El pasado 8 de septiembre cumplió 20 años “Dance of Death”, el decimotercer disco de estudio de la banda británica Iron Maiden. Un disco que fue grabado en el estudio incluso antes de la gira “Give me Ed…Till i´m dead Tour 2003”, donde la banda apoyó el lanzamiento de sus videoclips hasta el momento en el dvd “Visions of the Beast”.
Toni Marchante
Y fue ahí donde yo tuve el primer contacto con “Dance of the Death”, ya que al paso de esa gira por Madrid el 12 de junio de 2003, en un concierto inicialmente previsto en el Palacio de Vistalegre, que cambió finalmente su ubicación a la Plaza de Toros de las Ventas, los Maiden se acompañaron de un autobús donde dieron acceso a algunos afortunados para escuchar algunos temas de ese disco que saldría al mercado dos meses y medio después.
Y allí fue donde pude catar las primeras impresiones del disco, un disco que inicialmente presentaba algunas dudas, principalmente por el tema de apertura, una canción que incluso dieron a conocer al público, ya que entro dentro del set list de la gira mencionada, como adelanto a sus fans.”Wildest Dreams” es un tema decente, pero falla en el estribillo y por ello, está muy lejos de los grandes hits singles cosechados por la banda.
Otro de los puntos flojos de este álbum es su portada, en mi opinión la peor de su discografía. Si bien el concepto pudiera resultar interesante, mostrándonos una escena cercana a la temática de la película “Eyes wide shut” de Stanley Kubrick, con Eddie personalizado a la muerte, el resto de personajes creados por ordenador resultan un poco “cutres”.
A partir de aquí, todo lo que contiene el álbum es destacable, con grandísimos temas, como “Rainmaker” que recupera sonidos del “Piece of Mind” o la grandiosa “No more lies” donde manifiestan su gusto por el progresivo.
El título del álbum hace referencia a una alegoría del medioevo tardío sobre la universalidad de la muerte: No importa la posición de uno en la vida, la Danza de la Muerte une a todos. Esta imagen es también conocida como danza macabra.
Los temas históricos tienen lugar también en este disco, espectaculares en lo temático y en lo musical, con “Montségur”, fruto de las vacaciones que Bruce Dickinson pasó cerca de Montsegur, el último bastión de los cátaros arrasado por la cruzada albigense en 1244; y con “Paschendale”, que trata de La Batalla de Passchendaele en la Primera Guerra Mundial.
El corte que da título al disco es una obra más de la factoría Harris, con la estructura típica de sus temas épicos, grandes melodías, cortes progresivos y los condimentos perfectos para la teatralidad de Bruce Dickinson tanto en la voz como en la interpretación.
“Dance of death” fue grabado en analógico, a la antigua usanza y nos aportó algunas novedades como la primera aportación del batería Nicko McBrian en la composición con “New Frontier” o “Journeyman”, la primera canción de Iron Maiden completamente acústica que sirve para cerrar el disco.
Para promocionar el álbum se embarcaron en el “Dance of Death World Tour”, donde adaptaron la escenografía a los atrezos del álbum. La gira pasó por España visitando el Palau Olímpic de Badalona en Barcelona el 1 de noviembre de 2003, tocando al día siguiente en el Palacio de Vistalegre de Madrid.
“Dance of Death” fue el segundo álbum de estudio de la banda tras la reunión con Bruce Dickinson y la unión de tres guitarristas; un álbum destacado en la discografía de Iron Maiden que nos ofreció nuevos aspectos, matices innovadores y diferenciales que lo hacen distinto a los demás. Llevamos 20 años bailando con la muerte y lo seguiremos haciendo eternamente.