Un nuevo amanecer en tierras gallegas nos desperezaba para afrontar la tercera jornada de un festival que estaba siendo, en lineas generales, de lo más positivo. Tras una mañana de turismo gastronómico, y de disfrutar de un poco de tiempo libre, nos acercamos al área de prensa para recargar pilas, tanto las nuestras como las de nuestros dispositivos, y nos acercamos a ver a la primera banda del día: Dr. Living Dead.
Texto: Alberto López
Fotos: Mario López
Los suecos están dando mucho que hablar, con esa mezcla de Hardcore y Thrash Metal tan personal y, sobre todo, por su actitud e imagen sobre el escenario. Ataviados con mascaras de calaveras verdes y bandanas, mucho descaro y mucha actitud salieron a comerse el escenario con “Crush The Sublime Gods” y “Gremlin’s Night”. Alucinados nos quedamos al comprobar que Dr. Mania, cantante y líder de la banda, salía a cantar con la pierna rota, inmovilizada por una férula que casi pegaba con el atuendo de la banda. A pesar del evidente hándicap lo dio todo y el esfuerzo es digno de admirar y agradecer.
La banda estaba haciéndolo realmente bien pero el sonido no terminaba de acompañar, muchos problemas, acoples, ausencias de instrumentos… Una lástima, porque fue una constante durante toda su actuación. Aun así no se dejaron amilanar y continuaron destrozando tímpanos con “Streets Of Doc-Town” y “Civilized To Death”, que con su veloz, y machacón, ritmo a buen seguro dejó dañadas las cervicales de más de uno. El sonido seguía dejando que desear, pero su buen hacer y su actitud consiguieron que el público lo pasara bien y que con “Dead End Life” y “No Way Out”, una de las más esperadas, disfrutaran al máximo, aunque tuvieran que empezarla hasta tres veces por culpa de problemas con la guitarra. Era pronto, hacía calor y para algunos ya era el tercer día de festival, aún así la entrega estaba ahí.
“TEAMxDEADx”, otro de sus temas más representativos fue la siguiente en caer, para continuar con “My Brain Is For Sale” (el de alguno, a aquellas alturas también estaba ya más que en venta) y “UFO Attack”, donde nos sorprendieron con una colaboración que no esperábamos, la de Guillermo Izquierdo, cantante y guitarristas de Ángelus Apátrida, quienes giraron con los suecos hace poco y parece que hicieron una buena amistad. El show terminaba, como no podía ser de otra manera, con Dr. Living Dead, dejando claro que son una de las bandas emergentes más a tener en cuenta, ya que si no hubiese sido por tanto problema de sonido podría haber sido una actuación para el recuerdo.
Del Ritual Stage tocaba correr al Main Stage para comprobar porque se habla tan bien de los germanos Kadavar. Y vaya si lo comprobamos. La magia de lo retro hecha música, con unas reminiscencias a Black Sabbath, Led Zeppelin o Pentagram que nos llevaron directamente a otra época. Quizá no se les prestó toda la atención que requerían, quizá pasaron algo desapercibidos por la hora y el estilo, no lo se, pero sin duda que el trío berlinés tiene calidad para dar y tomar.
Con Tiger ocupando todo el centro del escenario tras los timbales, Simon Bouteloup a la derecha con más libertad de movimientos y Lupus Lindemann a la izquierda, rodeado de monitores, dieron comienzo a “Eagle”. “Doomsday Machine”, totalmente Black Sabbath, sonó tremenda, y poder disfrutarla tranquilamente, a no mucha distancia del escenario, sentado en la hierba, viendo como Simon daba una buen recital al bajo mientras Lupus seguía oculto bajo su melena, fue uno de los grandes momentos de aquel día.
“Living In Your Head” y “Black Sun” nos dejaron momentos memorables, unos con Ozzy y compañía en la memoria y otros con Jimmy Page y John Paul Jones entre ceja y ceja, ya que el trabajo de Simon al bajo es digno de admirar. Claro, que sus dos compañeros no se quedan cortos. Tiger le daba las réplicas perfectas tras la batería y Lupus, al que seguíamos sin verle la cara tras su melena y la espesa barba, se encontraba en su medio, llevando la melodía de los temas, tanto guitarrística como vocalmente hablando.
“All Our Thoughts” es otra maravilla setentera que te envuelve en sus constantes escalas y solos, con ese toque psicodélico que también tienen por momentos. Aquella tarde sonó a la perfección y enlazaron con la breve pero intensa “Restless” para ir encarando el final de un show que técnicamente rozaba la perfección. Solo faltaba “Come Back Life”, con la que terminaron de encandilar a todo aquel que los estaba presenciando. Sin ser novedosos, siendo todo lo contrario a innovar o inventar, suenan frescos y en directo son una delicia. Buen concierto de Kadavar, ¡si señor!.
La siguiente parada era una de las que más me apetecía, y a la postre la que me produjo la primera decepción del festival. Esperaba bastante más de Backyard Babies, que tras su reunión y su inminente nuevo disco se presentaban en Viveiro ante una audiencia que les tenía muchas ganas. Tampoco es que fuese un mal concierto, pero los que les hemos visto con anterioridad sabemos que pueden dar mucho más de si, que son capaces de poner un festival como el Resurrection patas arriba, y no lo consiguieron del todo. Aunque bien es cierto que la mayoría de la gente terminó encantada.
Con el telón de la calavera con las tibias cruzadas de fondo aparecían Nicke y Dregen sobre el escenario para dar comienzo a “Th1rte3n Or Nothing”, el adelanto de su inminente “Four By Four”. La cencerrada de Peder Carlsson le daba ese toque que todos echábamos de menos en los que son el máximo exponente del Rock escandinavo.“Highlights” fue la siguiente en caer. Dregen, como siempre, era un auténtico torbellino sobre el escenario, con esa indumentaria tan… suya, y esa actitud tan descerebrada que a veces se echa de menos. Sin embargo Nicke estaba demasiado estático para lo que le conocemos y en cuanto a voz no estaba en plenitud de facultades.
Iban de menos a más y “The Clash”, y la siempre celebrada “Brand New Hate”, pusieron el Main Stage a buena temperatura y aquello de “Making enemies is good!” lo cantó todo el mundo. Aún así parecía faltarles ese punto de energía, de contundencia, que hace de un buen concierto un concierto memorable. En “Dysfunctional Professional” pudimos observar al mismísimo Mikkey Dee disfrutar desde un lateral de escenario de la actuación de los suecos. Esto dice mucho de la expectación que había por verles. A “Song For The Outcast”, quizá el mejor tema de aquel “Stockholm Syndrome” de 2002, sonó bien, pero con “Star War”, la siguiente, el público se volvió como loco. Era curioso tener la sensación de no estar viendo el mejor concierto que podían dar pero aún así ver las caras de felicidad y una audiencia totalmente entregada a mi alrededor.
“Nomadic” también arrancó unos buenos estribillos de las gargantas de todos nosotros, y es que estos suecos la magia la tienen aun en un día menos bueno. Para cerrar llegaron “Look At You” y un, todo hay que decirlo, magnífico “Minus Celsius”. Como dije, no fue un mal concierto, pero quizá ante las expectativas generadas por la reunión y a sabiendas de lo que son capaces fue algo decepcionante. Backyard Babies pueden dar mucho más de lo que dieron aquella tarde, y eso que no fue poco.
Durante el concierto de Dregen y compañía tuvimos un pequeño incidente con una gaviota que nos hizo retirarnos un rato al ResuCamp y posteriormente ir a recargar al Pandemónium, donde pudimos echarnos unas risas con dos miembros de Dr. Living Dead que andaban por allí haciéndose fotos con la peña y un cocodrilo de plástico. Grandes. También pudimos compartir un rato con gente como Pilar Rubio y Carlos Escobedo, y es que lo que venía a continuación atraía a todo el mundo.
Con algo de retraso sobre el horario previsto, una figura alta, vestida con su uniforme habitual, de negro y con sombrero, y con un hermoso Rickenbacker tallado en madera colgado, hacía acto de presencia en el escenario mientras la gente enloquecía. Se acercó al micrófono y nos dedicó su ya consabido: “Good Evening. In case that you are in the wrong show, we’re going to say that we are Motörhead and we play Rock ‘n’ Roll!”. Si, Motörhead allí estaban, con Lemmy al frente, y daban comienzo a su show precisamente con “We Are Motörhead”.
A Lemmy, que había padecido graves problemas de salud meses atrás, se le veía todavía algo desmejorado y con pocas fuerzas, eso sí, a la hora de cantar y tocar no se apreciaba. Si se notaba más en la ayuda que le echaban sus compañeros a la hora de calentar el ambiente y animar al público, y en los dos solos introducidos en el setlist para que respirara un poco. También pudimos apreciar que algo de caso debe estar haciendo a los médicos, porque en lugar de su inseparable Jack Daniels tenía cerveza. Algo es algo.
“Damage Case” fue la siguiente en caer y la gente disfrutaba al máximo. Uno de sus temas más emblemáticos que caía nada más empezar. Y es que en cuanto al setlist fueron a lo seguro, sin grandes complicaciones. La fiesta continuaba con “Stay Clean” y “Metropolis”, la cual aprovechamos para acercarnos al Pandemónium, que tenía una plataforma elevada desde la que se podía disfrutar de los conciertos desde una posición privilegiada, y así tener una visión general de lo que allí estaba ocurriendo. Mucha gente y muy excitada ante Mr. Kilmister y compañía.
Volvimos al ruedo con la rockera “Over The Top”, en la que Mikkey Dee y Phil Campbell, camiseta de Pulp Fiction incluida, demostraron ser unos auténticos monstruos sobre el escenario. ¡Qué pegada la del bueno de Mikkey! Llegaba el primer momento de descanso para el líder de la banda con el solo de guitarra de Phil. Un solo correcto, efectista y que no enfrió demasiado el ambiente. Bien. Lemmy volvía a ocupar su sitio en el escenario, más atrás, por cierto, que normalmente, para encarar “The Chase Is Better Than The Catch” y “Rock It”. El ambiente continuaba inmejorable y todos disfrutábamos con una banda que hace poco anunciaba que estará de vuelta en nuestro país presentando su nuevo disco.
La bluesie “Lost Woman Blues” sonó perfecta y dio pasó a “Dr. Rock”, o lo que es lo mismo, la antesala del solo de batería de Mikkey Dee. ¡Qué animal! Encarábamos la recta final con “Just ‘Cos You Got The Power” y “Going To Brazil”. Ambas deleitaron al personal, y al final de la segunda mencionada a Lemmy ya se le vio algo al limite de sus fuerzas, pero no fue más que un espejismo ya que sin mayor preámbulo dio comienzo a uno de los clásicos atemporales de la historia del rock por excelencia: “Ace Of Spades”. Creo que no hace falta comentar cuál fue la reacción de los allí congregados.
El bis con un “Overkill” inusitadamente Heavy puso punto y final a una gran actuación, con un Lemmy, aunque mermado, en un estado de forma bastante mejor de lo esperado.
Tocaba avituallamiento y descanso después de lo vivido, porque todavía quedaban dos platos muy fuertes en la noche. Pensando en lo clavados que iban los horarios durante casi todas las actuaciones decidimos no acercarnos a ver a Terror para no perdernos nada de la actuación de Children Of Bodom. Un error.
Y es que los problemas de Children Of Bodom empezaron con que les afectó el retraso producido por Motörhead y comenzaron con 15 minutos de retraso, teniendo así que reducir su tiempo de actuación de una hora a 50 minutos. Aunque esto y los problemas que sufrió Janne Wirman con el teclado en buena parte de su actuación no empañó demasiado su show, y es que los fineses son un valor seguro. No fue el mejor concierto que les he visto, pero rallaron a un alto nivel.
Con el mencionado retraso comenzaba a sonar la intro que da paso a “Are You Dead Yet?”, la primera de la noche, con la que salían al escenario y ponían Viveiro patas arriba. Un Alexi Laiho notablemente más delgado que la última vez que les vimos enseguida tomó su postura característica al frente del escenario y comenzó su recital. “Sixpounder” rompía cuellos sin habernos dado tiempo a digerir la anterior mientras Janne continuaba con problemas en su teclado y se dirigía tanto a los técnicos como al propio Alexi, que le miraba con cara de circunstancias.
Con el comienzo de “Hate Me!”, que sin teclado no tendría sentido, se hicieron más patentes los problemas de éste, incluso hasta el punto de que Wirman abandonó momentáneamente su posición entre aspavientos. Con todo y con eso no estaban sonando mal y el público estaba encantado. Alexi acaparaba todas las miradas mientras la base rítmica no daba tregua. Menos mal que los problemas cesaron con “Silent Night Bodom Night”, ya que semejante clásico sin los solos doblados de guitarra y teclado y el duelo entre Alexi y Janne habría sido un auténtico fracaso. Les quedó realmente bien y enganchó a la audiencia como siempre, que miraba absorta a la derecha de la tarima de la batería, donde se producía toda la acción en forma de solos.
“Needled 24/7” y “Angels Don’t Kill” mantuvieron el nivel, con un sonido ya estabilizado que mejoró notablemente la experiencia. Como sucedió la última vez que los pude ver en La Riviera, con los temas de su último álbum, “Halo Of Blood”, el ambiente se enfrió cuando le tocó el turno a “Halo Of Blood” y “Scream For Silence”. No tardaron en volver a caldear el ambiente, ya que de ese punto hasta el final solo quedaban clásicos, y a cada cual mejor. “Hate Crew Deathroll” y “Lake Bodom” fue el primer binomio que volvió a poner a todo el mundo en movimiento y brazos en alto.
Por la hora sabíamos que no podía faltar mucho, pero aun así quedaban dos auténticos trallazos como “Downfall” e “In Your Face”, con la que cerraron un concierto con muchos problemas pero que mantuvo a la gente entusiasmada y disfrutando mientras que ellos rallaron a buen nivel, quizá no al mejor, pero si suficiente para dar un buen show. Se retiraron y nos dejaron puesto por los altavoces el “Fight For Your Right” de los Beastie Boys.
Ni nos movimos, ya que según se retiraron los fineses, con una rapidez sorprendente, pusieron el telón de In Flames y comenzaron las pruebas de luces, las mejores, por cierto, de todo el festival.
Media hora después salían a escena los suecos. Se me ocurren pocas formas, y pocas canciones, más impactantes para comenzar un concierto que como lo hicieron Anders Friden y compañía. Empezar con “Only For The Weak”, uno de los clásicos por antonomasia de la banda, es toda una declaración de intenciones. Además, el sonido desde el minuto uno fue de los mejores de los cuatro días que allí pasamos, así que nadie dudaba que In Flames nos iban a pasar por encima de manera arrolladora. Como así fue.
Manejaron el setlist de manera muy inteligente, mezclando con gusto temas nuevos con otros más antiguos, aunque para muchos sea una pena que no echen la vista más atrás del “Clayman”, y que discos como “Colony” o “The Jester’s Race” no tengan cabida en sus conciertos últimamente. Así pues, la siguiente en caer fue “Everything’s Gone” de su más reciente lanzamiento, la cual enlazaron con una grata sorpresa: “Bullet Ride”, la cuál fue una delicia para nuestros oídos.
Anders Friden está en plena forma, aunque parezca un Hipster vagabundo, y vocalmente estuvo inconmensurable durante todo el concierto, además de conectar con el público de una manera completamente envidiable. Mientras, Bjorn Gelotte, bastante desmejorado nos avasallaba con sus riffs, y aunque siempre se echará de menos a Jesper Strombland, el dúo que forma con Niclas Engelin cumple más que de sobra con las expectativas. Para completar, Peter Iwers y Daniel Svensson fueron un auténtico muro sónico.
“Where The Dead Ship Dwell”, “Paralyzed” y “Alias” repasaban en un momento sus 3 últimos discos, comprobando así, que aunque hayan recibido muchas críticas por ellos, sus temas funcionan, y muy bien, en directo y la gente los disfruta como auténticos clásicos. El momento de mayor disfrute, para mí, vino con las dos siguientes. “Deliver Us” fue un gustazo, sonando y funcionando mucho mejor que en el álbum, pero “Cloud Connected”, con uno de los mejores riffs de la historia de la banda, sonó completamente demoledora. Contundencia, calidad y precisión elevados a la máxima potencia.
El nivel no bajó en ningún momento, y siguieron cayendo temas a una velocidad de vértigo. Casi sin darnos cuenta se sucedieron “Drifter”, “The Chosen Pessimist” y otra de las mejores de la noche: “The Quiet Place”. Continuaron combinando temas de diferentes épocas como “Delight And Angers”, “Rusted Nails” y “The Mirror’s Truth”, con la que se desató la locura. Se acercaba el final, no sin antes ofrecernos un “Take This Life” de impresión, con detalle bonito incluido, y es que invitaron a subir a cantar a un chaval de entre el público que llevaba un cartel en el que lo pedía. En realidad no es algo nuevo el que inviten a alguien del público a subir al escenario, pero no deja de ser un bonito gesto y algo que refuerza la relación de la banda con sus fans.
Con “My Sweet Shadow” como único bis ponían punto y final a una actuación de altura, y, a falta de un día, se postulaban como unos de los grandes triunfadores del festival.
Y así terminaba para nosotros la tercera jornada en Viveiro, con mucho cansancio acumulado pero colmados de grandes actuaciones.
Texto: Alberto López
Fotos: Mario López
Fotos Dr-Living Dead: Resurrection Fest