Meshuggah + High on Fire – 30 de Noviembre 2016 – Sala Razzmatazz (Barcelona)
Los suecos Meshuggah demostraron en Barcelona por qué son una de las bandas más respetadas y admiradas de la escena metalera contemporánea. Con una ejecución precisa y contundente y un juego de luces sencillamente espectacular, los reyes del metal extremo se las apañaron para dejar boquiabiertos a todos los que casi llenamos la pista de la sala Razzmatazz. La elección de High on Fire como teloneros, un grupo igual de potente pero con una esencia radicalmente diferente, resultó curiosa e interesante, y a pesar de no acabar de sonar del todo bien, el trío encabezado por Matt Pike descargó su stoner metal ruidoso y sudoroso con pasión y energía sin importarles el poco entusiasmo con el que fueron recibidos.
Texto y fotos: Albert Vila
La última gran gira de metal extremo de la temporada llegaba a Barcelona con la sensación de que quizás la sala Razzmatazz 1 se les iba a quedar un poco grande. El atractivo de High on Fire como teloneros es innegable y Meshuggah arrastran un público fiel y tremendamente entregado, pero los de Jens Kidman no dejan de ser un grupo singular, denso y complicado con una capacidad de convocatoria limitada. De hecho, más que por un tema de aforo, la elección de la sala estuvo más bien relacionada con el hecho de que los suecos pudieran disponer de espacio suficiente para desplegar su espectáculo lumínico, una maravillosa exhibición de potencia, precisión y buen gusto que prácticamente justificó por si solo el precio de la entrada. De todas maneras, y aunque es cierto que no estábamos nada apretados y que unas cortinas cubrían parte de los laterales de la sala, la pista presentó un aspecto más que decente y no me atrevería a decir en absoluto que hubiera mala entrada,.
High on Fire
Además de tener un pefil bastante alto, High on Fire es un grupo que me encanta, así que su confirmación como teloneros de esta gira me pareció una grandísima noticia. Analizándolo más fríamente, quzás fué una elección algo sorprendente, ya que los de Matt Pike son una banda diametralmente opuesta en muchos sentidos a los cabezas de cartel. Meshuggah son matemáticos, precisos, enrevesados, fríos y calculadores, mientras que High on Fire son sucios, ruidosos, directos y viscerales. Por ello no fué inesperado del todo ver una sala medio vacía pocos minutos antes de que los californianos empezaran con su descarga. Con un escenario que ya mostraba los paneles laterales con la portada de The Violent Sleep of Reason, la única decoración que aportaban High on Fire era un telón de fondo medio escondido y una pared de pantallas Orange que iban a complicar seriamente la vida de un técnico de sonido que tuvo que lidiar con la difícil y potente masa sónica que emanaba de detrás de los músicos. Aunque a medida que fueron pasando los temas la pista se fué llenando más, no lo hizo lo suficiente como para que resultara dificultoso pasearse entre el público buscando el mejor sonido, que acabó siendo lo más cerca del escenario posible, desde donde se escuchaba directamente lo que salía de los amplificadores sin tener que sufrir la bola que generaba la mezcla con la PA.
High on Fire venían a presentar por segunda vez (ya lo hicieron el verano pasado) su último y brillante Luminiferous (2015), que en mi opinión es uno de los mejores discos de su carrera, si no el mejor. Con sesenta minutos de actuación y un set prácticamente tan largo como si hubieran sido cabezas de cartel, decidieron dar especial protagonismo en esta ocasión a su último disco y, en general, a su etapa más reciente, incluyendo solo un tema procedente de sus celebrados tres primeros trabajos (que a mí no me gustan tanto como los últimos, así que ya me estuvo bien). Liderados por un Matt Pike como siempre descamisado y ya sudoroso antes de empezar, los californianos salieron al escenario a las 19.30 en punto para darlo todo sin importarles si había mucha o poca gente o si los que había les conocían más o menos. Aunque prácticamente todo el mundo que iba llenando la sala gradualmente se mostró atento, interesado y respetuoso con su descarga, los que les disfrutaron y se emocionaron de verdad acabaron siendo solo unos pocos.
Al igual que pasa en Luminiferous, las potentes "The Black Plot" / "Carcosa" fueron las escogidas para empezar, y desde el primer momento se vió que no habían olvidado ni una pizca de energía en el camerino. De este disco también sonaron la veloz, ruidosa y motörheadiana "Slave the Hive" y la melódica y mastodóntica "The Falconist", un temazo casi pegadizo durante el que pudimos apreciar lo gordísima que sonaba la guitarra. Alguien podría tender a pensar que un grupo sucio y directo como High on Fire, con un espíritu algo punkarra, no va a estar formado precisamente por virtuosos, pero solo hace falta verlos unos pocos minutos para disipar rápidamente esta creencia: Matt Pike hace sonar su guitarra como si fueran tres mientras se va sacando solazos cuando menos te lo esperas. Jeff Matz, con su aire a Troy Sanders, rellena todo lo rellenable con su potente bajo, mientras que Des Kensel es un maquinote que muchas veces parece enfrascado en un solo de batería constante. A pesar de sonar algo embarulladas, la potente "Turk" y la genial "Fertile Green", con el maravilloso riff vacilón que protagoniza su ultimo tramo, fueron dos de los mejores momentos de un concierto que entró en la recta final con "Blood from Zion", única concesión a su primera etapa. La elegida para acabar, cómo no, fué "Snakes for the Divine", un temazo espectacular que se ha convertido ya en un auténtico clásico. Y no es para menos, ya que se trata una canción inspiradísima repleta de pasajes motivantes y pegadizos, guitarras estusiasmantes, solazos jebis, momentos atmosféricos a lo "Seasons in the Abyss" y un final pesado absolutamente brillante. Por desgracia, no acabó de sonar tan definida como debería, con lo que tanto el conjunto como algunas de sus mejores partes acabaron un poco deslucidas.
Me encanta High on Fire. Su calidad como músicos es impresionante, tienen un montón de temazos incontestables, su actitud y entrega es magnífica y escogieron un setlist ideal para mis gustos, pero los momentos en los que conecté realmente con su descarga fueron contados. No sé si fué un problema puramente de sonido (que sin duda no fué bueno) o ayudó la cierta frialdad que se respiraba en la sala, pero el hecho es que ya es la tercera vez que los veo y ninguna de ellas me ha parecido especialmente espectacular, con lo que el problema, al menos en parte, seguro que emana de ellos. Me dá que su hábitat natural sería una sala pequeña, un Rocksound donde pudieran sonar directamente a través de su pared de amplis y donde su potencia y ruidosidad actuara a su favor en vez de suponer un estorbo para disfrutar de su escucha. A falta de nuevas visitas con High on Fire (que seguro que no seran en el Rocksound), Matt Pike volverá el próximo mes de junio a Barcelona con la banda con la que se dió a conocer, los pioneros stoner/doom Sleep, confirmados la misma mañana de este concierto por el Primavera Sound.
Setlist High on Fire:
The Black Plot
Carcosa
Rumors of War
Serums of Liao
Slave the Hive
The Falconist
Turk
Fertile Green
Blood from Zion
Snakes for the Divine
Meshuggah
De la misma manera que no dudo en declararme fan de High on Fire, no puedo decir realmente lo mismo respcto a Meshuggah. Aunque su calidad y originalidad como compositores e instrumentistas es sencillamente impresionante y la influencia que han tenido y tienen en muchísimas bandas de metal contemporáneo es notable, nunca han sido capaces de provocarme el nivel de devoción que despiertan en muchos a pesar de que con los años he llegado a apreciarlos y a conocerlos en bastante profundidad. Teniendo en cuenta que son una banda complicada, densa, pesada y compleja, siempre me ha parecido sorprendente que sean capaces de arrastrar a tanta gente de todas las edades y pelajes, hasta el punto de encabezar todo un Be Prog! My Friend o de necesitar la sala grande del Razzmatazz para su visita a Barcelona. Ya hemos dicho que la elección de la ubicación estuvo más basada en temas de infraestructura y capacidad lumínica que de aforo, y en realidad es posible que con el Apolo o el Razzmatazz 2 (que se hubiera llenado hasta los topes, eso sí) hubiesen tenido suficiente para albergar a los 700-800 fans que se debieron reunir aquí esta noche, aunque entonces el espectáculo lumínico hubiera sido irrealizable por lo bajo del techo y lo pequeño del escenario.
Meshuggah, pues, es un grupo que me gusta con bastante moderación, y por ello la última (y única) vez que les había visto con anterioridad fué en esta misma sala hace más de veinte años, cuando siendo unos pipiolos acompañaron a Machine Head en la gira de presentación del seminal Burn My Eyes. Recuerdo más bien poco de su descarga ese día, solo que venían con un reciente Destroy Erase Improve bajo el brazo y que me parecían un grupo de algo que califiqué como metal industrial con el que en ese momento no acabé de conectar ni en estudio ni en directo. Después de insistir pacientemente, con el tiempo he aprendido a apreciarlos mucho más, hasta el punto de difrutar fácilmente de la mayoría de sus discos, pero nunca me han emocionado lo suficiente como para que me animara a venir a verlos. The Violent Sleep of Reason, el disco que vienen a presentarnos hoy, me parece verdaderamente impresionante, lo que junto a la presencia de unos teloneros muy de mi agrado ha inclinado la balanza para que me decidiera a acercarme.
Un concierto de Meshuggah no es un concierto al uso, y las primeras curiosidades ya son apreciables antes de empezar. A parte de cuatro paneles y un telón de fondo con diferentes motivos pertenecientes a la impresionante portada de su último disco, el escenario estaba prácticamente vacío. Cuatro monitores, un wha-wha, unas cintas pegadas en el suelo para indicarle a cada miembro donde se tenía que colocar (y válgame dios que fueron obedientes, ya que nadie se movió casi ni un milímetro durante el concierto), un par de minúsculas cámaras en primera línea apuntando al público y otra apuntando a Jens Kidman. Ni amplificadores ni ninguna otra pedalera. Que el sonido iba a pasar directamente de los instrumentos a la mesa para ser escupido directa y nítidamente por la PA parecía claro pero, y lo de los pedales? Vista la precisión espectacular que desde el control tenían con las luces, quizás no era descabellado pensar que podían gestionar los cambios de distorsión también desde allí, por muy de locos que esto pudiera sonar a priori. Después de una atenta observación durante todo el concierto, la evidencia es que el sonido de las guitarras de Meshuggah es tan constante, directo y monolítico que no parece necesitar de ningun cambio de distorsión ni, en consecuencia, de demasiados pedales.
A las nueve en punto se apagaron las luces y los altavoces empezaron a emitir un ruido punzante que anticipó la salida de los cinco miembros de la banda sueca, que (excepto Thomas Haake, claro) se colocaron al borde del escenario para empezar a atacar con las primeras notas de "Clockworks", el tema que abre su último disco. Con un sonido contundente, limpio, trallero y ridículamente preciso que enloqueció al público desde el primer momento, los suecos se apoyaron en un espectáculo lumínico perfectamente coordinado con la música para impresionar a todos. Incluso la gran bola de discoteca que cuelga del techo de la sala estuvo cubierta por unos telones negros, por tal de no provocar ninguna interferencia ni reflejo indeseado. El setlist fué muy sólido y estuvo bastante bien repartido entre la mayoría de sus discos, haciéndome disfrutar especialmente de la potentísima "The Hurt that Finds You First", de la fabulosa "Dancers to a Discordant System" y de las recientes "Nostrum" y "The Violent Sleep of Reason".
Debido a ese sonido monolítico que comentamos y a que los miembros de la banda no son precisamente encantadores ni ayudan mucho a motivar al público con su total falta de movilidad, es posible que aquellos que no sean demasiado conocedores del cancionero de la banda tuvieran la sensación de que muchos temas sonaron sospechosamente parecidos, y que la hora y media que duró su actuación se conviertiera en una bola ininteligible. Sus canciones carecen totalmente de momentos pegadizos, esperados o accesibles, y sus compases son incluso complicados de seguir conscientemente con la cabeza, así que para mí la manera de disfrutarlos al máximo es sencillamente dejándote absorber por los ritmos metódicos, discordantes y repetitivos, que junto a las luces mesmerizantes te acaban transportando, si te dejas, a un estado de cierto trance hipnótico con independencia de la canción que estén tocando en cada momento. Incluso su falta de interacción con el público y el hecho de permanecer constantemente en las sombras, sin casi oportunidad de distinguirles las caras durante todo el concierto, actúa decididamente en esa dirección, así que paradójicamente, a pesar de ser un grupo terriblamente matemático y cerebral en sus composiciones, demandan una escucha inmersiva, inconsciente y visceral. Las primeras y únicas palabras que Jens Kidman dirigió al público no llegaron hasta justo antes de "Bleed", uno de sus temas más conocidos, que fué recibido entre vítores y sirvió para cerrar el set principal.
Después del parón de rigor, completaron el bis con "Demiurge" y con la inevitable e icónica "Future Breed Machine", única representación de su disco de début, que suena tan moderna y rompedora como lo hacía el primer día, con un juego de luces impresionante y difrutada con pasión por todos para dar el broche final a una hora y media de inusual espectáculo sónico y lumínico que, si fuiste capaz de darle el tipo de atención que requería, se tornó en una experiencia totalmente memorable. Las impresionantes luces tuvieron casi tanto protagonismo como la música, y de hecho es imposible discernir una cosa de la otra dentro de la atmósfera envolvente e hipnótica que los suecos fueron capaces de crear. A pesar de lo atractivo de la parte visual, es necesario destacar que me pareció que hubo menos gente haciendo fotos con el móvil en alto de lo que es habitual, lo que realmente honra al fan medio de Meshuggah. Comentar también que el concierto acabó incluso antes de lo que estamos acostumbrados en estos últimos tiempos, y a las diez y media en punto ya estábamos fuera. Meshuggah van un paso por delante, son únicos, modernos e innovadores y lo demuestran disco tras disco y concierto tras concierto.
Texto y fotos: Albert Vila
Setlist Meshuggah:
Clockworks
Born in Dissonance
Sane
Perpetual Black Second
Stengah
The Hurt that Finds You First
Lethargica
Do Not Look Down
Nostrum
Violent Sleep of Reason
Dancers to a Discordant System
Bleed
—
Demiurge
Future Breed Machine