La verdad es que fue una suerte para el público madrileño poder verles, ya que en otras ciudades como Barcelona o Valencia no han tocado, y al final parece que el único bolo en el que ha habido dos grupos ha sido en el de la capital. El estilo que practica Oceans of Sadness no parecía en principio muy apropiado para esta gira. El grupo está bien, pero su death/black con reminiscencias del doom metal parecía no encantar al personal. Se trata de una banda que desconozco salvo por un par de canciones, pero sé que su último disco se ha criticado bastante. Lo que demostraron en la Caracol el pasado lunes es que son capaces de defender temas bastante lineales con un directo decente. Su frontman, Tijs Vanneste, se entregó al máximo intentando agradar a la peña. Me recordó en cierta manera a un Mike Stanne descafeinado, aunque él alterna las voces limpias con las guturales.
Tiene muchos aspectos que pulir, tanto él como el resto de la banda, pero se defendieron. Tocaron durante una hora aproximadamente unos cuantos cortes bastante parecidos entre sí, por lo que el concierto se hizo algo pesado. No obstante, sí destacaron partes más o menos brillantes, melodías o berridos que despertaron, cuanto menos, la curiosidad de la gente, si no el entusiasmo en algunos casos. Reconocí algún tema como “See The Angels”, uno de los mejores de su último trabajo, pero mucho más de esta banda no puedo decir, mi desconocimiento me lo impide. Quedémonos en que fueron un aperitivo decente aunque con bastantes altibajos: resultones algunas veces y cansinos en otras. A mi no me sobraron, pero creo que han pasado sin pena ni gloria por aquí.Lo bueno que tuvieron estos Oceans of Sadness es que tocaron para una sala a reventar, aunque ese público, en el 90% no estuviera allí por ellos.
Estaban por Epica, una banda que ha crecido de forma imparable en los últimos tiempos. Su ascenso ha sido rapidísimo, y yo no sé en otros sitios, pero en Madrid tienen una legión de fans interminable, especialmente entre las féminas. Debían estar nerviosas estas debido a lo que se retrasó el inicio del espectáculo “made in Mark & Simone”. Porque sí, porque ellos son los protagonistas absolutos y los que manejan el percal. Desde el momento en que salieron, arropados por la melodía de la intro “Huban K’U”, nadie quitó los ojos de ellos. Ad, Jeroen y demás también son queridos, imagino, pero lo de esta pareja no tiene nombre, se ha creado un movimiento de fans alrededor de ellos similar al de Bisbal o Alejandro Sanz, (prometo que vi a chicas llorar entre las primeras filas). Y ya, al tema. Simone Simmons, flamante vocalista, no lloraba precisamente, todo lo contrario.
Salió con su garbo y sonrisa habituales, contentísima de recibir tantos aplausos, y desde luego que si quería recompensar a los asistentes lo hizo sobradamente, ya que realizó una actuación verdaderamente magistral. Si ha estado enferma recientemente, eso ya no se nota. Cantó de manera impecable mostrando todas y cada una de las facetas que se puedan imaginar: ahora enérgica haciendo “headbanging” como una posesa, ahora más delicada que un lirio interpretando temas como “Solitary Ground” –por cierto, cuántas sopranos tenemos en Madrid: cuando tocaron este tema me encontré rodeada por lo menos por cinco o seis chicas cantándose el tema enterito a pleno pulmón-. Volviendo a la querida pelirroja, yo no la había visto antes en concierto pero me comentaron que ha ganado todavía más tablas de las que ya tenía. A mi me conquistó, y mira que siempre me muestro reacia con este tipo de grupos. Me conquistó ella con su zalamería, su encanto, su voz -evidentemente- y sobre todo por esa manera tan sutil y elegante que tiene de vacilar y quedarse con el público… es una jodida maestra. Sus compañeros son mucho más inocentes en ese sentido, bastante tienen con preocuparse en tocar bien y en mostrar esa actitud tan arrolladora en el escenario.
Increíble ver a Mark Jansen pegando esos berridos blackeros que le dan a los temas de Epica el toque de brutalidad necesario para que no sean un pastel. Alucinante verle melena al viento –o al ventilador, mejor dicho, que tenían todos unos aparatos al pie del escenario para lucir las greñas- tocando esos temas con tanto gancho como “The Last Crusade”, “Cry for The Moon” o “Quietus”, uno de mis favoritos sin duda. La personalidad y el carácter que toda la banda muestra en directo es su mejor baza, sin duda. No me olvido de Coen Janssen desde el teclado haciendo gestos y muecas varias a la gente, ni de las posturitas de Yves Huts con su bajo, hecho todo un conquistador de nenas… Pero ojo, que esto no desmerece para nada la labor que hicieron, tocando a la perfección todos y cada uno de los temas que cayeron en el repertorio. Sí que se vio poca improvisación, más bien fue todo lo contrario: llevan los temas aprendidos al dedillo y no hubo ni el más mínimo desliz o fallo de ejecución. Sí hubo errores fue por culpa del sonido, que jugó una mala pasada a la banda desapareciendo cuando menos se esperaba.
Fue al principio de no recuerdo cuál canción: Simone se dispuso a cantar pero no se oyó nada de nada. Menos mal que a los españoles siempre nos queda el recurso del “oe oe oe oeee” y vuelta a empezar con el tema. Esa es otra, la entrega fue brutal. A toda la banda se le debió subir el color a las mejillas al ver a toda la gente que les aclamaba de forma tan animal. A pesar de estos pequeños fallitos, fue un concierto profesional, compacto y de mucha, mucha, mucha calidad. Ya hablando de temas, pues es de suponer que tocaron casi por completo el álbum “Consign To Oblivion” y lo completaron con otros de su primer trabajo: un set-list bastante previsible. Tras las intro, fueron “Mother of Light” y “The Last Crusade” las que metieron al público de lleno en el torbellino de Epica. Pudimos disfrutar aquí de toda la rabia que desprende este grupo cuando se pone a tocar sus cortes más cañeros. Después, una mezcla acelerada de temas de aquí y de allí: “headbanging” de músicos y fans con “Illusive Consensus”, “Run For a Fall” o “Black Infinity” ya más tarde, aires exóticos con “Seif Al Din” o “Façade of Reality”, segundos conmovedores con “Solitary Ground” y minutos enteros de gloria gracias a “The Phantom Agony” y especialmente con el final del bolo, bises incluidos, en el que se tocaron del tirón “Cry For The Moon”, “Quietus” –buenísima- y “Consign To Oblivion” en toda su extensión –son diez minutos de tema- para dar la puntilla.
La gente se volvió loca, la banda también pero de contento, y el concierto se acabó entre miles de gracias, de “volveremos”, de “sois la ostia en Madrid” y de hombres y mujeres intentando atrapar baquetas, púas, toallas, besos o cualquier cosa que se pudiera. En definitiva, un gran espectáculo por parte de esta banda de talentudos músicos quienes, a pesar de su juventud y aparente candidez, saben montárselo pero que muy bien.
Setlist Oceans of Sadness: 1. Eyes Live Fire 2. Where Oceans Begin 3. Two Voices 4. One Entire Shield Of Pain 5. See The Angels 6. Wild Mistery 7. Accepting Our Weakeness 8. You’ve Slain 9. Hope Is Gone
Setlist Epica: 1. Huban K’u 2. Mother Of Light 3. The Last Crusade 4. Sensorium 5. Run For A Fall 6. Illusive Consensus 7. Force Of The Shore 8. Solitary Ground 9. Blank Infinity 10. Seif Al Din 11. Façade Of Reality 12. The Phantom Agony 13. Cry Of The Moon 14. Quietus 15. Consign To Oblivion
Texto y Fotos: Lola Hierro – https://www.metal4all.net