Y está claro que no se han conformado con ello, ya que el puñetazo que asestan en la mesa con este “Oceanidae” es para partirla en dos. Han vuelto a superarse, y era difícil con el trabajo de “Uluh” como listón, sacando un disco de indiscutible valía, y que tras escucharlo parecerá que te ha arrollado un tren de alta velocidad. El pero que a mí me surge cada vez que escucho, ya sea en estudio o en directo, a Vita Imana es siempre el mismo: la voz de Javier Cardoso en muchas partes es ininteligible, e incluso esto ha mejorado. Pero bueno, desde luego que eso va en gustos, y visto la aceptación que tiene la banda… si alguien lleva razón sobre este asunto desde luego no soy yo.
El repaso empieza con “Depredador de luz”. La larga introducción que tiene el tema, con sonidos acuosos formando un colchón para los arpegios de guitarras acústicas, es de un gusto exquisito. Pasado el segundo minuto pesadez y la contundencia hacen presencia. Una estrofa muy suya, y es que ya tienen un sello propio, y un estribillo que adquiere más claridad y melodía. Grandes arreglos, tanto de guitarra como percusivos, que por momentos recuerdan a Ill Niño. Un largo fade out pone fin a los más de ocho minutos, que han pasado volando, de tema y enlaza con el siguiente.
“Equilibrio” comienza a piñón fijo, con la percusión de Miriam rellenando todos los huecos. La muralla sónica que montan las guitarras de Puppy y Román con un primer riff atresillado y tirando de armónicos, para luego ganar en fluidez, es impresionante. Tema brutal y directo, con un minuto final de sugerentes sonidos que te prepara para “Ablepsia”, el siguiente en caer. Un corte con el que te dejarás el cuello. Genial de principio a fin, con unos puentes y unos cambios de ritmo que pasan por ser de los mejor trabajados de su carrera. Musicalmente, comienzas a pensar si, visto lo visto, a los hermanos Cavalera no les estarán pasando por la derecha.
“Mar de cristales” es otro tema extenso, con un comienzo similar al del disco, pero de un desarrollo completamente diferente. Intenso y con una ambientación muy rica en matices que nos lleva por unos parajes mucho más calmados en un principio. Las voces más melódicas, hasta el punto donde todo estalla, también ayudan a crear esa diferenciación.
La velocidad, la cadencia y el timbaleo de “Manos de sangre” nos recuerda enseguida a “Gondwana” o “Romper con todo”. Brutalidad en estado puro, a la vez que la más tribal de todas hasta el momento. Sin duda uno de los cortes más salvajes y con más pegada de su carrera.
El bajo distorsionado da comienzo a “Seis almas”, donde vuelven por derroteros más clásicos en cuanto a estructura. Velocidad, una vez más, y una percusión que en este caso se encuentra bastante más coordinada y compactada con la batería, y que recuerda al modo de trabajar de grupos como Slipknot. Brutal el solo y la parte posterior a éste.
La calma y el relax llegan con “Hydros”, donde se alejan de cualquier sonido eléctrico para deleitarnos con preciosistas paisajes de guitarras acústicas. Tres minutos para prepararnos para el final de órdago con “Oxigeno”, veloz, contundente y rabiosa, y “Oceanidae”, el corte que da título al álbum y que se va casi a los diez minutos de duración. Multitud de partes, de sonoridades y de ambientes en una canción que parece perfecta para cerrar la escucha de uno de los mejores discos del panorama nacional en muchos años.
Vita Imana se ha ganado por derecho propio el estar entre los más grandes.
Alberto López
Temas:
-
Depredador De Luz
-
Equilibrio
-
Ablepsia
-
Mar De Cristales
-
Manos De Sangre
-
Seis Almas
-
Hydros
-
Oxigeno
-
Oceanidae