Debido a una pésima orientación del redactor en cuestión, llegamos a la pista
de atletismo de Rivas, escenario del concierto de Mägo de Oz, con cierto retraso.
El concierto, previsto para las 22:00, se había retrasado poco menos que nosotros,
por lo que, por suerte, no nos perdimos demasiado.

Es la primera vez que me regocijo en el vaguerío nacional, pues entrábamos
en el recinto las 22:35 mientras se acababa el primer tema del set-list, «La
Voz Dormida», que sin duda debía ir precedida de la intro del nuevo disco, «Volaverunt
Opus 666», y ya a mediados de tema contiguo, el clásico «Jesús de Chamberí»,
nos habíamos posicionado lo suficientemente bien para poder ver el concierto
en condiciones. Cabe destacar el impresionante despliegue que este grupo madrileño
ha logrado: Una catedral de fondo, unas vestimentas de lujo, dos coristas de
renombre como son Patricia Tapia y Tony Manguiano…. todo un lujo verles en
escena.

Con 11 componentes en el escenario (como si de un equipo de fútbol se tratase,
oiga), daban paso a uno de los temas bandera del nuevo álbum, «El Poema de la
Lluvia Triste», con introducción lírica en italiano de Patricia Tapia. Lo siguió
otra canción estrella de su nuevo trabajo, «Aquelarre». Para sorpresa de mucho
del gentío, Frank nos deleitó con un solo de flamenco bastante correcto en medio
de la canción, en la que volvió a destacar Patricia Tapia con un final típico
flamenquero. Tras esto, todos los focos dejaron de iluminar el escenario, y,
tras un par de minutos de inquietud, empezó a sonar el comienzo de «Fiesta Pagana»,
sin duda uno de los momentos cumbres de la noche.

Tras un pequeño discursito de José, en el que nos recordaba el desastre del
«Prestige» del 2003, empezó el primer single del disco pasado, «La Costa del
Silencio», para alegría del público menos rockero. Siguieron en esa línea de
éxitos de la radiofórmula, continuando con uno de sus temas más polémicos de
su último trabajo, «Hoy Toca Ser Feliz». Para no salir de esta onda menos rockera,
la siguió la balada «Desde Mi Cielo», muy emotiva y que dejó buen sabor de boca
para dar paso a la verdadera magia de la noche.

El escenario se quedó vacío excepto por una pequeña figura en el centro. Era
el momento del solo de Jorge Salán, que nos mostró que Vai no sólo le influencia
a la hora de escoger guitarras. Tras un par de minutos de virtuosismo basado
en el correcto uso de efectos, comenzó a tocar la danza húngara de Brahms, coreada
por todo el aforo y finalmente seguida por el completo de la banda con sus instrumentos.
Una verdadera joya.

Fue acabar este tema y oír el comienzo del tema homónimo a su penúltimo trabajo,
«Gaia». Para decepción de algunos asistentes nostálgicos, no sacaron, como era
costumbre, la silla eléctrica, pero sonaron muy bien cada uno de los 11 minutos
de esta canción. Justo a continuación, tocaron la versión metal de «La Rosa
de los Vientos», en la que, para sorpresa de muchos, salió el desaparecido Txus
a cantar la parte de la que se encargaba Víctor García en la grabación en estudio.
Sin que éste se bajase del escenario, y precedido de un épico grito «¡Viva la
Libertad!», sonó, humildemente, la que considero mejor tema del repertorio,
«El Que Quiera Entender que Entienda». Antes de que Txus se fuese de nuevo,
nos entretuvo con un discurso en el que explicaba el por qué de su ausencia
y felicitaba y daba las gracias a Joaquín Arellano «El Niño» por suplirle en
estos conciertos

Y llegó el momento de los bises. Con su respectiva introducción, comenzó «Diabolus
in Musica», en la que, como venía pasando en sus anteriores conciertos, sacaron
un monigote de un demonio al escenario, mientras que Patricia Tapia nos daba
una demostración de por qué ella ha sido elegida la cantante femenina de la
gira de Mägo de Oz 2006. Casi sin darle tiempo a que se acabe su canción predecesora,
comenzó el primer single de lo último de los madrileños, la fiestera (y todo
menos virtuosa) «Posada de los Muertos», coreada por todos.

Una vez más, José nos daba las gracias por haber ido allí, y con una introducción
de ese estilo dio paso a «Hasta Que el Cuerpo Aguante». Con esto, despejaron
el escenario durante unos minutos. Fue apoteósico estar esperando a oscuras
y comenzar a oír el riff del «Highway to Hell». Yo, olvidándome de que estaba
en un concierto de Mägo de Oz, empecé a cantarla justo cuando ellos dejaban
de tocarla, pasando a su tema bandera, «Molinos de Viento». Con un despliegue
luminoso impresionante y con pirotecnia, entró este cañón de tema, con el que
finalizaron el concierto.

En definitiva, una puesta en escena envidiable, una considerable mejora debido
a los nuevos miembros y los coristas, y sin echar en falta a Txus, la noche
se despedía con un buen sabor de boca. El único problema ahora era encontrar
un medio de transporte de vuelta a Madrid. ¡Salud, Cabrones!

(Nota del Redactor: Lo sentimos por la calidad de las fotos, no nos acompañó
la iluminación ni la posición en la que estábamos…)

Texto y Fotos:David J. Amelang