Tras esta buena jugada, faltaba por ver si los alemanes iban a saber defender
tamaña empresa en directo o si por el contrario nos iban a aburrir soberanamente
como ya hicieran con la gira del “Rabbits Don’t Come Easy”, momento en que unos
cuantos decidieron desterrar a Helloween al olvido de una vez por todas.

Pues bien, parece que la banda de Weikath ha resurgido de sus cenizas como
un ave fénix y parece que tienen mucho más que decir en este triste mundo antes
de dar el adiós definitivo. Pero no nos adelantemos. Sería un crimen no hablar
previamente de los teloneros de lujo que esta vez se han traído con ellos. Nada
menos que Jaded Heart, otra formación también veterana que está viviendo su
propio renacer con la llegada de la savia nueva de Johan Fahlberg, el vocalista
encargado de sustituir a Michael Bormann. Con un disco, “Helluva Time”, que
ha recibido las mejores alabanzas de la crítica y del público, los del corazón
de jade consiguieron reunir en la sala Aqualung a un buen puñado de gente que
había iba expresamente a verles a ellos.

A pesar de la expectación que suponía tenerles por primera vez tocando en
España, a eso de las ocho de la tarde la banda se llevaba su primer jarro de
agua fría nada más salir al escenario: en el local no éramos más de 50 ó 60
personas. Increíble pero cierto. La razón no era otra más que el adelantamiento
repentino de la hora de apertura. Por eso, solamente unos pocos afortunados
pudieron escuchar “Tomorrow Comes”, “Somewhere” o “Live And Let Die”, de su
“IV”, que sonaron bastante bien y que ya nos pusieron sobre aviso de que este
nuevo vocalista, Johan, es mejor incluso de lo que podía parecer en disco. Este
era el desafortunado pero valiosísimo inicio, que no mucha gente pudo ver pero
que desde luego mereció la pena. A pesar de todos los pesares, la banda no se
amedrentó en absoluto. Johan demostró que sabe cómo conectar con la gente, y
así, en muy poco tiempo, consiguió poner a los cuatro gatos que éramos a saltar
y a corear. Por suerte, a medida que pasaban los minutos gente, gente y más
gente iba entrando, y la cosa se empezó a animar de verdad. A la altura de “Dreams
You’ll Never See”, la sala ya se había llenado considerablemente, y eso empezaba
a tomar forma de concierto grandioso y maravilloso. Fred, el guitarrista galo
que les acompañaba –no tenemos noticias de por qué ni de dónde está el original,
Barish Kepic- se mantuvo muy correcto en su posición, agitando melenas y aporreando
su guitarra cuando la ocasión lo requería. Más animados estuvieron Michael Mueller
y Henning Wanner, bajista y teclista respectivamente. Sobre todo este último,
quien no dejaba de cantar y de agitar los brazos hacia el público (siempre que
podía, obviamente). Así de bien iban las cosas cuando a la altura de “The Journey
Will Never End” quiero recordar, algo catastrófico ocurrió: se fue el sonido
sin más. Un segundo de diferencia y sólo se oía al pobre batería Axel Kruse
darle a las baquetas.

Y los demás, mudos. Sin enterarse muy bien de lo que pasaba, ya que al parecer
en el escenario ellos sí se oían, los pobres componentes de Jaded Heart contemplaron
estupefactos cómo el público, a falta de música, se ponía a cantar y corear
los típicos “oe oe oe” a pleno pulmón y sin ningún motivo aparente. Tras percatarse
de lo ocurrido, y bastante flipados por la buena respuesta de los fans en un
país para ellos tan lejano y desconocido como España, Johan se dedicó a jalearnos
a todos para pasar el rato. A los pocos minutos volvía el sonido, pero no hacían
sino comenzar y ¡zas! otra vez lo mismo. El sonido desapareció. Tras este nuevo
incidente, asistentes y grupo volvimos a hacer la misma gracia que antes. Y
ya, después de cambiar no sé cuantos generadores y otras historias, la banda
pudo seguir con una actuación que se salvó principalmente por el afán de superación
del grupo, por sus ánimos y porque su música es excelente. Tras interpretar
su curiosa versión de “Paid my Dues” de Anastacia, Jaded Heart tuvo tiempo de
regalar tres temas más, dos de ellos de su anterior trabajo “Trust”. Where Did
Our Love Go” (del Mistery Eyes de 1998), “Anymore” y “Feels Like Home” fueron
el broche final de la accidentada pero genial propuesta de estos alemanes. Y
tras despedirse Jaded Heart de los suyos, el escenario se convirtió en un ir
y venir de técnicos varios; todos trabajando arduamente para darle al tablado
la forma requerida por Helloween.

Tras un tiempo de espera que no se hizo muy largo, por fin podíamos ver la
sencilla pero efectiva puesta en escena, con un par de figuras similares al
brujo de las portadas de los Keeper. En un extremo, arriba a la izquierda del
público, la oscuridad desaparecía levemente para mostrarnos a Sascha Gerstner
tocar con una acústica las primeras notas de “The King Of A Thousand Years”.
Y con esto, la revolución. Andi Deris, con su característica voz de malo malísimo
cantaba eso de “I know your secret” y ponía la sala Aqualung patas arriba en
un abrir y cerrar de ojos. Con todos los miembros ya en activo, se puede decir
que los primeros diez minutos de concierto fueron brutales, la madre de las
locuras. Parece que nos hemos aprendido todos muy bien este tema, a juzgar por
la de voces que se oyeron cantar al unísono los estribillos y partes más cañeras
de esta canción. Desde luego, una de las mejores del disco nuevo, y desde luego,
una de las que mejor resultado está teniendo en directo. Tras este espectacular
comienzo, que nadie crea que hubo tiempo para respirar, pues Helloween se encaró
directamente con “Eagle Fly Free”, con la consiguiente alegría de la multitud.
Vimos aquí a un Andi saliendo airoso de esos agudos que a veces se le resisten.
La verdad es que se defendió bastante durante toda la noche, aunque ya hacia
el final se notó más que estaba esforzándose al máximo para llegar. No obstante,
en la primera parte especialmente estuvo muy bien, dando a su voz todos los
matices requeridos en cada estrofa de cada tema.

Así, la formidable “Keeper of The Seven Keys”, que tocaron justo después de
“Hell Was Made In Heaven” (y que sirvió, dicho sea de paso, para dejarnos tomar
aire), quedó más que apañada. El último corte de la primera parte era un sorprendente
“A Tale That Wasn’t Right”, y lo califico así porque no es uno que prodiguen
mucho en directo. Por esta razón precisamente, parece que todos, los de abajo
del escenario y los de arriba, lo vivimos con especial intensidad. Vivo ejemplo
de ello era Markus Grosskopf, quien como hombre feliz que es, no dejó caer la
sonrisa ni un instante. Justo al contrario que su compañero Michael Weikath.
Nuestro Weiki se presentó con su cara de mala leche habitual, pero parece que
ha conseguido hacer todo un arte de este papel. Impasible y completamente hierático,
el hombre se paseó por el escenario como de costumbre, cigarrillo en boca y
cara de asco en primer tiempo de saludo, como si el concierto no fuera con él.
Yo creo que en el fondo él mismo se ha auto adjudicado el papel de "gruñón"
y está encantado interpretándolo. Sin mirar a su público ni una sola vez, pero
tirándonos púas cada dos minutos, el hombre, con su cara malhumorada, se quedaba
tocando con una mano mientras con la otra apagaba un bostezo, o se la apoyaba
en la cintura… un personaje. Quizá el que más curiosidad suscitaba de todos
fuera Dani Löble, el nuevo batería, que no es manco precisamente.

A Dani había que presentarle por todo lo alto, y por eso, tras este último
corte, nos encontramos con un intrigante solo de batería. Su trabajo, en lo
que se pudo apreciar, fue brillante. Y de partirse de la risa. Todo porque su
colega bajista se situó a su lado con una mini batería como las de Feber para
retarle a un “duelo de titanes”. El resultado no pudo ser más desternillante.
Markus, dando unas ostias como panes a los platos, a la caja, al bombo y a todo
lo que podía, acabó tirando parte de la estructura por ahí, y no fue hasta entonces
cuando Dani pudo hacer su solo con tranquilidad. Después de este momento tan
cómico, tuvimos el placer de comprobar que nuestras conjeturas iban a ser ciertas.
Helloween se disponían a tocar el tercero de los cuatro temas de gran minutaje
que tienen: “Ocassion Avenue”. He de decir que, si bien con “The King Of A Thousand
Years” me quedé estupefacta, con esta canción ocurrió lo contrario, ya que se
antojó absolutamente aburrida. Fueron los 13 minutos más largos del concierto,
pero bueno, por fin pasaron y pudimos seguir con lo bueno, que no fue otra cosa
sino “Mr. Torture”, uno de los pocos temas decentes del “Dark Ride”. Cantando
como si fuera lo último que íbamos a hacer en nuestra vida, entramos de lleno
en otro “temazo” que nos dejó respirar otra vez “If I Could Fly”, el baladón
de la noche. Tras esto, un solo de guitarra del señor Sascha Gerstner, al cual
por cierto se le ve muy cómodo ya y completamente integrado. Esta vez fue Dani
Löble quien salió a vacilar con una guitarrilla de dimensiones liliputienses,
y tuvimos otro momento de coña similar al del solo del batería. Después de todo,
creo que todos estuvimos más pendientes de las payasadas del batería que del
virtuosismo de Sascha, pero en fin, que para eso es el nuevo, habrá que darle
protagonismo.

Siguiendo con este impresionante “set list”, nos metíamos de cabeza con “Power”,
otra que también se cogió con unas ganas increíbles, con un Andi en plena forma
pero que, en contra de lo esperado, no nos puso a cantar tal y como lo ha hecho
otras veces. No, esta vez íbamos a cantar otra cosa: “Future World”. Ahora sí,
Andi nos dividió en dos como suele hacer y nos pasamos un buen rato cantando
el estribillo. La magia de este momento vino acrecentada por la gran simpatía
de este vocalista, que ya puede hablar español de forma bastante comprensible.
Hizo una mención especial para los tinerfeños, que dice que solo le enseñan
a decir “coño” y “polla grande”, y se quejó porque le dicen que su español no
se entiende. Y entre tanta broma y chascarrillo, entramos en la recta final
del concierto. “Invisible Man” pasó desapercibida, no había ganas de escucharla,
y encima nada más terminar la banda se largó. Menos mal que salieron otra vez
y con tres buenas excusas: “Mr God”, de lo mejor del disco nuevo, fue lo primero.
¿Lo segundo? Inimaginable: “I Want Out”. Esto sí que pillo al personal por sorpresa,
¡vaya regalo navideño! Aquí se vivieron momentos únicos y si la sala Aqualung
no se vino abajo en ese momento, no se hundirá jamás. Y ya, con el adiós definitivo,
“Dr Stein”, un tema curioso para despedirse pero que tiene gancho, así que,
generalizando, se puede decir que empezó bien, siguió bien, y acabó bien.

Poco queda decir después de una crónica tan extensa. Fue para muchos un conciertazo,
de eso no me cabe duda. Helloween han ido y venido mucho en estos últimos años,
han pasado de mal a peor y ya no se daba un duro por ellos, pero sinceramente
ahora se les ve mucho mejor que en incontables veces anteriores. Convencieron
y nos hicieron vivir grandes momentos. Bien por ellos, ¡ya era hora de que hicieran
algo decente!

Texto y Fotos:Lola Hierro
www.metal4all.net

Set- list Jaded Heart:
Tomorrow comes
Somewhere
Live and let die
Inside out
Dreams you’ll never see
The journey will never end
Paid my dues
Where do we go
Anymore
Feels like home

Setlist Helloween:
King for a 1000 years
Eagle Fly Free
Hell was made in heaven
Keeper of the seven keys
A tale that wasn’t right
Solo de batería
Ocassion Avenue
Mr. Torture
If I could fly
Solo de guitarra
Power
Future World
The invisible man
Mr. God
I want out
Dr. Stein