Leif Ending, uno de los padres fundadores del doom metal con su icónico trabajo al frente de los seminales Candlemass, es un tipo que nunca ha sabido estarse quieto. El bajista sueco no tiene bastante ajetreo con la celebración del 30 aniversario de su banda principal, con la inminente publicación del nuevo disco de Avatarium a finales de este mismo mes o con sus encarceos con Krux y con el proyecto que lleva su propio nombre, que ha tenido que embarcarse en esta nueva e interesante aventura junto al cantante de Wolf, en una excusa para estirar un poquitín más sus límites y llevar al doom a tantos sitios como sea posible.
Albert Vila
Cuando se me sugirió reseñar este disco de The Doomsday Kingdom, he de confesar que no tenía ni idea de dónde había salido esta banda. Y mi primera e ignorante sospecha fué pensar que se trataba de algun grupo novel con ganas de pegarle un homenaje al doom tantas veces revisitado a lo largo de los años. Pero nada más lejos de la realidad, ya que al frente de esta banda está ni más ni menos que Leif Edling, músico de culto y uno de los padres del estilo con su inestimable trabajo a los mandos de Candlemass. Leif siempre ha sido un culo inquieto por naturaleza y parece que no tiene bastante con Krux y con el incipiente éxito que está consiguiendo con Avatarium (cuyo nuevo disco va a salir a finales de este mismo mes). En este caso, Leif ha ensemblado una interesante formación en la que destaca el vocalista Niklas Stalvind, cantante habitual de los revivalistas NWOBHM Wolf, una de las bandas más divertidas del género. A su lado, el batería Andreas Johansson y el guitarrista Marcus Jidell, que además de formar con los progresivos Soen, también acompaña a Leif en Avatarium.
Antes de escuchar con profundidad este disco, uno se puede preguntar qué necesidad tenía Leif de embarcarse con una propuesta tan similar (repito, antes de profundizar) a lo que Candlemass ya han venido ofreciendo en estos ultimos años, y lo cierto es que los primeros temas de este The Doomsday Kingdom tienen una cierta retirada al EP que los maestros del doom sueco publicaron el año pasado. Porque lo cierto es que así como Avatarium es una propuesta fresca y hasta cierto punto innovadora gracias a la cautivadora y mesianica voz de Jennie-Ann Smith, que dá un toque quizás más suave, fluido y setentero a su evidente base doom, a priori The Doomsday Kingdom abrazan sin complejos un doom de manual. Pero ah amigos, si bien de buenas a primeras esta nueva banda puede parecer más de lo mismo, a medida que pasan los temas y las escuchas te das cuenta que esto no es asi en absoluto, y aunque la base y el sonido son, como todo lo que toca Leif, arraigadas en un doom innegociable, los matices y los derroteros que intentan tomar en bastantes temas se escapan bastante de los cánones habituales, con un resultado exitoso y sorprendentemente variado, amasando un puñado de canciones diversas, pegadizas y disfrutables con las que Leif acumula otra magnífica excusa para continuar con su paciente misión de evengelizar el mundo con su doom.
El disco empieza con "The Silent Kingdom", un tema infeccioso y pegadizo que, este sí, podría considerarse casi un estandar del género, con un estribillo purísimo y algunos momentos pesados que la verdad es que no difieren lo mas minimo de las últimas encarncaciones de Candlemass. La voz es realmente jebi, y después de unos segundos en los que me cuesta adaptarme a su estridencia, me acaba pegando bastante bien con la música, dejando claro que, para los que aun lo dudaban, el doom metal se siente más que cómodo exactamente donde surgió: como una mezcla del stoner / hard rock más pesado, lánguido y sabbatiano de los setenta con el heavy metal más desenfadado que empezaba a hacerse fuerte a aprincipios de los ochenta gracias a bandas como Judas Priest, banda de la que la voz de Niklas es claro deudor.
A partir de aquí, cada tema se irá alejando un poquito más de los cánones, empezando por los riffs pesados, repetitivos y sabbatianos de "The Never Machine", otro tema pegadizo y poderoso, con unas guitarras y una producción que bien podrían salir del últmo disco de los de Birmingham. La canción incorpora un estribillo algo extraño con voz nasal a lo Ghost que repele un poco de buenas a primeras pero que acaba atrapando irremediablemente. Y no solo en el estribillo me vienen las huestes del Papa Emeritus a la cabeza, sino que también el solo y algunos punteos posteriores tienen una retirada bastante clara. Por supuesto, con esto no quiero decir que Leif se vea influenciado por Ghost a estas alturas, más bien al contrario: el enmascarado sexteto sueco tiene al doom clásico como uno de los pilares de su sonido. "A Spoonful of Darkness", por su parte, nos ofrece exactamente lo que promete el título: una cucharada (sopera!) de oscuridad a base de riffs densos y pesadísimos, aunque en este caso se mezclen con bastantes pasajes y sonidos más obviamente jebis y maidenescos que, intercalados en su justa medida, resultan divertidos y disfrutables. Para acabar, acabamos sumergidos de nuevo en la pesadez más apabullante mientras repetimos hipnóticamente un pasaje con coros incorporados que confieren al final de la canción un aire de plegaria ritualística.
La bonita "See You Tomorrow" es un extenso interludio acústico e instrumental que supone un punto de inflexión para separar los tres temas iniciales, que beben de un doom más o menos familiar, de una cara B en la que dominará la experimentación y la búsqueda de nuevos matices dentro de la inequívoca e inevitable envoltura del doom. Guitarras, piano, cuerdas, bajo y coros se encuentran lenta y paulatinamente para dar forma a una pieza preciosa que consigue evocar tanto melancolía como esperanza y que evoluciona hacia un final épico y apoteósico, lleno de capas y de fuerza, que personalmente me recuerda a bandas como Insomnium.
A partir de aquí el disco se torna más experimental, lo que tiene partes buenas y partes no tan buenas, y justamente "The Sceptre" no es precisamente una de mis favoritas del disco, algo irregular y desdibujada a pesar de contar con partes muy disfrutables. Empieza con un riff inicial agudo, punzante, jebísimo y repetitivo que muta rápidamente en el característico sonido grave y desganado salpicado por los aullidos haldfordianos de Niklas Stalvind. Pero tal y como ya vemos a veces en la música de Candlemass, aquí hay algunos cambios de sección que me parecen poco fluidos, inconexos y antinaturales, como puestos al tuntún, cosa que me dá algo de rabia y me saca un poco del tema. Además, con sus más de 7 minutos coronados por un final extrañamente abrupto, es uno de los cortes más largos del disco y a mi se me acaba haciendo un pelín pesado. "Hand of Hell", en cambio, es un medio tiempo dominado por un riff gordo, vacilón y bailable que abraza los principios de la NWOBHM con pasión y éxito. El estribillo es mejorable melódicamente, pero la idea del tema, directo y dinámico, con una estructura basica y sencilla, me parece totalmente acertada en contraste con la densa, lenta y compleja pesadez del tema precedente y de la mayoría del disco. No es hasta la parte intermedia, con un pasaje recitado y telefónico que suena casi a Axl Rose, en la que aparece el inevitable riff lento y pesado, y aún así se trata, por decirlo de alguna manera, del tema más accesible del disco.
El álbum sigue fluyendo sin repetirse en ningun momento con un tema extraño y experimental, quizas el que más, titulado "The Silence", en el que la batería adquiere un protagonismo especial y cuenta con partes bastante curiosas con sonoridades de guitarras y voz tirando a alternativas y casi cercanas al grunge. En este caso estas raruneces sí que me parecen naturales, formando un tema fresco, original y muy disfrutable, siendo lo mejor de la canción el crescendo motivante llevado por la voz y un sencillo riff alentador que acaba tomado por un solo disonante y caótico que sorprende y desemboca en una parte épica y muy melódica que parece casi salida de "Juego de Tronos". "The God Particle", de más de nueve minutos de duración, cierra el disco poderosa e hipnóticamente mientras sigue jugando con estas sonoridades alternativas a lo Alice In Chains que ya se habían explorado en el tema anterior, alternando el burbujeo grungero con un riff pesadísimo y unos hammonds que le dan un toque por momentos psicodélico. Lenta y repetitiva, te atrapa irremediablemente con un riff muy simple que se te mete en lo más hondo gracias a su paciente y reiterada insistencia, ayudada por la voz tranquila y envolvente de un Niklas que acaba demostrando una versatilidad y credibilidad que no le habíamos conocido en Wolf.
No sabría decir si The Doomsday Kingdom es un proyecto necesario ni si aporta algo al vasto universo doom que no hubiéramos visto antes. Es cierto que hay pequeños matices un poco distintos y algunas experimentaciones interesantes, pero tampoco me atrevería a afirmar que se trata de una revolución ni mucho menos. En todo caso, Leif Endling tiene carta blanca para hacer con este género lo que le apetezca y si a él ha deseado empezar esta formación para dar cancha a nuevas y pequeñas inquietudes no seré yo quien se lo vaya a discutir. En todo caso, tal y como está de enfangado con Candlemass y con Avatarium, no sé si cabe esperar que The Doomsday Kingdom tenga ningun tipo de continuidad ni vida más allá del estudio.
Albert Vila
Temas:
1. Silent Kingdom (05:11)
2. Never Machine (06:35)
3. A Spoonful of Darkness (05:50)
4. See You Tomorrow (04:36)
5. The Sceptre (07:19)
6. Hand of Hell (05:58)
7. The Silence (07:26)
8. The God Particle (09:17)