Sangre, sudor y fuego… Rammstein cabalga…
Marcel Palagós
Han pasado diez largos años desde que los flamígeros teutones editaran su último álbum Liebe ist für alle da. Este año 2019 se cumplen 25 años de carrera, una carrera plagada de controversia y provocación: desde el repetido mantra acerca de su supuesta "nazifilia" (basada en la imagen de la banda más el uso de esa "r" arrastrada propia de Bavaria (epicentro del poder Nazi) cuando ellos son originarios de Berlin), letras explicitas plagadas de canibalismo, sexo, malevolencia, la parte más oscura del ser humano como motor de sus composiciones… Esto es una parte pero no el todo; Rammstein son más, mucho más que esto: Enmarcados en el movimiento Tanzmetal (Metal bailable) y Neue Deustsche Härte (Nueva dureza alemana) han conseguido trascender el propio espacio geográfico, marcar su propio estilo, enamorar a David Lynch, llenar estadios y, por supuesto, tener legiones de fans y haters por igual. Sus shows son un espectáculo único, arrollador que podría muy bien tapar la falta de ideas o flaqueza en las composiciones. En mi opinión no es así si no que precisamente teatralizan, engrandecen y dan forma física a esto tan personal que es la música.
No vamos a encontrar prodigiosas filigranas musicales en sus composiciones pero si toneladas de emoción, ritmos palpitantes, suciedad, malicia, riffs pegajosos y oscuros junto con una voz de trueno (que en ocasiones acaricia tonalidades melódicas), en fin un todo, una marca, una sonoridad propia y reconocible. Y si, otros grupos estaban antes (Ooomph!, KMFDM, Die Krupps) y posiblemente sean mejores técnicamente pero la realidad es que Rammstein han dado el salto al Olimpo del Metal por méritos propios. Marcando un estilo y yendo a muerte con él.
La banda había tenido un ascenso fulgurante desde el ya lejano Herzeleid(1995), pasando por los imprescindibles Sehnsucht(1997) y Mutter (2001), Reise, Reise (2004) con el que bajarían un ápice de dureza para dar más presencia a los sintetizadores y teclados. Hasta aquí convendríamos en que se trata de la etapa más inspirada de la banda. El año siguiente lanzarían Rosenrot con temas descartados del anterior plástico y la verdad es que ese hecho se nota. Recuperarían el buen tono allá en 2009 con Liebe ist für alle da…
Rammstein nos presentó dos singles antes de lanzar el nuevo álbum: Deutschland y Radio. Unos temas que, de igual manera a lo que sucede con el disco, necesita de unas escuchas para que entre, te agarren y zarandeen para terminar explosionando con los ritmos marciales de estos animales. Quien quiera probar el queroseno que escupe cada uno de los nuevos temas es bienvenido. Ich liebe Rammstein!
Deutschland fue el primer single de adelanto del nuevo álbum. Se inicia con un sintetizador hipnotizante seguido de una descarga industrial que remacha cada fraseo de teclado y synth. El tema es una oda de amor/odio a Alemania, pasando por los sucesos más oscuros de su historia. El ritmo frenético del teclado se entrelaza con los demoledores golpes de batería y remachados con duras guitarras y solidos truenos procedentes del bajo de Oliver Riedel. Si el tema ya es bueno de por sí llega hasta cotas altísimas con el soporte del video, de nuevo metiendo el dedo en la llaga de lo políticamente correcto y moviendo el avispero de la provocación. Un inicio mayúsculo que augura un buen álbum, perdiendo una parte del componente "hímnico" característico sin perder un ápice de épica y contundencia y ganando en presencia atmosférica.
Con el segundo single, también de avance, las sospechas de que algo grande se está cociendo quedan confirmadas: Radio se presenta más contundente que el tema anterior, con un estribillo pegadizo, un tema 100% Rammstein. Grandioso tema, más directo que el anterior, e igual de bueno. También cuenta con su clip de video correspondiente. Otra maravilla con las que ya nos tienen acostumbrados estos tipos.
El disco va creciendo en intensidad tema tras tema, pasando por los coros eclesiásticos de Zeig Dich que incrementan la escalada agresiva del álbum hasta llegar a un pasaje de bajo que suena a la parca queriendo llevarse a todo aquel que ose sostenerle la mirada con una guadaña oxidada y mellada. Till escupe versos llenos de maldad mientras el corte se acelera hasta morir como nació, con esos coros terriblemente amenazadores.
Si bien esta trilogía inicial no dista mucho de los temas más clásicos el disco posee temas más arriesgados. Ausländer es terriblemente bailable donde los teclados y sintetizadores reinan por encima de las guitarras. En cuanto a la letra, una crítica a los destinos de turismo sexual muy a l’estilo Rammstein. Pero todavía aguardan más sorpresas, una reinterpretación del Personal Jesus se apodera del tema Sex. Las revoluciones y el estilo más pesado toman de nuevo el protagonismo. Siendo este un tema más predecible que el anterior acaba en una orgía instrumental explotando en rotundidad al terminar.
El tema más interesante viene justo a continuación: Puppe. Una melodía atmosférica y tenebrosa sostenida por guitarra y batería desemboca en un torturado pasaje vocal únicamente secundado por la atronadora batería. Simplemente desgarradora. Cuando entran el resto de instrumentos la espiral de locura se completa. Intensísima, brillante. Cabe destacar el gran trabajo vocal de Lindemann en este tema dónde se vacía por completo.
La redención de las malignidades se completa en el tema siguiente: Was Ich liebe frena la vorágine anterior. La introducción es simplemente maravillosa, delicada hasta entrar en el estribillo: un triste lamento que congela el alma.
Sorprendentemente una balada pura azota las laceraciones que dejó el tema anterior. Diamant puede resultar simple, inacabada a las primeras escuchas pero gana enteros en cada escucha y demostrarnos que hay que paldear bien este disco, bien merece la pena. En escasos dos minutos y medio cierra otra puerta para encarar el final del disco.
Weit Weg confirma el gran trabajo realizado por la banda. Un tema espinoso, muy atmosférico calmado por momentos, con Till siguiendo una línea vocal muy melódica. Una maravilla.
Tattoo es el último tema made in Rammstein del disco, muy al estilo Liks, 2, 3,4 en su composición rítmica, apasionada. Resulta irresistible en sus cambios de ritmo, sus acelerones y paradas, su intensidad lírica.
Cerrando el círculo Hallomann, arranca con el bajo rasgando el aire denso de los teclados de Flake y lo que parece va a ser un tema tremendamente oscuro se desata en luminosidad en su estribillo, no sin sus nubes amenazantes. Otro tema que busca más la atmósfera que la contundencia, el sino del disco, sin duda.
No nos vamos a engañar, Rammstein ha tomado una dirección nueva. Sin perder las señas de identidad que han tenido siempre se acentúan en este la parte más ambiental, menos contundente, con algún que otro tema arriesgado pero que realmente funciona. Si en la mayoría de discos la supremacía era de la contundencia en este disco resalta la parte más tenebrosa, oscura, pegajosa de la banda. Se trata de una colección de temas que no para de crecer cada vez que la aguja recorre los surcos. Nos encontramos con un grandioso álbum, esta vez si ha merecido la pena esperar diez años para disfrutar del nuevo trabajo.
Los que tuvieron la suerte de asistir al concierto del pasado sábado en el RCD Stadium afirman que el espectáculo es más impresionante que nunca, los que no, esperamos verlos pronto para ser devastados por la detonación nuclear que provocan los teutones. Como decían CPV…"Ya no me quemo con el fuego" y como rezaba Laura Palmer: "Fuego, camina conmigo".
Marcel Palagós
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