El pasado 26 de mayo, y con la excusa de las fiestas del popular barrio madrileño de Hortaleza, se celebró un nuevo concierto Ñu, uno de los grandes grupos de la historia de la música española, capitaneados por el espigado flautista y cantante José Carlos Molina. Buen ambiente el que hubo en el auditorio Pilar García de Peña (uno de los tantos auditorios que han aparecido como setas por los parques de la capital), con un público muy numeroso, entre los que se encontraban antiguos componentes de la banda, como Jero Ramiro, Enrique Ballesteros, etc. Texto: Alfonso Dávila Fotos: Manu Cabaleiro |
Comenzaron puntuales, y con la escasa decoración de una fotocopia con el nombre del grupo de fondo, con “El golfo de la guerra”, la primera sorpresa de la noche, ya que no tocaban este tema en directo desde aquel discazo en directo llamado “Imperio de paletos”. Por desgracia, la segunda sorpresa de la noche fue el pésimo sonido, desquiciando a Nacho de Carlos que dio un par de golpes a su amplificador. Otro clásico fue el siguiente en sonar, y es que la primera parte del concierto estuvo centrada en los clásicos del grupo. “Animales sueltos”, empezó con el Molina lanzando la flauta por el aire, para después recogerla habilidosamente, y es que al Molina parece ser que se le ha atemperado el carácter, y es que en otra época hubiera montado una buena por el mal sonido que aún tenían.
Desde el primer momento se pudo ver a una banda compuesta por músicos de los pies a la cabeza, y es que la actual formación de Ñu es impresionante, con Nacho a las guitarras, mostrando su virtuosismo en los solos, Ramón Álvarez al bajo clavando todas las notas, Bumper que ya lleva unos cuantos años junto José Carlos y Peter Mayer con sus teclados y su Hammond que da gusto ver como disfruta de las música y como balancea el órgano. “No hay ningún loco” fue la siguiente en sonar, por así decirlo, porque no se volvían a escuchar las guitarras. La siguió “La granja del loco”, en la que todo el público que conocía los temas de Ñu no dudó en botar y en cantar su estribillo. Y es que lo malo por así decirlo de celebrar conciertos en unas fiestas populares es que una gran parte del público está ahí porque están de fiesta y no para ver la actuación. La verdad es que ya hay ganas de ver al Molina y a los suyos en una sala rodeados por su verdadero público.
Molina nos presenta las dos siguientes canciones que iban a tocar, ambas pertenecientes a su primer disco, aunque al final fueron tres. Del “Cuentos de ayer y de hoy” se decidieron a tocar “Preparan”, “Cuentos de ayer y de hoy” y “El juglar”. A partir de aquí, y todo bajo mi punto de vista, el ritmo empezó a decaer, y es que empezaron, como hacen últimamente, a improvisar, a modo de jam sesion, de hecho, interpretaron “Títeres” de forma totalmente instrumental. A continuación hubo un nuevo discurso de José Carlos, soltando alguna puya con su ironía habitual, al mencionar que los tres siguientes temas que iban a tocar pertenecen a su último disco, “Viejos himnos para nuevos guerreros”, y que los tocaban juntos porque nadie conocía los temas debido a la poca venta del disco. Comenzaron con “Arreando mi suerte”, que tocaron entero y que me encantó, siguieron con “Cantarás sin fe” y finalizando esta parte del concierto con “Viejos himnos para nuevos guerreros”. En definitiva, espectacular los tres pedazo de canciones, pero la gente estuvo muy parada, porque como he dicho antes, no actuaron ante su público.
Tras un nuevo pique del Molina, diciendo que solamente queríamos escuchar temas antiguos y conocidos, tocaron el tema instrumental compuesto por José Barta “Irlanda”, durante el cual José Carlos aprovechó para tomar aliento, mientras el resto hacía sus respectivos solos. “Tocaba correr”, seguramente el tema más conocido de su discografía, sonó de lujo, con que fue mejorando notablemente durante el concierto, y todo el mundo contó su inmortal letra. Volviendo a la faceta heavy del grupo, tocando “El hombre de fuego”, otro tema que no tocaban desde hacía muchísimo tiempo, y que supuso una sorpresa para todo el mundo. Pero de nuevo el ritmo del concierto se volvió a ralentizar, debido a que tocaron “Manicomio” de forma totalmente instrumental, y es que el Molina, pesa a tener aún un buen estado vocal, necesitaba descansar la voz.
Para volver a levantar a la gente recurrieron a “El tren”, un tema ya muy manido, pero que la gente conoce. A continuación salió a acompañar al grupo en algunos temas la violinista Judith Mateo, con la que Molina hizo una gira hace un par de años por Castilla La-Mancha. Además Judith protagonizó uno de los grandes momentos del concierto, cuando se atrevió a arrebatarle el micrófono al Molina mientras este estaba hablando, y es que hace falta ser muy valiente para atreverse a hacer eso. Con Judith sobre el escenario, interpretaron “La danza de las mil tierras”, otro sorpresón de la noche, y “El flautista”, la parte más folkie del concierto y la más animada, y es que Judith derrocha energía y simpatía sobre las tablas. Con “Se quien” volvieron a retomar el sonido duro del grupo, y es que este tema es uno de los grandes himnos de la historia del rock estatal.
Ya estaba llegando el final del concierto, cuando sonó la festiva “De fiesta” (valga la redundancia) , y tras un largo solo de teclado de Peter Mayer, impresionante como toca este hombre y como lo disfruta, atacaron con “Más duro que nunca”, poniendo el punto y final al concierto.Un concierto un poco raro, comenzando con un sonido nefasto, aunque curiosamente al final de la actuación era perfecto. Con un set list muy bien elegido, cargado de sorpresas, pero que quedó un poco deslucido con tanta improvisación e interpretación instrumental. Y es que al finalizar el concierto hubo dos tipos de público, a los que les encantó esta faceta que están desarrollando de las improvisaciones, y a los que hubiéramos preferido que hubieran interpretado las canciones tal cual se grabaron. Pero si hay algo en lo que coincidió todo el mundo, fue en las ganas que hay de ver a Ñu en una sala en condiciones y con su verdadero público.
Texto: Alfonso Dávila
Fotos: Manu Cabaleiro
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