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Emperor: Anthems to the Welkin at Dusk // Candlelight Records

Emperor: Anthems to the Welkin at Dusk // Candlelight Records

Los noruegos Emperor son uno de los grandes reclamos de la edición de 2017 del Rock Fest BCN para todos los aficionados al metal extremo. Estos baluartes históricos del black metal, con Ihsahn y Samoth al frente, vendrán por primera vez a Barcelona (y a España!) para darle un merecido homenaje a su segundo disco, un "Anthems to the Welkin at Dusk" que cumple veinte años y que, para muchos, es el pináculo de su carrera y uno de los momentos más inspirados de todo un género.

Albert Vila

Lo confieso: a mí el black metal, digamos, originario, nunca me ha atrapado del todo, y Emperor no son una excepción. Ni Mayhem, ni Burzum, ni Darkthrone, ni Immortal ni ninguno de estos grupos clásicos han sido capaces de emocionarme ni volverme loco tras múltiples intentonas. Sí que me encantan Satyricon y ese rollo más bombástico que después explorarían bandas como Dimmu Borgir u Old Man’s Child, así como propuestas más melódicas como Dissection o Dark Funeral. He de decir que, a parte de haber escuchado diligentemente todos los grandes clásicos del género, en ningun momento he llegado a profundizar demasiado, con lo que difícilmente me puedo considerar un experto en los primeros pasos del black metal. Aún así, negarle el talento, la visión y la influencia a Ihsahn y los suyos sería de necios, y hoy en día, quizás por el tiempo que llevan separados y la integridad de su carrera, gozan de una aura de respeto y divinidad que otras bandas contemporáneas como los propios Mayhem no han conseguido retener.

Alejados de los estudios desde 2001, ya es costumbre que cada pocos años, y a pesar de que sus miembros andan más que liados con sus proyectos principales (sobretodo Ihsahn), los noruegos Emperor encuentren una excusa para reunirse y hacer acto de presencia en algunos festivales veraniegos. Lo hicieron en 2014 para celebrar los veinte años de la publicación de su seminal álbum de début, el magnífico In the Nightside Eclipse, y lo vuleven a hacer este verano, en este caso con motivo del también vigésimo aniversario de Anthems to the Welkin at Dusk, su segundo trabajo de estudio y uno de los momentos álgidos del black metal en general y del black metal simfónico en particular. Con motivo de esta efeméride, los festivales en los que van a participar durante este verano, entre ellos el Rock Fest BCN, van a tener la suerte de ver a Emperor desgranando todos los temas de este álbum, así que no se nos ocurre mejor excusa que ésta para volver la vista atrás y pegarle un extenso repaso a este icónico trabajo.

No me puedo resistir, en un artículo sobre los Emperor clásicos, a dar cuatro pinceladas previas sobre el jaleo que se tenían montado los pioneros del black metal noruego a principios de los noventa, una escena que me fascinó morbosamente en su momento y que quizás a estas alturas aún hay alguien que no conozca. Inspirados en música y pose por bandas como Venom, Kreator, Sodom, Celtic Frost o Bathory, unos cuantos jóvenes escandinavos aunaron su amor por el punk, el metal y la música extrema con un nacionalismo exarcebado, una actitud desafiante, rebelde, violenta y autodestructiva y unas fuertes creencias anticristianas y misantrópicas.  A pesar de que existieron muchas bandas afines musicalmente, el tinglado de verdad giró alrededor de Helvete y Deathlike Silence Productions, la tienda de discos y discográfica que el señor Oystein Aarseth, guitarrista de Mayhem y más conocido como Euronymous, tenía en el centro de Oslo. Allí se formó lo que se acabó llamando Inner Circle, algo que ha probado ser más mítico que real, y que parece que se trataba poco más que de cuatro colegas en un sótano, pero que contaba con los miembros de muchas de las bandas clave de este movimiento: Mayhem (con Euronymous a la cabeza), Burzum (el proyecto personal de Varg Vikernes), Darkthrone (que se desmarcaron bastante rápidamente), Thorns y Emperor. Logros musicales al margen. la escena empezó a gozar de cierta notoriedad a raíz del suicido del cantante de Mayhem, apodado Dead por su necrofilia declarada y sus incontenibles tendencias suicidas, que un siempre oportuno Euronymous usó mediáticamente para dar visibilidad al incipiente movimiento que lideraba, creando algunas leyendas que aún perduran, como que envió trocitos del cráneo destrozado de Dead a aquellos músicos que creyó que eran dignos de pertenecer al Inner Circle.

Pero lo que llevó definitivamente al black metal a las portadas de los periódicos de todo el mundo fueron los múltiples episodios de quemas de iglesias que asolaron el país escandinavo en 1992, protagonizadas por Varg Vikernes y otros músicos, entre ellos Samoth, guitarrista de Emperor. No sé si conocéis Noruega, pero uno de los grandes atractivos arquitectónicos de este país (que tampoco tiene tantos) son sus pequeñas y preciosas iglesias de madera, de origen medieval, repartidas por toda su geografía y amadas por todos (o casi todos) sus habitantes. Los chavalines del Inner Circle, en su cruzada contra la sociedad y cultura cristianas, vieron que serían fáciles de quemar y que les daría una rápida visibilidad, y la verdad es que se las apañaron para arrasar con un buen puñado de ellas en poco tiempo, ganándose una infausta notoriedad y el desprecio de casi todos. La traca final y el canto del cisne de este caótico movimiento llegó en verano de 1993 con el asesinato de Euronymous a manos de su teórico amigo Varg Vikernes (que a estas alturas ya os habréis dado cuenta que tiene bastante de loco sádico). No solo Varg acabó en la cárcel como consecuencia de ello, sino que el propio Faust, batería de Emperor en esos momentos, confesó haber sido el responsable del asesinato de un homosexual en Lillehammer un par de años atrás, lo que le llevó, obviamente, con sus huesos en una celda.

Con la mayoría de sus miembros principales muertos o en la cárcel, el Inner Circle perdió todo su protagonismo, y las bandas de black metal que quedaron entre sus cenizas pasaron a poner mucho más énfasis en lo musical que en lo político, aunque está claro que todos estos jaleos sirvieron para dotar de una cierta mística a todo el movimiento blackmetalero escandinavo, que gozó de sus mayores éxitos comerciales a partir de entonces. En lo referente a Emperor, después de publicar su celebrado álbum de début en 1994, tuvieron que esperar hasta 1997 para que Anthems to the Welkin at Dusk viera la luz. Con Samoth de nuevo en libertad después de pasar un tiempo en prisión por los episodios de quema de iglesias y con Faust fuera de circulación durante una buena temporada, Alver y Trym entraron como bajista y batería para grabar un disco que vió como Emperor abandonaban el maquillaje facial y enriquecían su sonido para alcanzar algunas de las cotas más altas que ha visto jamás el black metal, mezclando perfectamente la velocidad característica de los primeros años del estilo con la simfonía y la épica que ellos mismos empezaron a definir en su álbum de début, resultando en un riquísimo y complejo caos histérico con abundancia de riffs frenéticos, piruetas inesperadas y teclados apocalípticos. También podemos empezar a vislumbrar los derroteros progresivos que iban a tomar los dos álbumes restantes de Emperor y, especialmente, la carrera en solitario de su lider Ihsahn.

No estamos hablando de un disco necesariamente pionero, como sí lo fué In the Nightside Eclipse, ya que en 1997 ya había un montón de bandas practicando black metal simfónico con bastante éxito. Dimmu Borgir lo iban a empezar a petar con Enthrone Darkness Triumphant (1997) y los británicos Cradle of Filth (que siempre han rehusado la etiqueta de black metal a pesar de ser obviamente un grupo de black metal) ya habían publicado The Principle of Evil Made Flesh (1994)y Dusk and Her Embrace (1996), álbumes que los iban a catapultar a los altares de metal extremo. Pero Anthems to the Welkin at Dusk, a pesar de no ser tan pegadizo ni tan exitoso comercialmente, consiguió convertirse en uno de los álbumes definitivos del género: complejo, dramático, histérico y majestuoso a partes iguales, acumula un puñado de canciones preciosas e intrincadas que, en su momento, le valieron alabanzas unánimes y colocaron a Emperor como uno de los grupos más respetados del panorama black metal internacional.

El disco empieza con una intro larguísima de manual blackmetalero, con búhos, guitarras acústicas, melodías vampíricas, susurros, saliveras, trombones, bombos y gritos de guerra. Pasados más de cuatro minutos, y cuando ya nos estábamos acostumbrando a este ambiente oscuro y agobiante, "Ye Entrancemperium" entra violenta e inesperadamente. Se trata de un temazo absurdo de black metal de ventilador, con blast beats velocísimos, riffs icónicos, voces desesperadas y pianos simfónicos maravillosos y llenos de clase que en un futuro veremos explotados hasta la saciedad por bandas como Dimmu Borgir u Old Man’s Child. Curiosamente, en los créditos de este tema aparece el mismísimo Euronymous, fallecido cuatro años antes de la publicación de este disco, ya que por lo que parece contiene un riff que escribió para Mayhem pero nunca llegó a usar.

"Thus Spake te Nightspirit" empieza como una marcha bélica y oscura que rápidamente alcanza la frenética velocidad de crucero habitual en la banda. Llena de solos progresivos (que recuerdan vagamente a Death) y escenario de una orgía caótica generalizada con gritos, pianos y guitarras locuelas, constituye uno de los temas más imprevisibles del disco mientras introduce por primera vez unas voces limpias y solemnes que encontraremos varias veces en los temas que estan por venir. Esta misma fórmula se repite en "Ensorcelled By Chaos", uno de los mejores temas de Anthems to the Welkin at Dusk, que salta súbitamente de partes majestuosas, góticas, atmosféricas y simfónicas a riffs frenéticos y caóticos que cabalgan sobre blast beats imposibles. "The Loss and Course of Reverence", un tema que, por cierto, ya apareció en el EP Reverence que Emperor publicaron en 1996, tiene un riff principal muy identificativo y bastante pegadizo, y de nuevo la sensación instintiva es que cada instrumento va un poco a lo suyo sin un plan demasiado definido, pero la yuxtaposición de las múltiples capas que forman esta falsa locura dá lugar a un tema excepcional y emocionante.

"The Acclamation of Bonds" es otro temazo como la copa de un pino, con un principio épico y grandioso, un aire simfónico, solemne e invernal y la presencia de multitud de partes oscuras y en cierto modo vampíricas. Con una simplicidad algo mayor en los riffs y las estructuras, recuerda vagamente a bandas más melódicas como podrían ser Dissection o Dark Funeral, de manera que se convierte en, por decirlo de alguna manera, uno de los cortesmás fácimente accesibles de este trabajo. La épica continúa por todo lo alto con "With Strength I Burn", el tema más largo del disco, muy directo y violento, repleto de melodías melancólicas y con algunas progresiones sorprendentes, cuyo fade out final enlaza con el fade in que abre "The Wanderer", una preciosa pieza instrumental y muy melódica que sirve para cerrar un camino que empezó de forma violenta y caótica pero que se ha ido taimando a medida que pasaban las canciones hasta llegar a la dulce belleza de esta canción.

El disco original acaba aquí pero la reedición publicada en 2004 contiene también un par de temas que, junto a "The Loss and Course of Reverence", ya habíamos visto en el EP Reverence. "In Longing Spirit" es un corte divertido, notablemente más lento, calmado y de estructura mucho más sencilla que lo que hemos ido viendo en este álbum, con unas voces limpias que lo acercan mucho al doom metal más oscuro de bandas como Tiamat. "Opus a Satana", por su parte, es una interesante versión orquestral de "Inno A Satana", el tema que cierra su primer disco y que revisitado de esta manera sirve para poner el punto y final definitvo a esta intensa experiencia de forma solemne y totalmente majestuosa.

Así que, fijate tú por donde, de ser una banda que no dominaba en profundidad ni un disco que tuviera muy por la mano, resulta que he acabado totalmente atrapado. Y es que lo que encontramos aquí va mucho más allá de black metal al uso, con una riqueza en la composición y en los arreglos que te aturde en un primer momento pero que una vez te has metido dentro se desplega como maravillosa. Para esta pequeña gira de homenaje, tal y como hicieron en 2014, Emperor se van a presentar con la formación que grabó el disco originalmente. Esto quiere decir que Faust se va fuera y que tendremos a Trym y Alver acompañando a Ihshan y Samoth. En los últimos años, y así será también en esta ocasión, los teclados corren a cargo de Einar Solberg, cantante y teclista de Leprous, cuya hermana está casada con Ihsahn. Como curiosidad, una vez acabe este concierto el día 1 de julio a las 20h en uno de los escenarios principales de Can Zam, Einar tendrá que correr hacia la otra punta de Barcelona, ya que Leprous van a cerrar la jornada final del Be Prog! My Friend en el Poble Espanyol. Una anécdota que resultaría simpática si no fuera porque esto nos obliga a tener que elegir entre disfrutar de solo una de estas dos bandazas.

Albert Vila

Temas:
1. Alsvartr (The Oath) (4:18)
2. Ye Entrancemperium (5:14)
3. Thus Spake the Nightspirit (4:30)
4. Ensorcelled by Khaos (6:39)
5. The Loss and Curse of Reverence (6:09)
6. The Acclamation of Bonds (5:54)
7. With Strength I Burn (8:17)
8. The Wanderer (2:54)
9. In Longing Spirit (bonus track – 5:55)
10. Opus A Satana (bonus track – 4:18)


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