Tras cuatro años de parón, los estadounidenses más hardcoretas, Hatebreed, vuelven con un gran disco, ‘The divinity of purpose’ en el que, además del clásico hardcore, el oyente encontrará influencias metálicas: desde claros toques thrash muy cercanos a unos primigenios Slayer, al metalcore que han venido practicando en otros discos. |
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Nota:8/10 |
Nada nuevo bajo el sol de Hatebreed. Un hardcore machacón, en ocasiones, con tintes antiguos que recuerdan a los primeros Madball o a los Agnostic Front de los 80’, en otras acercándose al thrash metal de Slayer, y, a veces, tendiendo al metalcore más puro. Es un estilo genuino. No engañan a nadie. No han innovado (casi) nunca y no lo van a hacer. ¿Por qué? Porque les sale bien.
Han parado cuatro años y eso, quizás, no haya sido del todo malo. Cuando un grupo practica un género tan marcado puede ser beneficioso hacer un “stop” en el camino, dar descanso a los seguidores y volver, con el tiempo, con las pilas cargadas. Exactamente eso es lo que han hecho los estadounidenses, que han sabido crear una obra en la que los riffs, los breakdowns, la tralla hardcore, un sonido muy marcado…se han armonizado de una manera cuasi perfecta.
Unos estadounidenses que no han cambiado desde que grabaran su álbum homónimo en 2009, con Chris Beattie al bajo; Matt Byrne a las seis cuerdas junto a Novinec, mientras que los platos y timbales quedan para Wayne Lozinak. Y la voz cantante continúa siendo la de Jamey Jasta, quien con sus gritos se postula como una de las cabezas más importantes del panorama hardcore y que en este disco hace una labor más que destacable. Pero entremos de lleno en el disco…
El primer corte, ‘Put it to the Torch’ se muestra como una clarísima declaración de intenciones. Unos primeros riffs que parecen introducirnos en un tema lento, dan paso a un clásico ritmo hardcore, donde las voces de Jamey Jasta se convierten en las protagonistas. Después, ritmos rápidos y tempos más lentos se alternan dando lugar a un tema con cierto parecido a su célebre ‘Hate for This’.
‘Honor Never Dies’ prosigue con nuevos tintes metalcoretas y un estribillo más que pegadizo. La letra supone un elemento muy especial pues Jamey se la dedicó a su abuelo, muerto durante la grabación del presente disco y constituye todo un himno para los caídos en combate. Le sigue ‘Own your World’ que bien puede asemejarse con cualquier tema de los numerosísimos grupos de metalcore que saltan a la palestra hoy en día.
La cuarta pista, ‘The Language’, recuerda a los españoles Muerte por Mil Cortes en su primer CD, con el arpegio inicial, para después dar paso a un tema hardcore con reminiscencias thrash que bien podría haber salido de la mano del genio Kerry King. El lado más hardcore lo encontramos en los dos temas siguientes ‘Before the fight ends you’ e ‘Indivisible’, dos canciones de pura tralla, rápidas, veloces, acabalgadas…Todo un homenaje para los amantes del género. La segunda tiene un toque más vintage, que recuerda al sonido hardcore de los 80’.
Llegamos al séptimo corte con ‘Dead Man Breathing’, que nos devuelve a la estela metalera del grupo con influencias de Slayer por los cuatro costados. La intensidad y calidad del disco merma, y mucho, con ‘The divinity of purpose’, en el que una intro con un marcado bajo da paso a un tema que parece no aportar demasiado a lo ya mostrado.
Continúa el disco con uno de los temas más destacados del álbum, ‘Nothing scars me’ con una brutal base hardcore, algo más oscura que el resto del disco, y un estribillo digno de ser coreado en todos y cada uno de sus conciertos. Pero ‘Bitter Truth’ vuelve a bajar el pistón con un toque mucho más metalero.
El disco se cierra con ‘Boundless (Time to murder it)’ e ‘Idiolized and vilfied’. La primera es toda una explosión en la que se entremezcla lo mejor de todas las influencias del grupo: metal, thrash, hardcore, metalcore…los riffs suenan redondos y la batería da el apoyo perfecto para dar otro puñetazo encima de la mesa. El final, en un tempo muy lento, casi doom, es poco menos que espectacular. Menos agraciada es ‘Idiolized and vilfied’, tema que queda escondido entre tanta calidad.
En resumen, un disco que no va a traer absolutamente nada nuevo al mundo musical pero que sí permite al oyente disfrutar (y headbangear) durante los 38 minutos que dura. Hardcore, hardcore y más hardcore que demuestran que Hatebreed son el presente y el futuro de un género, quizá, demasiado vilipendiado. Los momentos estrella del disco: ‘Indivisible’, ‘Nothing scars me’ y ‘Boundless (Time to murder it)’
Paris González
Web: https://www.hatebreed.com/
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Boundless (Time to murder it)
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Idolized and vilfiled
[youtube] https://www.youtube.com/watch?v=ozd-T2k6_JE[/youtube]