Intimista y sereno: así se ha planteado que sería el decimotercer trabajo de estudio de Moonspell, Hermitage. En cuentagotas y con metáforas introspectivas, espirituales o arquitectónicas, han ido apareciendo diferentes adelantos que confirmaban esta premisa. Los portugueses han grabado uno de sus discos más tranquilos, pero prolijo en detalles ornamentales y que gusta de jugar con los límites de esa serenidad a la que apelan, tan frágil como difícil de conservar.

Sara J. Trigueros

Podría decirse que la portada y el single que sirve de apertura al disco van casi de la mano. En el trabajo gráfico realizado por Arthur Berzinsh predominan tonos oscuros y observamos una figura casi clásica alejarse de una civilización que no se sabe si emerge como un espejismo o está a punto de hundirse. «The Greater Good» es, fundamentalmente, la representación de ese concepto, y se ve con mucha más claridad en el incómodo lyric video de Guilherme Henriques. Tenemos el pulso con el que se abre el disco, un latido que se apagará, ya entrados casi todos los instrumentos, solo para ser sustituido por la cadencia rítmica de la batería. Tenemos el colapso y la oscuridad (la voz de Fernando Ribeiro parecerá casi un murmullo). Pero esto es, más o menos, lo que todos sabemos.

Moonspell en 2021, por Rui Vasco

«Common Prayers» es uno de los cortes que más recuerdan a antiguas entregas de los portugueses. En él destaca el contraste que crea Ribeiro al alternar guturales con pasajes más límpidos en los que se percibe su registro de barítono con total claridad. Los riffs serán legión y los cambios de ritmo contribuyen a (re)crear ese ambiente que ha llevado a Moonspell a consolidarse como una de las bandas más representativas de lo que sea eso que denominamos por convención gothic metal. Algo de esto se recupera también más adelante en temas como el que da título al disco, donde la melancolía da un paso a un lado para que la rabia —y, con la rabia, sonidos más metaleros en sentido estricto— cobre protagonismo.

Y, sin embargo, creo que donde más brilla este trabajo es en los elementos rupturistas como los que encontraremos en la tercera pista, «All or Nothing», para mí la primera parada sobresaliente. Es melancólica, densa, oscura y, aquí sí me puedo hacer eco de las palabras con las que se presentaba el disco a los medios, paradójicamente serena. Ojo a los pasajes instrumentales, el ambiente sugerido a partir de largos arcos de teclados (Pedro Paixâo) y esas melodías construidas por Ricardo Amorim (guitarra) que coronan uno de los cortes más personales que vamos a encontrar, al menos durante la primera parte del disco.

Moonspell – All or nothing

Sonidos muy particulares y con cierto deje oriental también los encontraremos en «Entitlement», que funciona un poco, junto a «Solitarian», como bisagra antes de pasar definitivamente a una segunda mitad que convierte un disco ya excelente en uno memorable. Los puntos fuertes, desde mi punto de vista, vienen juntos, y son «The Hermit Saints» y «Apopthegmata». El primero tiene una complicidad entre todos los instrumentos que lo hacen destacar muy por encima de lo que habíamos venido escuchando hasta ahora.

Y con él llega, creo, el momento de hablar de uno de los elementos que más cohesión dan al disco y que más lo enriquecen musicalmente hablando, porque en esta pieza se ve muy bien ese trabajo sutil a las baquetas, entremezclando el swing del jazz con cambios de ritmos progresivos y algunos pasajes con más fuerza. Y no es algo puntual: Miguel Gaspar lleva siendo uno de los grandes protagonistas desde el principio (por ejemplo, el juego de platos y toms que realiza en «All or Nothing» también daba para reseña propia). Sin ir más lejos, ese ritmo de jazz que acabo de mencionar ya se podía intuir también en «The Greatest Good» o los contratiempos de «Entitlement». Ya son muchos años y no es ninguna sorpresa que decir que estamos ante un músico de una calidad impresionante, pero en este disco me parece indiscutible y alcanza un grado de madurez y sosiego para reverenciar.

Un trabajo de orfebrería

«Apopthegmata» es, decía, el último gran tema antes de adentrarnos en la recta final, si bien es de un carácter que difiere de otros destacados hasta ahora. Tiene reminiscencias a los mejores Opeth y compagina a la perfección el carácter más agresivo de los Moonspell clásicos y la línea más experimental que sobresalía en los pasajes más calmos de este álbum. Con esa quietud se da paso a «Without Rule», casi un puzzle donde todas las piezas componen un hermoso paisaje, pero que tienen la virtud de poder observarse con cierta individualidad sin que se pierdan en los detalles el valor del conjunto. Se prepara una vuelta a la calma para dar paso al outro, «City Quitter». De nuevo es en esta recta final donde cobran sentido las palabras de Fernando Ribeiro acerca de la humildad y la sencillez con las que hay que encarar este trabajo.

Aunque es el gusto personal lo que me lleva a destacar unos temas por encima de otros y a reseñar como virtudes algunas características y pasar por alto otras, creo que Hermitage tiene suficiente variedad como para terminar resultando una escucha cómoda a cualquiera que sepa, más o menos, qué tiene delante cuando se trata de Moonspell. Con tres o cuatro cortes más directos y otros tantos más bien sugerentes se termina formando un mosaico con una diversidad que permite que cada uno pueda quedarse con lo que más le llena, que es a fin de cuentas para lo que está la música. Y ello, no obstante, sin que se trate del típico plástico para todos los gustos o concebido para tener a todo el mundo contento. En ese sentido los lusos tienen la azotea muy bien amueblada y ya no están para hacer concesiones a nadie que no sean ellos mismos.

Sara J. Trigueros

Temas:
1. The Greater Good
2. Common Prayers
3. All or Nothing
4. Hermitage
5. Entitlement
6. Solitarian
7. The Hermit Saints
8. Apophthegmata
9. Without Rule
10. City Quitter (outro)