La presente gira consta de la ejecución íntegra de “The Wall”, el trabajo de Pink Floyd más complejo e icónico, además de uno de mis favoritos. En ese sentido, no me cabe duda alguna sobre el repertorio, pero siento una cierta curiosidad respecto de su puesta en escena. El cartel reza que el espectáculo gozará de impactantes efectos luminotécnicos y la presencia de hinchables.Acudimos a la cita en el Sant Jordi Club, la sala anexa al Palau Sant Jordi, y desde el primer momento se hace evidente que la edad media de los asistentes es ligeramente superior a la que estoy acostumbrado. Las entradas están casi agotadas. En un espacio presidido por una gigantesca pantalla de proyección se alinean unas dos mil sillas a modo de patio de butacas. Al fondo del escenario, una gigantesca pantalla con imágenes de “The Wall”. Por los altavoces suenan versiones de Pink Floyd en clave de country.
La velada empieza puntualmente, y tras una breve introducción de clarinete truenan los acordes de “In the Flesh?”. Todo suena impecable, el bajo y los bombos son demoledores. Los guitarristas Steve Mac y Damian Darlington, en sus respectivos papeles de David Gilmour y Roger Waters, reproducen el sonido original de las composiciones de forma pasmosa. Incluso el cantante Ian Cattell goza de un cierto parecido con Bob Geldof, el actor que interpretaba a Pink en la película. Si tengo que juzgar esta copia por su fidelidad al original, es muy buena.
La pantalla se arranca enseguida con la imaginería del disco. Las animaciones de la película se han rehecho digitalmente, y a medida que se desgranan los temas compruebo que se han introducido algunos detalles que hacen referencia a Australia. Las cabezas de los martillos tienen forma de canguro, en la habitación de hotel de Pink hay un cuadro con la Ópera de Sydney, etc.). Cattell y el coro complementan la escenografía, actuando y cambiando sus atuendos de acuerdo con la obra. Así, las coristas se quitan ropa y provocan a los músicos en “Empty Spaces”, y Cattell se sienta en su desvencijado sofá para ver su vieja tele en “Young Lust”.
Cuando suena “Don’t leave Me now” se me erizan todos los pelos del cuerpo. La ejecución es casi perfecta, aunque Cattell parece sufrir ligeramente al llegar a las partes más agudas. El tema me deja exhausto, alucinado. Cuando recupero el sentido, me sobreviene una reflexión: lo que me emociona realmente son las canciones, por cómo están compuestas, por lo que me transmiten. Hay algo en la fría profesionalidad de los músicos que me recuerda constantemente que ellos sólo son intérpretes. Es una sensación extraña y difícil de explicar.
Termina la primera parte y tras un interludio de veinte minutos empieza “Hey You”. La segunda parte de la obra se sucede más tranquila, a la sombra de un set de luces y láseres bastante impresionante. El concierto llega a su cenit con “Confortably Numb”, donde Steve Mac borda absolutamente el solo de Gilmour. La multitud le aclama enfervorecida antes de enfilar la recta final. Cattell se enfunda el uniforme proto-fascista para arengar al público en “In the Flesh” y no lo hace nada mal, aunque Geldof daba mucho más miedo. Esbozo una sonrisa cuando aquél canta: “Pink no se encuentra bien, se ha quedado en el hotel, pero nos han enviado como sustitutos para comprobar de qué vais los fans”.
Y como colofón, “The Trial” que para mi desilusión está mayormente pregrabada – pero claro, contratar a una orquesta sinfónica para una sola canción debe resultar más bien caro –. Después de la catarsis de “Outside the Wall”, los músicos finalizan la obra reuniéndose frente al escenario y cantan acompañados de guitarras acústicas, acordeón y clarinete. Ha sido un placer presenciar “The Wall” en directo, lo toque quien lo toque.
Pero la cosa no acaba aquí. Todavía nos aguardan los clásicos “Shine on You Crazy Diamond”, donde casi se me saltan las lágrimas – ya lloraré luego en casa, que aquí hay mucha gente – o “The great Gig in the Sky”, con esas magníficas partes vocales, que, pese a su endiablada dificultad, las coristas ejecutan casi mejor que las del propio Roger Waters – no hace mucho, aquí al lado –. Durante la canción, se proyectan en la pantalla los rostros de los difuntos Syd Barrett y Richard Wright. Después, la inevitable “Wish You were Here” suena antes de que un marrano de proporciones mastodónticas se hinche sobre nuestras cabezas y nos escrute con sus malignos ojos brillantes. Para acabar la velada, la parte final de “Dark Side of the Moon”.
Abandono la sala, satisfecho después de mi primera experiencia con una cover band. Han ofrecido lo que prometían, y han conseguido emocionarme. Además, con la muerte de Wright, The Australian Pink Floyd Show y Roger Waters es lo más cerca que nunca habré estado de ver a Pink Floyd en vivo. Me conformaré pues con esta – más que decente – surrogate band, que diría Pink.
Texto y fotos: Rider G Omega
Crónica en colaboración con Empire Magazine
Setlist de Australian Pink Floyd Show – 9 de Marzo ’09 – St.Jordi Club @ Barcelona:
In the Flesh?
The thin Ice
Another Brick in the Wall part 1
The happiest Days of our Lives
Another Brick in the Wall part 2
Mother
Goodbye Blue Sky
Empty Spaces
Young Lust
One of my Turns
Don’t leave Me now
Another Brick in the Wall part 3
Goodbye Cruel World
Hey You
Is there anybody out There?
Nobody Home
Vera
Bring the Boys back Home
Comfortably Numb
The Show must go on
In the Flesh
Run like Hell
Waiting for the Worms
Stop
The Trial
Outside the Wall
Shine on You Crazy Diamond
The great Gig in the Sky
Wish you were Here
Brain Damage
Eclipse