Pocos grupos consiguen meterse al público en el bolsillo con uno o dos discos, y colocarse en la cabecera de un género musical a la alza como lo era hace unos 2 ó 3 años el Femme-Metal (tan saturado hoy en día, pero que a pesar de ello sigue dando buenas sorpresas de vez en cuando). Y sin embargo, los holandeses Epica lo hicieron con su debut en 2003: The Phantom Agony.

Cuando el sexteto sacó su segundo disco Consign to Oblivion a principios de 2005, el guitarrista, fundador del grupo y ex-componente de After Forever, Mark Jansen, dijo repetidas veces que el próximo álbum sería mucho más cañero, con más gruñidos y más guitarras. Dicho y hecho: hemos esperado 2 años para ver que una vez que Mark dice algo, lo cumple, y con creces.

Para este tercer disco (sin contar con aquel The Score que sacaron a finales de 2005 a modo de banda sonora para la película Joyride), el grupo ha tenido que pasar por varios trances y cambios: el batería Jeroen Simons dejó el grupo y la compañía con la que trabajaban (Transmision Records) se fue a la quiebra, dejando en vilo aquel dvd en directo que prometían a los fans. Pero parece que con el fichaje de Nuclear Blast todo vuelve a su cauce. Incluso han contado con dos colaboraciones de renombre para la ocasión: la canción “Death of a dream” cuenta con los gruñidos del ex-compañero de Mark en After Forever, Sander Gommans, mientras que la batería en todo el disco corre a cargo de Ariën van Weesenbeek (de God Dethroned), del que se dice que a pesar de su juventud es un batería con mucho talento.

Este nuevo disco, The Divine Conspiracy, es el primero íntegramente conceptual de la banda. Según adelantaban en su página web a finales de Mayo, el concepto lidia con la teoría de que Dios creó distintas religiones como una prueba para ver si los humanos eran capaces de encontrar la verdadera naturaleza de ellas, lo que viene a ser que todas ellas son iguales en esencia.

El disco contiene muchos de los elementos a los que Epica nos tienen ya tan acostumbrados: coros, orquesta, toques árabes, temas complejos como en sus mejores tiempos, voces operísticas como en sus comienzos, pero todo ello mezclado también con algunos elementos de los incluidos en su anterior trabajo, como la voz de la mezzo-soprano Simone Simons en sus registros más pop. Incluso nos dan el final de la saga “The embrace that smothers”, aquella que comenzara en el año 2000 en el primer cd de After Forever, y continuara en el debut de Epica.

Las canciones en este álbum son más elaboradas, mucho más complejas y con más tiempo de duración (muchas de ellas pasan de los 7 minutos, incluso la última, la que da título al cd, llega a los 14 minutos). Una cosa a destacar de Epica son sus siempre sorprendentes intros para los discos, y en esta ocasión no iba a ser menos con la genial “Indigo”, junto con “La’fetach Chatat Rovetz” a modo de previo para “Death of a dream”.

Hay cabida en el redondo no sólo para el metal, sino también para un par de baladas: “Chasing the dragon” (la que se comenta como la nueva “Run for a fall”) y “Safeguard to paradise”. Y por supuesto, hay hueco también para un tema ideal para ser single por ser pegadiza, no excesivamente duradero, como es “Never enough”, cuyo video se ha rodado en Belgrado (Serbia).

El resto de canciones son igual de sorprendentes, siendo cada una distinta de las otras, y todas ellas siguiendo un orden muy bien cuidado tanto para el oído del que escucha el cd como para seguir la temática del concepto del disco. “The obsessive devotion” (una de las más comentadas, por su fuerza y, de no ser por los 7 minutos de duración, posible single), “Menace of vanity” (de las que más gruñidos tiene y de las más rápidas), “Living a lie”, “Fools of damnation”, “Beyond belief”, “Sancta terra” y “The divine conspiracy”, todas ellas intercaladas con las intros y las baladas, hacen del disco un imprescindible en la colección de fans del grupo y curiosos amantes del metal, ya que en cada tema cada uno puede buscar el que más le guste, siendo todos ellos únicos y variados.

La voz de Simone ha mejorado, y mucho, en relación a trabajos anteriores: es más madura, más versátil, con más registros, más operística, y más teatrera en aquellas ocasiones que el tema lo requiera. Así mismo, el concepto “la bella y la bestia” lo tienen más logrado que nunca, dando incluso más protagonismo que antes (sin quitar el trono a Simone) a las voces masculinas. Y por supuesto, no dejando de lado al resto de componentes e integrantes tanto en el álbum como en el grupo: las guitarras y el bajo más agresivos que nunca y el coro más presente y organizado.

En definitiva: el nuevo disco de Epica es sinfónico, pero con toques de death y black metal; hay que destacar que el juego de voces está cada vez más logrado, y que tanto el coro como la orquesta están sublimes. Quizá sea este el disco que los fans del grupo estaban esperando, ya que (dada su complejidad) tras varias escuchas, no deja indiferente a nadie. ¿Lo malo? Aún tenemos que esperar al 10 de Septiembre para que Nuclear Blast haga el lanzamiento del cd y podamos disfrutarlo, no en versión promocional, sino en formato redondo y con los altavoces bien altos, como la ocasión lo merece.

Leticia Ballester

Temas:
1.– Indigo
2.- The obsessive devotion
3.– Menace of vanity
4.– Chasing the dragon
5.– Never enough
6.– La’fetach Chatat Rovetz (The last embrace)
7.– Death of a dream (The embrace that smothers, part VII)
8.– Living a lie (The embrace that smothers, part VIII)
9.– Fools of damnation (The embrace that smothers, part IX)
10.– Beyond belief
11.– Safeguard to paradise
12.– Sancta terra
13.– The divine conspiracy