Muerto el perro, ¿se acabó la rabia? Si estamos hablando del guitarrista de la extinta banda que representa los estándares más sucios del Rock, léase Motörhead, la respuesta está clara: NO.

Hace ya unos años nos dejó Lemmy, obviamente no tenía ningún sentido continuar con la banda sin el tipo que lo era todo. Así que cada uno de los miembros supervivientes de la banda se buscó las habichuelas como mejor pudo. Mikkey Dee tiró de oca a oca, de banda icónica a banda icónica y aporrea los parches que te toca. Su destino: Scorpions, ya tenemos uno listo. Nuestro amigo Phil buscó y rebuscó y se sacó un álbum de la manga con sus hijos, los Bastard Sons. Dos años después de aquél buen rejunte de temas (Age of Absurdity, 2018). La famiglia y Neil Starr (¡qué buen vocalista de rock!) volvieron hace apenas un mes para dar cuenta de una nueva entrega de puro rock testosterónico, sudoros y directo: We are the bastards es el resultado.

Lo mejor de este álbum es que se nota que la banda ha crecido, ha soltado lastre y no necesita mirar siempre de reojo al pasado de Phil. Su trabajo a las guitarras es descomunal, entrega una selección de riffs, armonías, un trabajo más que notable y que se ve reforzado por la sección rítmica: potente, sincronizada: el metrónomo funciona más que bien. El bajo de Tyla tiene en algunas partes del álbum una preponderancia enorme y muchas veces nos recuerda al Rickenbacker de Lemmy sin apostar a fusilar el sonido que sacaba de su bajo.

Así suena

Si el álbum empieza bien con We’re the bastards, dónde ya nos deja claro que la música es catártica, necesaria para avanzar en este mundo, en el segundo corte nos topamos ya con algo serio. Son of a Gun arranca con todo, con el bajo de Tyla rasgándote de mala manera. Sin pelos en la lengua y sin dar un solo segundo a reponer fuerzas. Revoluciones al máximo. El tema funciona y se aparta de los sonidos que esperaríamos por una cuestión básica: Los Bastards tocan con menos suciedad y más melodía. La producción del álbum está muy lograda, aunque para mí un poquito demasiado aséptica.

Pero cómo íbamos diciendo, esto es otra banda. El sonido más americano que nos lleva a pasajes incluso desérticos. Toques más country, más blues: Born To Roam y, sobretodo, Desert Song. La primera inicia con un arpegio maravilloso que te transporta a Charming, California, en compañía de los Sons Of Anarchy. La segunda más completa, más imponente, con la harmónica que acompaña y azota como el viento cargado de arena del desierto. Es, sin duda, una de las grandes composiciones del álbum.

La conexión con la parte más sucia y oscura de la banda se encuentra en Animals o Hate Machine. Dos buenas dosis de garra, carisma y fuerza.

Si nos enfocamos en Animals, un sonido noventero que se vislumbra en otros temas como Lie to Me, que encierra a su vez un interesante estribillo que puede recordar a bandas como Bush, sin ir más lejos. Interesante, muy interesante tema. Pero si hablamos de potencia: Destroyed. El corte más rotundamente punk del álbum y que te levanta, te arranca del sofá y te supervitaliza y supermineraliza para iniciar una revuelta tu solito.

Don’t wanna listen to what you say: we say fuck you!

Una buena sacudida a las consciencias antes de llegar al punto culminante del disco.

Llegamos a la coda: Waves. Terminar así el álbum, con un tema sobrio, calmado, mayúsculo me parece magnifico. El arranque con un bajo ensordecedor deja paso a un fraseo de guitarra desnuda, evocadora, emotiva y trágica. La línea vocal de Neil es simplemente preciosa. Como un mar en calma, pero presagiando un cielo negro preñado de promesas de tormenta.

El cerrojo lo echa una de las mejores composiciones de este We’re The Bastards. Para sumergirse en él hasta que las sirenas te lleven al fondo para ahogarte en su irresistible abrazo, embargado por su canto. Cerrar los ojos y soltar.

Temas:

1. We’re the Bastards
2. Son of A Gun
3. Promises Are Poison
4. Born to Roam
5. Animals
6. Bite My Tongue
7. Desert Song
8. Keep Your Jacket On
9. Lie to Me
10. Riding Straight to Hell
11. Hate Machine
12. Destroyed
13. Waves