El nuevo trabajo de Sabaton ha sido esperado con muchas ganas entre sus seguidores, a pesar de que han pasado solo dos años desde su Heroes (2014). Pero los suecos son una de esas bandas que enganchan con gran facilidad y que siempre ofrecen calidad, aunque a veces puedan resultar algo repetitivos.
Alba Colobran
La cuestión con The Last Stand es que, en general, es más de lo mismo de la fórmula patentada de Sabaton: letras sencillas, estribillos terriblemente pegadizos, melodías bombásticas, canciones épicas y la sensación inherente de que poco a poco este grupo se está convirtiendo en una banda que podría fácilmente llenar estadios como pocas bandas de metal relativamente nuevas consiguen. El heavy-power es un género que necesita continua renovación y sangre fresca, ya que los grandes grupos de los 80 y los 90 están en sus horas bajas y apenas consiguen sorprender. Sabaton llegaron para ocupar ese lugar despoblado en el que necesitamos canciones frescas que nos enganchen a la primera. Ellos son el grupo del futuro del heavy metal.
Ahora bien, ¿innovan en algo en este nuevo disco? No demasiado. Aparte de la introducción de algún instrumento nuevo, como la gaita en "Blood of Bannockburn", todo lleva el ya característico sello Sabaton. Quienes esperaban una evolución desde Heroes, se van a quedar con las ganas. Quienes queríamos más fórmula magistral, la hemos tenido. Y sin contención alguna.Todos los elementos están elevados a la máxima potencia para engancharnos desde prácticamente la primera escucha: héroes, batallas imposibles, estribillos sobre el sacrificio o la hermandad en la guerra puestos en la coctelera con ración extra de doble bombo y teclados grandilocuentes. Y así es como tenemos en las manos un disco como The Last Stand.
El concepto del álbum parte de una base a priori interesante: enfrentamientos legendarios y casi imposibles, determinantes muchas veces en la historia de una nación y que perduran en la memoria por la épica que desprenden. Con este planteamiento, era casi imposible no dedicarle una canción a la legendaria batalla de los griegos contra los persas en las Termópilas. Y es que la inicial "Sparta" bien podría haber entrado en la banda sonora de 300 en su momento. Hay himnos instantáneos de directo que es imposible que pasen desapercibidos, como "Shiroyama", "The Last Stand" o "Blood of Bannockburn", con un uso prudente y acertado de la gaita, que es un instrumento que usado en desmesura puede destrozar una canción. No es el caso, ya que todo está medido al dedillo para que funcione.
Hay canciones menores y un poco de relleno para mi gusto, como "Rorke’s Drift" o "Hill 3234". Y no porque no sean buenas, pero se hacen algo repetitivas en comparación con los auténticos cañonazos del disco que antes hemos nombrado. También piezas más pausadas y elaboradas, de lenta digestión. Ese es el caso de "The Last Battle", que va entrando poco a poco y al final resulta ser de los mejores cortes. Y es que la temática de la Segunda Guerra Mundial nunca puede fallar en un disco de Sabaton.
Encontramos también bombazos que nos recuerdan a hits anteriores de los suecos, como "Winged Hussars", "Last Dying Breath" o "The Lost Batallion", que fue el primer single de adelanto del nuevo disco. Aguantan bien el fuelle, como el disco en general, aunque suene a algo ya escuchado antes.
No hay sorpresa, pero tampoco hay decepción alguna.
Alba Colobran
Temas:
1.- Sparta
2.- Last Dying Breath
3.- Blood of Bannockburn
4.- Diary of an Unknown Soldier
5.- The Lost Batallion
6.- Rorke’s Drift
7.- The Last Stand
8.- Hill 3234
9.- Shiroyama
10.- Winged Hussars
11.- The Last Battle
12.- Camouflage (Bonus track)
13.- All Guns Blazing (Bonus track)