se anunciaba la salida del batería Álvaro Rodríguez, que hace un trabajo impecable a lo largo de todo el disco, alternando la fuerza con la delicadeza y sopesando cuánto de cada es necesario en cada pasaje. Muy controladas también están las guitarras de Minchy y Muñi, comedidas en los fragmentos más sutiles, pero llenas de fuerza cuando se hace necesario.
«Viven en la memoria» se inicia con un festival rítmico a cargo de Álvaro Rodríguez y Yago Sagrado. La pericia de este último es notable, y en el diálogo entre ambos se va creando cierta sensación de temporalidad lineal, sobre la que van deambulando los diferentes cambios de escenario que generan las guitarras, ya sea con riffs, ya sea con líneas melódicas punteadas basadas en la repetición con sutiles variaciones.
Deriva – Viven en la memoria
Por último «Las brumas del ayer», el primero de los singles que se dio a conocer, y en el que el tiempo sigue siendo el protagonista indiscutible, se abre retomado esta idea de la repetición. Las melodías de las guitarras se acercan a sonidos mediterráneos, coqueteando con el flamenco, y se completan con una batería muy sincopada y un juego de platos que enriquece la sonoridad general. No escatiman en recursos para crecer en intensidad.
Quizá Haiku II se ha hecho esperar más de lo deseado (y aquí probablemente estemos de acuerdo oyentes y músicos), pero, desde luego, ha merecido la pena. Se nota la dedicación invertida en crear no solo un producto musical, sino un concepto estético. Y el resultado no va a la zaga del proyecto, pues Deriva ha conseguido, tanto con ambos haikus por separado como con el trabajo visto en conjunto, construir, en el sentido más amplio del término, una obra de arte.