Hamlet son sin duda una de las bandas más importantes, influyentes y reconocidas del metal patrio. Si contamos desde su formación, en 1987, han superado el cuarto de siglo en activo. Si lo hacemos desde sus coqueteos con el Hard Rock, en aquel debut bajo el título de “Peligroso” (1992), están a punto de alcanzarlo. En todos estos años la banda a pasado por diferentes etapas, unas más agresivas y otras más relajadas e intimistas, en las que siempre se han caracterizado por la evolución, manteniendo el sello propio que les define y que hace que hagan falta pocos segundos de canción para saber que les estás escuchando.
Molly y compañía están viviendo una segunda juventud, sobre esto no cabe discusión alguna. Tras el punto más alejado de lo que la mayoría tiene en la cabeza cuando se nombra a Hamlet, que fue aquel binomio compuesto por “Syberia” y “Pura Vida”, recuperaron energías y desde entonces, con “La Puta y El Diablo” (2009), el magnífico “Amnesia” (2011) y este nuevo lanzamiento que nos ocupa, no han hecho más que reivindicarse una y otra vez y demostrar un estado de forma envidiable.
“La Ira” ha sido concebido de manera totalmente analógica. Grabado por Carlos Santos en los Sandman Studios, mezclado por Kurt Ballou en los GodCity Studio, y masterizado en Audiosiege Mastering Studio por Brad Boatright, estamos ante un trabajo crudo, directo y con mucha agresividad. La mezcla, sin destacar ningún instrumento por encima de otro, ni siquiera la voz, le da una densidad y una profundidad al álbum que sin duda ahonda en esa crudeza ya mencionada. Aunque esto también tenga sus peros, y es que la voz de Molly a veces quede demasiado enmascarada por el aluvión de riffs de sus compañeros Luís Tárraga y Ken HC, quien, por cierto, es el nuevo guitarrista de la banda en sustitución de Alberto Marín, que decidió abandonarla en octubre del año anterior.
“Lamento” abre este nuevo lanzamiento siendo quizá el perfecto nexo de unión entre “Amnesia” y “La Ira”. Posee esos dos ambientes antagónicos que tan buen resultado les dieron en su anterior disco: el veloz y agresivo, que te deja sin respiración, y el más pausado y melódico que entra en tu cabeza y no termina de salir. Gran comienzo.
“Imperfección”, elegido como primer adelanto, fue toda una declaración de intenciones, mostrando a las claras lo que encontraremos en el que es ya su undécimo álbum de estudio. Comenzando con un potente y pesado bajo sobre el que Molly va manejando la estrofa para después ir ganando en agresividad, es un corte que recuerda, y en el fondo lo hacen casi todos, a un eslabón perdido entre “Revolución 12.111” e “Insomnio”.
El primer video clip realizado ha sido sobre el siguiente tema: “Mi religión”. Directo, contundente y pecando de cierta linealidad en 3 de los 4 minutos que dura, no es de mis preferidos del álbum, pero no se puede decir que sea un mal tema, ni muchísimo menos.
El bajo de Álvaro Tenorio, quien esta inconmensurable durante toda la grabación, vuelve a atronarnos al comienzo de “Ser o No Ser”, la cuál camina por tempos densos y pesados, con Molly una vez más combinando esas voces casi rapeadas con esas otras rasgadas, que cuando está en plena forma le quedan insuperables.
“Salvación” mantiene la pesadez durante unos breves instantes para apretar el acelerador al máximo y regalarnos un flashback a canciones de antaño como “Egoísmo”. Tremenda descarga de adrenalina la que aquí nos ofrecen los madrileños. Luis y Ken rozan el Thrash Metal en muchos momentos del disco, y este es uno de ellos.
La incendiaria “Nadie Más”, con un aire mucho más groovie y unos riffs de lo más contundente, refuerza la faceta más rítmica de la voz de Molly. Y si hablamos de ritmo, los cambios de éste en “Ciudad de Dios” son dignos de mención, en un tema de factura compleja, donde la colección de riffs para el recuerdo aumenta.
“Sin Tiempo Que Perder” comienza más pausada con guitarras y bajo arpegieando para posteriormente entrar la batería y darle aire a la canción. Quizá sea de los cortes que más desapercibidos pasan, como Molly en el, que queda eclipsado por un gran trabajo de guitarras, sin grandes florituras ni complejidades, pero con unos riffs de esos que te llevan a seguir más las cuerdas de nailon que las vocales.
La primera vez que escuché “Miseria” me vino inmediatamente a la cabeza “El Pequeño Dictador”. Con las escuchas esta referencia ya no es tan clara, pero esa primera asociación que alguien hace al escuchar un tema por primera vez siempre es importante y quiere decir algo. Aquí sin duda es el hecho de que su velocidad, ritmo y agresividad te llevan una vez más a “Revolución 12.111”
Se acerca el final e “Irreductibles”, con sus poco más de 3 minutos quizá sea el tema más elaborado del disco, en el que todos están impresionantes y brillan con luz propia.
El principio del “Niega”, el principio del fin, te dejará sin aliento con los momentos más veloces del álbum para luego encontrar momentos algo más melódicos y terminar sin que prácticamente te des cuenta. Un final de álbum tremendo, donde, por cierto, se aprecia a la perfección el asunto del sonido analógico que comentaba al principio cuando termina el corte y dejan colgando la cola del golpe de plato. Un gusto encontrarse un disco, en estos tiempos tan digitales que corren, que suene tan contundente y tan orgánico como este.
Para rematar dos bonus tracks, como son “Testificar” y “Me Olvidaste”, que seguramente se salen un poco de la tónica general del álbum y por eso van como bonus.
Hamlet lo han vuelto a hacer, han vuelto a fabricar un disco de altura en el que demuestran su envidiable estado de forma.
Alberto López
Temas:
1.Lamento
2.Imperfección
3.Mi Religión
4.Ser o No Ser
5.Salvación
6.Nadie Más
7.Ciudad de Dios
8.Sin Tiempo Que Perder
9.Miseria
10.Irreductibles
11.Niega
12.Testificar (Bonus Track)
13.Me Olvidaste (Bonus Track)