Coherente con una época en la que la novela gráfica —el cómic— intenta trascender sus tópicos y experimentar haciendo incursiones en otros géneros literarios, Juanjo Sáez, desde y a partir de una serie de tiras publicadas en Rockdelux hacia 2006, se lanza a lo que podríamos llamar una autobiografía gráfica. La piedra angular del libro es la lista —hoy playlist, antaño simple tracklist— de sus grupos, discos, temas preferidos. Desde el heavy hasta la canción de autor, pasando por la electrónica, el indie o el punk más macarra.
Sara J.Trigueros
Juanjo se sirve de su propia cronología para terminar hablando de música aderezada con reflexiones filosóficas de andar por casa. Con una visión muy personal y ecléctica, donde no todo es lucidez, pero tras cuya lectura terminamos sumergidos en el mar de sus emociones y en la nostalgia de alguien que, ahora sí, ya ha empezado a perder cosas y busca refugio en la música.
Algunos estilos musicales salen mejor parados que otros, y el criterio personal del autor será, al final, el que los haga salir airosos o pasar al cajón de los guilty pleasures o pecados de juventud. En este sentido, a veces se tiene la sensación de que la realidad de la que el autor está hablando está algo desenfocada, como sucede cuando le toca el turno a los conciertos de metal, a propósito de los cuales afirma: «El heavy, poco a poco, a medida que me fui haciendo mayor, me fue decepcionando, sobre todo por el ambiente en los conciertos y la gente. Eran todos muy brutos, olía a sudor y cerveza (…). No encajaba con mi forma de ser. El indie me pegaba mucho más». Porque, por supuesto, en los conciertos de indie la gente se lava y bebe agua.
El seguidor de las tiras de Rockdelux ya sabe qué hay detrás del estilo naif de Juanjo Sáez, y aunque a veces surjan discrepancias o algún «habían» pueda sacar de la lectura al más purista, sí hay que concederle que su búsqueda de la autenticidad ha dado frutos. Por otro lado, entre 2015 y lo que llevamos de 2016 han aparecido varias novedades que dan testimonio de la generación que creció escuchando música en los 90, y para el amante de esos grupos siempe es agradable verse reconocido en algún pasaje o —en este caso— viñeta. También se agradece ver nombres menos conocidos, que siempre pueden servir de descubrimiento fortuito. Y aunque todos estamos perdidos y el mundo es algo triste y absurdo como el Kid A de Radiohead, también tiene momentos épicos o intervalos donde se produce la magia. De eso se trata la vida. De eso trata Hit emocional.