Steve Wilson lo ha vuelto a hacer.Tras un fabuloso disco en solitario (Insurgentes) , el líder de PT recupera el pulso y retoma la senda de la genialidad. ¿Es este su mejor trabajo? Para mí si… Ambicioso, con un corte mucho más metal, progresivo, y sin embargo manteniendo la tensión y los cambios de ambiente de Porcupine Tree.

The Incident es, junto a otras joyas, uno de los mejores discos en lo que llevamos de década.Y es que tan solo hay que escuchar el primer corte (tras la intro) de este «The incident» para ver que estamos ante algo muy grande, uno de los mejores trabajos de Porcupine Tree, comparables a lo mejor que se ha hecho en el progresivo más «underground», abanderado por Porcupine Tree y Tool.

Ese primer corte con voz, The blind house nos lleva a un mundo lleno de sensaciones contradictorias, algo en lo que es un auténtico maestro el señor Wilson. Y es que podemos movernos por ambientes que rozan lo depresivo, y de súbito encontrarnos con una música optimista y alegre, o pasar a los guitarrazos más rabiosos que podamos imaginar.

Este tema recuerda a la vertiente más metal de la banda, esa que se mueve por los terrenos más progresivos, que juega con los ritmos a su antojo y los somete, que penetra en el oído del oyente y lo seduce con su cadencia. Grandioso el final, oscuro, con un ritmo casi Doom. Enorme el trabajo de los músicos, como siempre con una batería atronadoramente hermosa, guitarras trabajadas al milímetro, y un bajo que aporta la contundencia y el ritmo a la banda.

Los siguientes tres temas podrían ser considerados como uno solo, ya que Great Expectations se funde con Kneel and disconnected formando un todo que no puede entenderse por separado, y este último parece la antesala de Drawing the line. El tema empieza rememorando el estilo más acústico de PT, para llevarnos luego por esos pasajes con toques a lo new age (o chill out para los modernos…). Después nos quedamos a solas con el piano y la voz de Wilson, aunque la guitarra acústica sigue tañendo acordes, mientras unos coros magistrales nos introducen en un lugar de ensueño.

Caemos aquí en Drawing de Line, tras un cambio de aires, algo más lúgubre, para de nuevo volver a la paz y el sosiego de la voz y el piano. Empiezan ya los teclados ambientales y los efectos que nos atrapan en un segundo plano. Después, una completa ruptura. Una sección que curiosamente parece recordar a los mejores Radiohead, aunque la impronta de Wilson es clarísima. El primer solo de guitarra, melódico pero a la vez cortante, y de nuevo el relax. Después vuelta a esa sección y otro solo, algo más largo, con un desarrollo buenísimo. Soy fanático de los guitarristas virtuosos (los auténticos) pero he de admitir que el trabajo de guitarras, si es conciso y llega al alma, tiene una dificultad que muchos no podríamos ni comprender.

Después de estos temas, sin interrupción aparente, pero con un cambio marcadísimo, llega el tema más curioso del disco, el que le da nombre. The incident es un tema que podría haber surgido de una pesadilla de Trent Reznor (Nine Inch Nails). Con teclados al más puro estilo industrial-psicodélico, y un ritmo electrónico aplastante, el tema se mueve en círculos, desgarrándonos y causando una sensación de pesadumbre palpable, sobre todo cuando llegan las guitarras. Todo un acierto este tipo de guitarras lentas y pesadas, con un sonido marcadamente Slipknot (algo que ver estar en la misma discográfica). Poco a poco la batería toma protagonismo y la voz vuelve a esos susurros evocadores.

Otra voz se entrecruza, cargada de dolor y ansia, completamente Reznor. De pronto el tema explota y se convierte en Wilson. La voz y los efectos se transforman como por arte de estilo y de nuevo nos encontramos con esos paisajes obsesivos y ambientales que caracterizan a la banda. Y nos damos cuenta de que, como ya he dicho, nos encontramos ante el trabajo más metálico y elaborado de Porcupine Tree.

Your unpleassant family es un corte curioso, con una letra algo cínica, y una música muy británica, de nuevo rememorando a Radiohead, aunque con toques de The Beatles. Un estilo muy en boga, aunque generalmente no tan bien hecho. Un solo con slide muy cuidado e inteligente remata este corte y enlaza con The yellows windows of evening train, una especie de interludio curioso, muy ambiental y apacible.

Le sigue Time Flies, el tema «largo» del disco, con 11 minutos. A los que hayan escuchado y degustado a Marillion, el clásico progresivo de los 80, este tema les gustará seguro. Los teclados y la voz de Wilson parecen transportarnos a esa época, si bien la sección rítmica del grupo mantiene un toque mucho más moderno. El tema es, musicalmente hablando, tremendamente optimista. En el primer cambio las guitarras toman el protagonismo y nos envuelven cíclicamente, aumentando la tensión del tema, para luego caer en picado justo en su apogeo. Después se sucede una sección muy melancólica, en la que únicamente escuchamos un arpegio de guitarra clásica que se repite, hasta que entra otro solo (muchos más de lo habitual en PT) que podría haber sido firmado por el genial D.Gilmour (Pink Floyd), aunque tiene un toque muy tétrico que se mueve entre otras bandas del género, como Opeth y Pain of Salvation. Es simplemente colosal, recreando un ambiente que cambia casi a cada compás. Finalmente el tema vuelve a sus inicios, mucho más tranquilo y de nuevo con ese regusto a Marillion.

Degree Zero of Liberty comienza con una mezcla de sensaciones, ya que parece moverse entre Rage Against the Machine, Soundgarden o incluso Steve Vai, por el toque semi hindú de los acordes de guitarra. Y es que una de los puntos fuertes de PT consiste precisamente en esa capacidad de tomar lo mejor de cada grupo y artista e incorporarlo haciéndolo propio, generando un yo musical único. Le sigue Octane Twisted, uno de los temas que fue filtrado al principio.

Parece ser uno de los cortes más tranquilos del disco, muy acústico, en el que el peso recae primodiarlmente en las guitarras y la voz de Wilson. Quizás sea uno de los temas más fieles al espíritu de In absentia, el genial álbum de Porcupine Tree. Y no tiene absolutamente nada que envidiarle a los mejores temas de ese disco. Sin embargo, el tema tiene sorpresa. Pronto las guitarras se convierten en un filo de metal que rasga el tema, dando paso a una genial sección progresiva, basada en la preponderancia del ritmo, con riffs fuertes y pesados.

Aquí nos encontramos de nuevo con el clásico sistema de Porcupine Tree; un motivo principal que va creciendo, incorporando elementos nuevos en cada vuelta, hasta llegar a una cúspide en la que todo estalla y decae. No puedo calificarlo como la obra definitiva del disco, porque honestamente en este disco todos los temas son increíbles…
.
Tras un tema (The seance) prolongación del anterior, llega Circle of Manias, un tema instrumental muy progresivo, también basado en un motivo que se repite una y otra vez, con un riff pesadísimo. A éste le sigue un cambio muy tranquilo, que nos introduce en I drive the hearse, uno de los temas más «pop» de The incident. El tema podría ser considerado uno de los más comerciales, como eran los temas lentos de Fear of a… e In Absentia. Es un tema en el que voces y guitarra tienen todo el protagonismo, mientras que el bajo y la batería se mantienen en un (magistral) segundo plano.
.
Flicker, uno de los últimos temas del disco, comienza con una intro muy New Age, casi a lo Vangelis. Después las guitarras acústicas y la voz, muy melódica y sugerente, toman el mando. Como siempre, Wilson sabe jugar con los efectos de voz, envolviéndonos en un ambiente grandioso o manteniéndola lejos, como si proveniese de un rincón recóndito del universo.

Precisamente muy espacial es el comienzo del siguiente tema, Bonnie The cat, que pronto retoma el estilo electrónico del tema homónimo del disco. En este caso además de un guiño a NIN podemos encontrar reminiscencias de Massive Attack, aunque el tema pronto pasa a ser marcadamente progresivo. Es como mezclar el ambiente electrónico con las melodías oscuras de Opeth o Dream Theater. Cuando no susurra, Wilson permanece como un desgarro de dolor, al margen del desarrollo del tema. En el segmento intermedio el tema parece explotar y convertirse de nuevo en una sección mucho más endurecida, con un riff de corte oriental/progresivo que no deja de recordarme a la banda de Akerfierld.

Cierran el disco Black Dhalia y Remember me Lover, los temas más suaves del disco. Por seguir con las comparaciones, Black Dhalia como aquellos temas suaves que hicieron famosos a los Smashin Pumpkins de Billy Corgan, con una voz que se mueve entre la desidia y la paz interior, como si la calma hiciese difícil brotar las palabras. Remember me Lover es un broche muy propio para un disco con claro-oscuros constantes, ya que parece sumirnos en el relax y el sueño final y a la vez tiene algo inquietante en las melodías de voz que nos mantienen en duermevela.

Poco a poco el tema se vuelve más intenso, hasta que cae en una orgía musical en la que destaca la contundencia del bajo y la batería y la maravillosa conjugación voz-guitarra. Antes de caer en la sección más metálica, un guiño coral a Pink Floyd. Después todo el ciclo se repite y el tema cae en una espiral de metal progresivo con mayúsculas, en el que, si bien cada elemento parece brillar por si mismo y escapar al control del autor, todo se entrelaza con suma maestría.

Últimamente me había molestado la tendencia a decir que todo lo que hace Wilson es genial, ya que no estaba de acuerdo. Su último trabajo con PT era regular, su intervención en la producción de Systematic Chaos de Dream Theater no me gustó demasiado, y es que el fenómeno fan no entiende de controles de calidad y hace que la gente se duerma en los laureles, pero este pedazo de disco me ha demostrado que Wilson no sigue esa regla…

En definitiva, diría que es la obra maestra del año de no ser porque ha sido un buen año para el metal progresivo y el extremo (en especial me remito a esos géneros porque han salido discazos de órdago). Y de hecho, si tengo que hacer una valoración, tendría que decir que de hecho es la obra maestra progresiva del año, aún por encima de la nueva ascensión a los cielos de Dream Theater. Y es que solo unos pocos grupos son capaces de moverse en un terreno tan complejo como Porcupine Tree, una auténtica marea de sensaciones que puede llegar a abrumar al oyente. Y desde luego, ningún grupo es tan variado en sus sensaciones, con la salvedad, tal vez, de Tool, Opeth y alguno que me dejo en el tintero.

The Incident es, a mi humilde juicio, el mejor álbum de Porcupine Tree, una obra que los consagra (por si alguien tenía dudas), al margen de las tan consabidas opiniones de «cualquier tiempo pasado fue mejor», que servidor no comparte. Ya son unos cuantos discazos, y este es el broche dorado a una carrera fenomenal.

Belial Báez

Temas;

Disco 1
The Incident
I. Occam’s Razor (1.55)
II. The Blind House (5.47)
III. Great Expectations (1.26)
IV. Kneel and Disconnect (2.03)
V. Drawing the Line (4.43)
VI. The Incident (5.20)
VII. Your Unpleasant Family (1.48)
VIII. The Yellow Windows of the Evening Train (2.00)
IX. Time Flies (11.40)
X. Degree Zero of Liberty (1.45)
XI. Octane Twisted (5.03)
XII. The Séance (2.39)
XIII. Circle of Manias (2.18)
XIV. I Drive the Hearse (6.41)

Disco 2
Flicker
Bonnie The Cat
Black Dahlia
Remember Me Lover