WarCry – 25 de enero ’19 – Sala La Riviera (Madrid)
Tras tres años de ausencia, Warcry regresó a la capital por todo lo alto
Texto: Alberto López
Fotos: Mario López
Tras haber agotado las entradas para el día 26, Warcry añadieron una fecha más, esta que nos ocupa, ante la alta demanda de entradas. Más de uno podría pensar que igual se les quedaba grande el asunto, pero la realidad es que, sin el lleno absoluto que se daría a la noche siguiente, La Riviera presentaba un aspecto estupendo, en cuanto a público se refiere, también el día 25. Prácticamente se puede hablar de dos llenos consecutivos en la mítica sala madrileña, algo que no está al alcance de todos. Sin teloneros, la entrada fue tranquila y escalonada, sin demasiadas aglomeraciones, algo que es de agradecer. Poco antes de la hora fijada para el comienzo del show, y tras haber degustado por los altavoces unos cuantos clásicos del rock y el heavy metal, comenzaba a sonar una larga intro, mientras que en la pantalla tras la batería se iban sucediendo imágenes de los diferentes componentes del grupo. Poca escenografía más llevaban, primando la sobriedad, ellos y su música. En la pantalla, durante todo el concierto se sucedieron diferentes imágenes y el logo de la banda en infinidad de combinaciones de colores y formas.
Ya con todos sobre el escenario, y con el público totalmente entregado, comenzaron con “Alma de conquistador”, la cual enlazaron, prácticamente sin respiro, con “Nuevo mundo” que fue cantada a pleno pulmón desde sus primeros acordes. El propio Víctor estaba sorprendido de la respuesta del público y se preguntaba por qué habían pasado tres años desde la última vez que tocaran en la capital. Dicho esto “El Anticristo” casi echa La Riviera abajo. Y es que por mucho que en el imaginario popular no forme parte de esos clásicos imprescindibles, es una canción que siempre recibe una respuesta extraordinaria.
En cuanto al sonido, seguramente no contaron con el mejor que se podía esperar, haciendo especial hincapié en la batería, con un bombo con poca pegada y una caja mal ecualizada, mientras que el teclado por momentos sonó demasiado alto, tapando así las guitarras. Pese a todo podríamos decir que fue un sonido decente el que mostraron los asturianos. El concierto continuó por los mismos derroteros, es decir, ellos entregados arriba y el público cantando cada sílaba, con “Rebelde”, “La carta del adiós”, “Siempre” y “Aire.
Warcry no son una banda especialmente virtuosa, ni que tenga una calidad fuera de serie. Es más, si me preguntasen después de cada concierto que les veo diría que son una banda que sobresale un pelín del montón, no más. No tienen unas composiciones especialmente complejas, instrumentalmente están bien y vocalmente, pese al carisma de Víctor, muchas veces dejan que desear. No nos engañemos, Víctor García canta una de cada cuatro frases, dejando al público el resto, y aquella noche se tuvo que sentar más de una vez en la tarima de la batería con claros signos de cansancio, algo que si no estabas cantando cada una de las sílabas se apreciaba en ciertos momentos en la voz. Dicho esto, por sus canciones, por sus pegadizos estribillos, por ese carisma antes mencionado, Warcry cuentan con una legión de seguidores de las más importantes de este país, que disfrutan como niños con cada momento del show, y ante eso no hay carencia que pueda hacer sombra a este hecho. La música está hecha para disfrutar, y ellos disfrutan y hacen disfrutar. Fin del debate.
“Cielo e infierno” y “Amistad” sonaron antes de que apareciese sobre el escenario el ilustre invitado que nos tenían preparado, el violinista búlgaro Vasko Vassilev, quien ha colaborado, entre otros con Sting, Plácido Domingo o los Rolling Stones. Su carta de presentación fue un tema instrumental de factura propia que dio paso a “La muerte de un sueño” y “Odio”. “En un lugar sin Dios” tuvo una gran acogida, tras la que Vasko volvió a salir al escenario para formar parte de “No te abandonaré”, que gano en intensidad con el buen hacer de éste al violín. “Perdido”, otra más del “¿Dónde está la luz?”, disco que tuvo una representación destacada en el set list, para gozo de unos, entre los que me incluyo, y desagrado de otros, sonó realmente bien.
Llegó el momento de hacer una pequeña pausa y tomar aire, para la cual Pablo decidió arrancarse con una especie de medley con canciones de Black Sabbath, Yngwie, Michael Jackson e incluso la sintonía de Oliver y Benji. Momento simpático y seguramente necesario, pero que a mi juicio sobró. Estos juegos para coger aire o se hacen muy bien o terminan por ser totalmente prescindibles. “Muerte o victoria” y la preciosa e imprescindible “Nana”, con Vasko otra vez sobre el escenario fueron las siguientes de un concierto que ya había sobrepasado de largo la hora y media con lo que el final se acercaba, aunque todavía había mucha tela que cortar. Sin ir más lejos, “Así soy”, “Espíritu de amor”, la aclamadísima “El Guardián de Troya” (violín incluido) y “Trono del metal”. Todo ello antes de retirarse momentáneamente para encarar los bises. Casi nada.
Y llego el comienzo del adiós. Aunque el público coreaba ruidosamente eso de “Nada hay bajo el sol que no tenga solución…”, esperando con ansia el momento en que sonase “Tú mismo”, tuvieron que esperar todavía un poco, ya que antes sonó la bella “El amor de una madre”. Quizá no sea el corte más adecuado para incluirlo en los bises, pero allí fue y se disfrutó. Y entonces sí, “Tú mismo” y “Hoy gano yo” cerraron el concierto por todo lo alto.
Buen concierto de Warcry que, carencias o no aparte, siguen siendo unos de los grandes de este país, como quedó demostrado durante dos noches seguidas en La Riviera.
Texto: Alberto López
Fotos: Mario López