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Watain: The Wild Hunt // Century Media

Los suecos más oscuros, Watain, regresan a la escena dando de que hablar con su quinto disco de larga duración, “The wild hunt” en el que sonóricamente se han alejado un tanto del black metal (incluyendo dos baladas) pero en el que han profundizado en el género en lo más puramente filosófico.
Paris González
Nota: 8/10  

 

Watain son (o más bien eran) los “niños mimados” de la segunda oleada del black metal. Ese grupo de bandas que surgieron a finales de los 90’ / principios de los 2000 como Taake o 1349. Grupos que cogieron el testigo de los grandes que dieron inicio a la escena como Mayhem, Darkthrone o unos Bathory que ya llevaban tiempo rastreando los sonidos más vikingos y menos blackers.

Pero hemos dicho que “eran” y no que son. Porque este “The wild hunt” ha defraudado a buena parte de la escena más ‘trve’. ¿Por qué? Por la innovación que el infernal trío sueco ha querido desarrollar en este, su quinto álbum de largo de duración. Y es que eso de innovar y el mundo metálico más cerrado no casan demasiado bien.

Es cierto que el sonido de Watain se ha reblandecido en este LP, han tendido a un sonido más heavy y han incluido dos baladas (de excesiva duración como ya comentaremos más adelante). Todo ello no nos dice más que el grupo ha optado por cambiar un poco el rumbo de su música. Y en opinión del que escribe estas líneas, les ha salido muy, pero que muy bien.

Sin embargo y pese a quien pese, los suecos no han dejado de lado el black metal. Es más, no es aventurado decir que han profundizado aún más en las raíces que lo que habían hecho en los cuatro discos precedentes. Han sabido evolucionar, cambiar, modificar su sonido y todo esto sin perder un ápice de esa brutalidad a la que nos tenían acostumbrados (excepto en las baladas, claro está).

La producción ha mejorado exponencialmente, quizás en busca de un sonido más refinado. Los instrumentos son perceptibles en todos los temas, situación muy diferente a la que nos encontrábamos en Rabid death’s curse, su debut allá por el año 2000. Otra novedad que han incluido en este álbum es el uso de teclados, no en gran medida, pero sí lo suficiente como para llamar la atención del oyente.

Las voces de Erik Danielsson, el célebre ‘frontman’ de la banda, no son nada del otro mundo. Cumple, como siempre, en el momento “blacker” pero en las baladas la cosa cambia. La voz limpia de E. (así se hace llamar el de Uppsala) es, por decirlo finamente, limitada. Hakan Jonsson, por su parte, mejora a cada disco tras los platos, mientras que los riffs de Pelle Forsberg, en ocasiones suenan al black más primitivo y en otras, mucho más refinados. P. sabe moverse en cada tema.

El disco se abre con “Night visión” que sirve para introducirnos uno de los mejores temas del disco, “De profundis”, un tema agresivo y directo que tendría perfecta cabida en el primer álbum de la banda. Los dos temas siguientes, tanto “Black flames march” como el tema de adelanto, “All that may bleed” son la quintaesencia de lo que (creo que) Watain pretende mostrarnos de ahora en adelante. Temas con espíritu black pero con un algo que los hace diferentes. Las velocidades no son tan altas y la voz de Daniellson se mueve en registros también diferentes. Otro tema de los novedosos es “The child must die” que tiene su tono blacker pero mucho más difuso y perdido que los anteriores.

Así se llega al tema de la discordia, la balada, “They rode on”. Es cierto que en una primera escucha (bueno, y en la segunda y en la tercera) este tema corta completamente el rollo para el oyente. Es como un pegote de suavidad en medio de una bola de bestialidad. Pero con el paso de las escuchas y, sobre todo, con una mayor atención te das cuenta de que queda bien. Si bien es cierto que es extremadamente larga (casi nueve minutos de duración) y que la voz limpia de E., como ya hemos comentado, no es ningún prodigio de la naturaleza.

“Sleepless evil” vuelve a la carga con la faceta más dura del grupo. Blast beats desde el principio y riffs atronadores que nos devuelven a la realidad. Parece que necesitan resarcirse de lo que han hecho…y de lo que van a hacer. Porque el siguiente corte, el homónimo al disco, es una nueva balada de duración también sonrojante y que en esta ocasión se hace algo más pesada pues parece casi un continuo de la anterior.

Pese a lo largas y tediosas que se pueden hacer las dos baladas, el disco al completo se tiende a hacer corto si quitamos esos temas. Y en buena parte, la culpa de ello la tienen los tres últimos temas, bastante movidos y diferentes, cada uno con sus cosas. “Outlaw”, algo más relajado en ciertos momentos y con un ‘solo’ muy del heavy más tradicional; “Ignem mine vittere”, corte instrumental que sirve de especie de tercera balada para dar paso a la canción que cierra el disco: “Holocaust dawn” que sirve de ejemplo perfecto para definir lo que es este The wild hunt. Tiene de todo: parte rápida, parones, doble bombo, blast beats y algún que otro toque circense…

En resumen, un muy buen disco que debe servir para que Watain se mantengan en el top mundial del black metal. Pese a algún que otro fallo como la duración de las baladas, el nuevo giro experimentado por la banda sueca debe percibirse como una forma de “renovarse o morir”. Si así se lo toma el oyente, podrá disfrutar del disco; si no lo hace, se perderá una gran obra.

Tracklist:

  1. Night visión

  2. De profundis

  3. Black flames march

  4. All that may bleed

  5. The child must die

  6. They rode on

  7. Sleepless evil

  8. The wild hunt

  9. Outlaw

  10. Ignem veni mittere

  11. Holocaust dawn

Web: https://www.templeofwatain.com/

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